La industria de cruceros -una de las más sólidas dentro del espectro de turismo en Puerto Rico- ha sido una de las más afectadas a causa de la pandemia de la COVID-19 y el efecto inmediato que ha tenido es que unos 105 barcos que estaban destinados a llegar o partir de la isla desde marzo hayan cancelado sus operaciones.

Esto equivale a que desde marzo – cuando el coronavirus comenzó a ganar terreno en muchos países a nivel mundial y en Puerto Rico se declaró una cuarentena impuesta por el gobierno- aproximadamente 302 mil pasajeros dejaron de llegar a la isla de esos cruceros. El impacto económico para industria, luego de esta baja en operaciones del sector, es de alrededor de $34.2 millones, según datos recopilados por la Compañía de Turismo de Puerto Rico (CTPR) hasta el pasado 25 de mayo.

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En entrevista con Primera Hora, la directora del CTPR, Carla Campos, dijo que la industria de cruceros tiene un gran reto por delante, pues la propagación temprana de la COVID-19 entre pasajeros y tripulación de algunos barcos, obligará a las líneas a reiniciar labores con la difícil tarea de convencer a los clientes de que su salud y seguridad estarán suficientemente protegidas.

“Es un gran reto y no es para Puerto Rico nada más… el problema y el reto es que se asoció (con la enfermedad). Pero lo positivo es que el Caribe como región ha podido controlar mucho más el tema del COVID gracias a la naturaleza de que somos islas. Además, como región seremos mucho más competitivo que, por ejemplo, Asia, y eso nos va a permitir volver”, expresó.

Debido al riesgo de infección que suponían los cruceros, los Centros para el Control y prevención de Enfermedades (CDC) recomendaron a mediados de marzo que los cruceristas aplazaran cualquier viaje planificado. Esa orden de “no navegar”, según se desprende de la página web de los CDC, se extenderá hasta que el secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos cancele la emergencia de salud pública, los CDC decidan modifiquen o anulen el fallo o pasen 100 días desde la publicación de la orden emitida el 15 de abril. Ese periodo se cumple el 24 de julio.

“Van a tener que tomar medidas agresivas para proteger a todo el mundo… les tomará más tiempo recuperarse que a otras industrias porque, por ejemplo, las líneas aéreas cualificaron para ayudas provenientes de la Ley CARES (Coronavirus Aid, Relief and Economic Security Act), pero eso no aplica a las líneas de cruceros”, agregó al mencionar que, actualmente, las líneas de cruceros están en conversaciones con los CDC y la Casa Blanca para saber qué protocolos se establecerán de ahora en adelante en términos de salud y seguridad.

Dijo que en el caso de la isla, la merma de cruceros tendrá un impacto directo en el acceso aéreo, pues aproximadamente el 11% de los vuelos están vinculados a personas que abordan cruceros.

Mencionó que tras la devastación ocurrida en la isla tras los azotes de los huracanes Irma y María, en 2017, la industria de cruceros fue clave en el rápido proceso de rescate de Puerto Rico como destino de viajes y que los mismos abonaron a recuperar la capacidad aérea de “una manera mucho más ágil”.

Anteriormente, la funcionaria ha destacado que esa resiliencia se vio reflejada cuando el puerto de San Juan reinició operaciones como puerto base a solo dos semanas y media después del huracán María (7 de octubre de 2017) con la salida del crucero Adventure of the Seas, de Royal Caribbean. A partir de ese día y hasta el 1 de febrero de 2018 (en un periodo de cuatro meses), según información publicada en la página de internet de la CTPR, sobre 160,000 embarcaron desde San Juan y más de 250,000 cruceristas llegaron en paradas de tránsito.

El CTPR calculó que para el pasado año fiscal en Puerto Rico se recibieron 1.8 millones de pasajeros provenientes de cruceros y 558 visitas de barcos para un impacto económico de $217,004,071.56.

“Actualmente, el impacto de la industria de cruceros en Puerto Rico es de $250 millones”, reiteró Campos a este diario.

Un eslabón importante en el impacto económico que tienen los cruceros surgen cuando se utiliza a la isla como puerto base, pues tiene un efecto multiplicador en la economía local ya que este pasajero gasta el doble en comparación con uno que solo visita de tránsito. De hecho, para el año fiscal 2017-2018, el consumo de los cruceros que utilizaron a Puerto Rico como su base fue de $28 millones.

Se asoman cambios drásticos en la experiencia del crucerista

Aunque el azote ha sido fuerte para la industria de cruceros, las proyecciones de recuperación en el Caribe parecen ser favorables y tendrán su efecto positivo en la isla si el gobierno acelera y publica un plan de recuperación que le permita a la empresa privada prepararse.

Así lo dijo a Primera Hora, Daphne Barbeito, portavoz de la Alianza Turística por Puerto Rico y representante del sector, al indicar que “el Caribe tendrá un sitial en lo que es la reapertura de cruceros a nivel mundial”.

“El Caribe representará un gran impacto en la industria. Ya vemos que Europa está teniendo reapertura, pero vemos que lo están haciendo a nivel interno para luego abrir a las fronteras. Eso nos da un ventaja porque, te aseguro, que nosotros tenemos el potencial a nivel competitivo”, expresó al mencionar que el 32% de los cruceros de todo el mundo corresponden al mercado de el Caribe.

Aunque la única línea de cruceros de la región que ha expresado tener un plan de reapertura es Carnival Cruise Line, destacó que las empresas podrían comenzar a agendar viajes a partir de agosto. Por ejemplo, Carnival tiene en agenda iniciar viajes a partir del 1 de agosto desde puertos bases en Miami, Fort Lauderdale y Galveston. El resto de sus operaciones en Norteamérica (incluyendo a Puerto Rico) retornarán el 1 de septiembre. “El primer barco en tránsito está para agosto 20 y es el Carnival Magic… se supone que este pase por la isla”, dijo Barbeito.

Aunque no se han informado de unas guías estandarizadas, Barbeito indicó que entre las medidas de salud y seguridad que evalúan implantar las líneas de cruceros está eliminar el servicio de bufet y utilizar ese espacio como restaurante. También se considera que los alimentos en vitrina sean manejados únicamente por la tripulación y no los clientes, como es de costumbre.

“Hemos escuchado también que los barcos van a vender la mitad de su capacidad y no el 100% y en cuanto al tema de registro -cuando se trata de un homeport (puerto base)- se hará medición de temperatura y se garantizará distanciamiento físico en el ‘check in’. También hay conversaciones para ver si se pueden hacer pruebas (de COVID-19) el día de embarque. Pero esto está todo bajo evaluación y dependiendo del destino cada cual coordinará sus propios protocolos”, manifestó la también agente de viajes que desde hace dos semanas comenzó a hacer reservaciones a clientes locales para cruceros que salen a finales de noviembre y diciembre.

Otro aspecto a considerar por las líneas de crucero en su primera fase de reapertura es establecer viajes cortos de hasta 7 días. “Al menos entre agosto y diciembre así es que se proyecta… se visualiza un ‘soft opening’ y algunos cruceros utilizarán sus islas privadas para asegurarse de que no tendrán interrupción”, dijo.

Barbeito asegura que islas como St. Lucia y Barbados han tenido una estrecha colaboración con las líneas de cruceros y eso ha sido “muy proactivo”. “Estas islas dependen el 100% de turismo y le dan alta prioridad a cualquier ejercicio de negocio relacionado a este sector”, manifestó.

Destacó que si bien es cierto que Puerto Rico tiene un número de contagios bajo, la realidad es que las cifras superan a las de Jamaica y Bahamas y estos son destinos importantes para las líneas de cruceros.

“Así que sí estamos en competencia… queda en la astucia y creatividad del gobierno de ver cómo van a lograr tener ventajas como destino. Y en ese sentido como Alianza Turística hemos dicho públicamente que nos preocupa y parece serio la falta de coherencia que el gobierno con la que el gobierno comunica una supuesta reapertura turística… este es un tema de confianza y aquí el destino que gane lo hará porque se gana la confianza de los clientes y para eso hay que tener un mensaje coherente que nosotros no hemos tenido. Y parte de ese problema de desconfianza es que Puerto Rico sigue por debajo en la cantidad de pruebas de coronavirus que realiza, en el ‘contact tracing’ y en certificar a las empresas del sector privado para garantizar que cumplen con unas guías estándar de salud y seguridad”, sostuvo.

Mencionó que países como República Dominicana, Islandia y Grecia tienen unos planes de reapertura a largo plazo que ya fueron publicados y que le permiten a las empresas turísticas prepararse. Casi todas estas comienzan en julio. “Nosotros sugerimos también el 1 de julio como una fecha de reapertura ‘soft’ a nivel de turismo doméstico porque el turismo internacional lo veo para finales de año”, destacó.