Todavía le falta bastante camino para llegar a la “A” y, definitivamente, tiene que trabajar con la dicción, pero el gobernador ha mejorado lo suficiente como para que su discurso pueda ser considerado efectivo. Del uno al 10, tiene un seis.

Tres integrantes del Club Toastmasters de Puerto Rico, cuya misión es promover el desarrollo de habilidades de oratoria y liderazgo, vieron ayer la transmisión del mensaje de Alejandro García Padilla y coincidieron en que se nota que “ha trabajado su entrega”.

“Tiene que haber tenido coaching”, estableció Marinés Rivera, vicepresidenta de Toastmasters Puerto Rico.

Entre los aspectos mejorados que notó Pedro Rocafort, otro de los integrantes del club, es que el gobernador sube el tono de voz para crear impacto. “Eso antes no lo hacía con tanta efectividad”, señaló.

En lo que demostró que está medio crudito es en lograr que su expresión facial complemente las palabras que salen de su boca.

“En la primera mitad (del mensaje), su expresión facial no iba a tono con lo que estaba diciendo. Parecía molesto diciendo algo positivo”, observó Hansell Marrero, también vicepresidente de la organización.

Con él coincidió Rivera, quien puso como ejemplo el momento en que García Padilla se refería a que la salud es de la gente, pero movía la cabeza de izquierda a derecha, como cuando se niega algo. También ocurrió al hablar de que los estudiantes tenían que sentirse invitados por la universidad. Su rostro no era compatible con la necesidad de apertura a la que aludía.

En la dicción tiene deficiencias y las eses finales se las come.

“Las palabras claves tiene que pronunciarlas correctamente”, indicó Rocafort, quien identificó “puertorriqueños” como una de esas palabras claves en las que desaparecía la ese.

Rivera aclaró que mejorar la dicción no quiere decir que tenga que ser impecable. “Una dicción muy perfecta te aleja de la gente”, expuso.

La peculiar pronunciación del gobernador cuando habla inglés también se notó cuando habló de software, una palabra que pareció darle trabajo. A juicio de Rivera, cualquier palabra que se le dificultó en la práctica debió haber sido eliminada del discurso.

Algo que sí hizo bien fue salir rápido del tema de los cambios en el Sistema de Retiro. “El trago amargo se pasa rápido. Tiene a gente inteligente en algún sitio”, subrayó la vicepresidenta.

Pero, todavía tiene la costumbre de mirar para arriba.

“Una de las peores cosas que hace es mirar al techo para buscar información”, reprobó Marrero.

En lo que tuvieron apreciaciones distintas Rocafort y Rivera fue en el casi estribillo de “escuchen esto”. Al primero le gustó y a ella le pareció una muletilla por la cantidad de veces que recurrió a la expresión para llamar la atención sobre lo que diría a continuación.

A lo que le sacó partido el gobernador fue a las sonrisas y a hacer contacto visual con algunas de las personas que estaban invitadas, lo que le permitió acercarse a quienes lo veían en sus casas, algo que es positivo.

La frase de René Pérez utilizada por García Padilla acerca de que la educación es la nueva revolución fue aplaudida por los tres integrantes de Toastmasters. A Marrero le pareció tan contundente que esperaba que terminara con ella. No obstante, tanto él como sus compañeros entienden que tuvo un buen cierre.

“Su comienzo no fue impactante; su final sí. El cierre le quedó bien. No con más promesas, sino alentador”, evaluó Rocafort.

“Si lo vieras sin analizarlo, hay esperanza”, estimó, por su parte, Marrero.

Para Rivera, el seis con el que evaluó al gobernador es un gran avance. Antes le daba cuatro.

“La ‘A’ la va a tener en algún momento”, auguró al insistir en que tiene que trabajar con el lenguaje corporal.