Exhortación a negocios a bajar volumen de música en plan de control de COVID-19
Ruidos excesivos provocan que las personas rompan distanciamiento y se acerquen a hablar en un tono alto y sin mascarillas, alegan científicos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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El uso de mascarillas y el distanciamiento físico –uno de los tres pilares de la prevención contra el COVID-19 junto al lavado constante de manos– en ocasiones se ve amenazado en ambientes de entretenimiento donde el ruido es muy alto pues para comunicarse las personas se acercan para poder escucharse, se retiran el protector nasobucal y aumentan el tono de la voz en un intento por socializar.
Así lo mencionó el secretario del Departamento de Salud, Lorenzo González, al destacar que tomando en consideración la cultura de festejo que hay en el pueblo puertorriqueño -y el ánimo de visitar lugares donde se pone música alta- algunos equipos del Sistema Municipal de Investigación de Casos y Rastreo de Contactos (SMICRC) han impulsado unas medidas de prevención para orientar a los comerciantes y exhortarlos a moderar los ruidos pues de esta forma estarían contribuyendo con el protocolo de salud y seguridad de prevención del COVID-19.
“Te voy a contar una anécdota y es que estuve visitando Cabo Rojo y me llamó la atención en el recorrido por unos negocios que el epidemiólogo del municipio (Manuel Santiago) le solicitó al dueño de un local que bajara el volumen de la música. Le pregunté por qué lo hacía y me dice: ‘secretario, mientras más alto el volumen de la música más riesgos porque la gente se acerca para escucharse y hablar entre sí. Entonces, se bajan también la mascarilla’. Aquí vemos cómo algunos epidemiólogos han identificado una manera de prevenir en lugares donde se aglomera gente como son estos negocios. Y esta es la importancia de este tipo de iniciativa que se lleva a cabo con el sistema de vigilancia municipal porque las estrategias se ajustan a las poblaciones y eso está muy bien”, expresó el secretario.
Primera Hora conversó con Santiago, quien también es epidemiólogo del SMICRC en Hormigueros, y destacó que la comunicación con los comerciantes ha sido clave en el éxito del programa que también tiene un enfoque educativo a la ciudadanía en general.
“La comunicación es importante. Nosotros nos reunimos con la asociación de comerciantes de diversos sectores, empezando con los de Boquerón, y fue productivo… en este tema particular que menciona el secretario de Salud les hablamos de la Ley 71 de 1940 que habla de los ruidos innecesarios y que especifica, por ejemplo, que el tono de las velloneras no debe ser tan alto que se oiga desde la calle ni que importune a vecinos. O sea, que debe ser reducido a un volumen considerable y que no cause molestias al público. Y se les explica también los riesgos que conlleva en cuanto al COVID cuando se sube ese volumen porque rompe el distanciamiento y la gente acostumbra también a quitarse la mascarilla y hablar más alto para que los oigan. Eso es demasiado riesgo de transmisión para el virus”, sostuvo al agregar que poco a poco se ha logrado concienciar.
Detalló que el proceso en Cabo Rojo, por ejemplo, incluye el sistema de rastreo de contactos de casos positivos, educación a participantes, orientación a comerciantes y procesos de fiscalización, entre otros servicios comunitarios.
“Cabo Rojo llegó a estar malito pero poco a poco ha ido estabilizándose y hoy, que hay más de 51 pueblos con una tasa de positividad de más de un 10% nuestro pueblo tiene un 4.1%”, expresó por su parte el alcalde del pueblo Roberto “Bobby” Ramírez, en referencia a los datos publicados por un análisis científico que publica diariamente el Puerto Rico Publico Health Trust.
El pasado 14 de julio, en medio de un aumento en los casos de COVID-19, el alcalde emitió una orden ejecutiva mucho más estricta que la que había a nivel de gobierno central como respuesta de control a un aumento dramático de casos de coronavirus que confrontó el municipio, incluyendo brotes en diversos centros de trabajo privados y gubernamentales. La orden ejecutiva estableció el cierre de todas las playas, barras y rampas de botes.
“Tuve que ponerme más fuerte que el gobierno, pero funcionó. Míranos ahora. Estamos en un proceso de reapertura de la economía ordenado y estamos trabajando a la par lo que es salud y salubridad. Todo tiene que ir de la mano”, manifestó.
El dashboard del municipio y publicado en Facebook periódicamente indica que al 16 de septiembre habían 36 casos activos de COVID-19. Durante toda la pandemia 306 personas del pueblo costero se han contagiado y de estos 264 se han recuperado y cinco han fallecido. El 27% de los casos acumulados se han registrado en el barrio Miradero, seguido por un 12% en Boquerón y 9% en Llanos Tuna y Guanajibo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han reiterado que el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad del COVID-19, se propaga principalmente de persona a persona cuando están en contacto cercano (a una distancia menor a seis pies); a través de gotitas respiratorias que se producen cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. Estas gotitas pueden terminar en la boca o nariz de quienes se encuentran cerca o pudieran ser inhaladas y llegar a los pulmones. Las personas sin síntomas pueden propagar el COVID-19, han recordado siempre los científicos.
De otra parte, es posible que una persona pueda infectarse al tocar una superficie u objeto que tenga el virus y luego se toque la boca, nariz o los ojos.
La mejor manera de prevenir la enfermedad es evitar la exposición a este virus tomando medidas como las que se presentan a continuación:
- Respete las medidas de distanciamiento social.
- Lávese las manos con agua y jabón por al menos 20 segundos. Utilice algún desinfectante de manos que contenga al menos un 60 % de alcohol.
- Limpie y desinfecte de manera rutinaria las superficies que se tocan con frecuencia
- Cúbrase la boca y la nariz con una mascarilla cuando esté rodeado de otras personas