Jorge Luis González Otero no tuvo tanta suerte la primera vez que aspiró a la alcaldía de Jayuya, pero no se quitó, sino que lo intentó hasta ganar los comicios de 1996 por tan solo 56 votos.

Sin embargo, a pesar de los retos de ese primer cuatrienio con una Asamblea Municipal prácticamente empatada, este agrónomo de profesión ha superado las expectativas para dirigir las riendas del ayuntamiento desde hace 24 años y recientemente el pueblo validó su confianza para un nuevo término.

“Yo trabajaba como agrónomo de área del Departamento de Agricultura; dirigí el Centro de Maquinaria Agrícola de Utuado que correspondía a los pueblos de Arecibo, Utuado, Adjuntas y Jayuya. Vino la oportunidad de ser candidato a alcalde en el 1992, cuando Benancio Tejedor era alcalde de Jayuya (y) decide correr para el Senado de Puerto Rico, pero perdí esa elección del ’92”, contó González Otero a quien el pueblo conoce como “Georgie”.

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“Lo intenté nuevamente en las elecciones del ’96… esa fue una victoria por 56 votos. En la Asamblea Municipal eran seis del Partido Popular, cinco del Partido Nuevo Progresista y uno del Partido Independentista; quiere decir que había un empate, se llegó a un acuerdo y Francisco Torres fue el presidente del PPD en la Legislatura”, dijo al recordar su primera juramentación como alcalde de Jayuya en enero de 1997.

Al repasar su vida y la fórmula para ganar siete elecciones consecutivas, el alcalde jayuyano no puede separar su formación en una familia de 10 hermanos, que, por la estrechez económica, era casi imposible llegar a la universidad.

“Cuando uno viene de abajo, que le ha dado mucho trabajo llegar a la universidad… yo vengo de una familia de nueve hermanos y uno de crianza, somos 10, de padres bien pobres, de una familia donde Luis Muñoz Marín le dio una parcelita de atrás de tres cuerdas en el barrio Mameyes donde me crié y a donde vivo hasta que Dios diga. Vengo de gente sacrificada que cuando dije que iba a estudiar me decían ‘¿de dónde vas a sacar el dinero?”, confesó el egresado del Recinto Universitario de Mayagüez.

Confesó que la receta para ser el alcalde de Jayuya por más de dos décadas es “tener el servicio en el corazón”.

“Para servir no se necesita ser doctor, médico o científico, se necesita tener deseo de servirle a la gente y eso nace en el corazón. Cuando uno está enamorado de su pueblo, cree en su gente y la gente lo quiere, esa es la fórmula ganadora; servir a todos por igual y yo creo que ese es un logro bien positivo en un pueblo pequeño”, sostuvo.

“Ganar muchas elecciones en un pueblo grande donde casi no se tiene contacto con la gente, es más fácil. Aquí tienes que estar día a día y yo salgo a la plaza, a la iglesia, al colmado y todo el mundo me conoce y a toda hora me llaman; después de las 7:00 de la noche me llaman a mi casa, van siempre a buscar servicio y los atiendo con mucho gusto. Es un servicio directo de mucha satisfacción”, agregó.