Juan Zaragoza: “Mi hermana me regaló años de vida”
El legislador comparte detalles de la condición renal que le diagnosticaron hace 33 años, que lo llevó a un trasplante de riñón.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Como un hombre nuevo, feliz y lleno de vitalidad se describe el senador Juan Zaragoza Gómez, a casi tres meses de tener en su cuerpo un riñón de su hermana Gilda.
La compatibilidad genética facilitó el proceso de adaptación del órgano trasplantado. Por ello, el legislador contempla embelesado a su única hermana, por el acto de amor y de desprendimiento de darle una mejor calidad de vida.
El trasplante ha aumentado el apego entre los inseparables hermanos que compartieron la emotiva historia con Primera Hora junto con los cirujanos que lideraron la intervención quirúrgica el pasado 31 de mayo, Pedro Hernández Rivera y Francis Bauldrick Hernández, en el Programa de Trasplante Renal del Hospital Auxilio Mutuo, en San Juan.
Ambos médicos son profesores en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
Aunque siempre ha sido un “workaholic” y nunca disminuyó su volumen de trabajo en el Capitolio, una condición congénita de riñones poliquísticos, que progresó en años recientes, mantenía al legislador al borde de diálisis, con una disminuida función renal que cayó a un 9%.
“No solamente son años de vida que mi hermana me regaló, sino la calidad de vida. Yo me siento ahora de cuarenta y pico de años y eso no tiene precio. El regalo de vida que le dio a mi hija Paola, que va a tener a su papá más tiempo, si Dios permite, y el uno ponerse en esos zapatos, es una decisión difícil que requiere mucha valentía”, expresó el senador de 63 años, quien se reintegró hace dos semanas a su oficina en la Casa de las Leyes.
En el proceso del trasplante -que los hermanos comenzaron a mediados de 2022- hubo momentos de duda y de tensión, pero el amor fraternal se impuso. “Muy pocas personas son capaces de hacer eso y a la hora de la verdad, cuando tú vas en esa camilla, no es el dedo chiquito que te están sacando, es un riñón. Para mí es ganancia, pero para ella, es pérdida”, reflexionó Zaragoza.
¿La quiere más ahora?, preguntó Primera Hora.
“(Ríe) Sí, sí. Ella dice que no, porque yo no soy ‘míster dulzura’, pero sí. Es difícil describirlo, pero no solo es agradecimiento, sino admiración”, afirmó el contador público autorizado de profesión.
Gilda lo mira, se le quiebra la voz y con lágrimas que asomaban a sus ojos dice: “Es algo bien grande, le di vida a mi hermano, le di vida… y si tengo que darle otra parte de mí, se la voy a dar, somos dos solamente”.
Se estima que en Puerto Rico, el 3% de la población padece de alguna dolencia renal, y el 2% de estos pacientes padecen de riñón poliquístico.
La enfermedad renal poliquística, un trastorno hereditario en el que se desarrollan grupos de quistes, principalmente, dentro de los riñones, que hace que se agranden y con el tiempo pierdan su función, corre por la vía materna en la familia de los Zaragoza. Su progenitora, Esther Gladys Gómez, falleció en 2000 aquejada de la condición y dos años después, José, el mayor de los tres hermanos del matrimonio de doña Esther y don José Ramón Zaragoza, descubrió que también tenía la afección, pero en una etapa bien avanzada y a la edad de 43 años murió a consecuencia de una septicemia.
En ese momento, cuenta Gilda, la familia le pidió que se hiciera los exámenes para conocer si también ella tenía la condición. “No salió nada y a los 40 años el médico me dijo: ‘Ya tú no vas a tener la condición”, relató la mayor de los tres hermanos.
En los meses y semanas previas al trasplante, cuando le hacían las pruebas de rigor, la preocupación de ella era tener alguna infección.
“Fueron muchos análisis, muchas pruebas y cada vez que hacían un estudio yo nerviosa decía: ‘Dios mío, que yo no salga con nada porque yo necesito darle un riñón a mi hermano’”, relató Gilda.
La noche antes de la operación le dieron un calmante para dormir y a las 7:00 de la mañana del 31 de mayo la doctora Bauldrick Hernández comenzó el proceso con ella. “Me metieron en la camilla, me despedí de mi familia y dije: ‘que sea lo Dios quiera’. Lo más emocionante era que había como 20 ‘attendings’ (médicos asistentes) aplaudiéndome y yo llorando y llorando… Salí de la sala de operaciones gritando del dolor, un dolor bien fuerte, pero valió la pena, míralo ahora, (está) de lo más bien”, dijo señalando al senador, quien confesó que llegado el momento “estaba preocupado” por Gilda.
“Como ya este es un asunto familiar, y tenemos tantos primos trasplantados aquí y fuera de Puerto Rico y yo no tenía otro padecimiento, estaba bien tranquilo. Ya mi nena está grande (es adulta) y yo decía, ‘pues si me tengo que ir, me voy tranquilo porque yo hice una aportación a este país’. Estaba tranquilo en ese sentido y bien positivo, porque tengo que salir de esto. En 120 días tengo que estar ‘ready’ para una campaña, así que vamos a lo que vinimos y el doctor Hernández Rivera me decía: ‘pero Zaragoza, suave’ y yo le decía a él: ‘dele pa’ lante, usted me da las instrucciones y yo las sigo’”, expresó el legislador, quien como había anticipado se propone competir por la candidatura a la gobernación del Partido Popular Democrático (PPD).
“Si me hubiera tenido que dializar me quedaba en el Senado, pero con la salud que Dios me dio, y el regalo que mi hermana me dio, sigo con mis planes de correr para la gobernación por el PPD”, agregó.
El proceso de extraer el riñón de la recipiente tomó unas dos horas y el trasplante del legislador, otras tres horas, detallaron los médicos.
Lo supo en 1990
“Yo me di cuenta que tenía la condición (renal poliquística) el 20 de noviembre de 1990, diez días después que nace mi hija Paola. Oriné sangre y fui al urólogo asustado”, rememoró el legislador, a cuya hija le fue diagnosticado el padecimiento cuando tenía 14 años.
Aunque se mantuvo trabajando en el Senado hasta el día antes de la operación, su proceso de deterioro fue progresivo y se le reflejó de diferentes maneras.
“Perdí el gusto como tres años antes de la operación, tenía el cuerpo y la cabeza llena de ampollas, me cansaba. Cosas que yo no las asocié, pero el día después del trasplante desaparecieron. Yo siempre tenía alergia nasal. Dejé de estornudar y dejé de roncar, pero principalmente se me fue el cansancio”, resumió.
Dijo que en mayo de 2022 comenzó con los trámites del trasplante y Gilda unos cuatro meses después. Ambos se sometieron a rigurosos exámenes y pruebas de compatibilidad.
“Cuando llego al Senado, tenía como 13% o 14% de función renal; la semana antes del trasplante ya yo tenía 9% de función renal y el nefrólogo me había dicho: ‘esta china no da más jugo, vamos a tener que ponerte la fístula (para diálisis) o vamos a tener que trasplantarte’. Ya tenía esos periodos de cansancio, aunque tal vez no me proyectaba así en el Senado, porque yo siempre soy el primero que llego y el último que me voy”, sostuvo para agregar que siendo secretario de Hacienda ya también tenía disminuida su función renal.
Narró que el progreso de la enfermedad lo hizo suspender su rutina de correr 3.1 millas diarias, la que ahora ha ido recobrando paulatinamente.
“El doctor (Hernández Rivera) me dijo que el riñón que me sacaron, el derecho, pesaba ocho libras. Estaba lleno de quistes”, dijo mientras la doctora Bauldrick Hernández confirmó que el riñón que se le extrajo a Gilda para el trasplante fue el izquierdo. “Con razón antes era derecho y ahora soy zurdo”, bromeó el Zaragoza.
El doctor Hernández Rivera explicó que un riñón normal mide unos 10 centímetros y el que le extrajo a Zaragoza era de unos 25 centímetros.
“Son enormes”, dijo el galeno. “Nosotros tratamos de no sacar los riñones, cuando lo hacemos es por razones específicas. En este caso era tan grande que ocupaba todo el lado derecho”, indicó el cirujano para detallar, que el otro riñón de Zaragoza “está ahí (en el lado izquierdo)”. Agregó que, en algunos pacientes, si dan problemas por espacio, infecciones o sangrado, se remueven.
Entre los cambios que ha experimentado tras la operación, el senador mencionó también que su tono de piel es ahora más clara y duerme mejor.
“A los dos días recobré el gusto ¡y me ha dado un apetito! En la cabeza yo podía tener 100 ampollas y al otro día de la operación desaparecieron, además, del ‘shot’ de energía que recibí. Le daba 52 vueltas al hospital”, sostuvo al decir que, al mes de operado, completaba el 5k diario.
“De aquí (la entrevista) salgo para correr. Los muchachos en la oficina estaban asustados. Dicen: ‘ahora el jefe viene vira’o, pues si era antes y nos llevaba al palo’”, sostuvo riendo Zaragoza, quien estuvo un total de 17 días hospitalizado, no tiene que llevar dieta, pero debe seguir un riguroso tratamiento médico por el resto de su vida.