Estremecedoras cifras de menores con pensamientos suicidas
En la última década se reportaron en Puerto Rico 73 suicidios entre personas de 9 a 20 años de edad.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Las cifras son estremecedoras: en los últimos diez años, en Puerto Rico, unos 73 menores entre las edades de 9 y 20 se han suicidado. Y, aunque los casos reportados por año han disminuido, las intervenciones realizadas por psiquiatras, así como las que se registran en la Línea PAS de la Administración de Servicios de Salud y Contra la Adicción (Assmca), comprueban que son cientos los niños y adolescentes que anualmente reciben terapia por presentar comportamientos suicidas.
El llamado de urgencia a estar atentos a los indicadores que ayuden a identificar situaciones de riesgo y a salvar vidas surge por parte de diversos profesionales de la salud mental, incluyendo el personal de la Línea PAS de Assmca donde este año -hasta mediados de agosto- se habían reportado 602 casos de comportamiento suicida en menores de 17 años y, de estos, 22 lo intentaron.
En entrevista con Primera Hora, la doctora Monserrate Allende, coordinadora de la línea -que ofrece asistencia y referidos en casos de comportamiento suicida y otras situaciones de salud mental- detalló que en años anteriores las intervenciones en adolescentes con esta conducta han fluctuado en los 1,345 casos anualmente.
“Muchas de las llamadas que recibimos son por parte de algún adulto a cargo de ese menor. Puede ser papá, mamá o algún maestro preocupado por el comportamiento de ese niño o adolescente. Cuando intervenimos podemos percibir ansiedad, tristeza, depresión. Son emociones que son difíciles de manejar en un adulto, así que imagínate para un niño o adolescente. Y la situación se puede complicar si tienen ese pensamiento de hacerse daño”, explicó Monserrate sobre los casos que se reciben en la línea telefónica y gratuita 1-800-981-0023.
Acotó que, aunque se reciben llamadas de ambos géneros, las estadísticas muestran que el comportamiento suicida es más frecuente en féminas. “Pero esa tendencia cambia cuando hablamos de muertes por suicido porque, generalmente, ocurren más en hombres que en mujeres. El asunto con las féminas es que ventilan más sus emociones”, explicó.
La situación actual de trastornos mentales en niños y adolescentes se evidencia también en los resultados de la más reciente Encuesta Consulta Juvenil de Assmca, correspondiente a los años 2020-2022, la cual reflejó una prevalencia de problemas de salud mental y necesidad de servicios o tratamiento en estudiantes de séptimo a duodécimo grado.
En particular, un 16.2% de los jóvenes encuestados -de escuelas públicas y privadas- reveló tener problemas de depresión, un 5.5% problemas de ansiedad; un 1% problemas de oposición desafiante; un 2.2% comportamiento agresivo; y un 1.9% problemas de conducta. La población en mayor necesidad fueron los varones.
Según cifras ofrecidas a este diario por el Instituto de Ciencias Forenses (ICF), entre el 1 de enero de 2013 y el 31 de julio de 2023, se han reportado en Puerto Rico 73 suicidios entre personas menores de 21 años. De estos, 59 fueron del género masculino y 14 del femenino.
“En cuanto a la causa de muerte: 53 casos fueron por asfixia por suspensión, uno por asfixia, 9 por heridas de bala, tres por intoxicación con medicamentos, uno por la combinación de cocaína y alcohol, tres por trauma corporal, dos por trauma craneal y uno por trauma cervical”, lee el reporte entregado a Primera Hora.
De otra parte, las estadísticas señalan que, de los fallecimientos, dos corresponden a menores entre 9 a 12 años; 17 a adolescentes entre 13 a 16 años; y 54 a jóvenes entre 17 a 20 años.
En la última década, fue el año 2013 el que más casos de suicidio reportó con 17 fatalidades. Posteriormente, las cifras de suicidio entre menores de edad fluctuaron entre 7 a 10 casos entre los años 2014 al 2017. Desde entonces, se reportan en la isla entre dos a cinco suicidios de menores de edad anualmente.
Alerta a las señales
“Una sola muerte es demasiado... por eso es importante que en los hogares estén alertas a las señales de riesgo. Cuando identificamos que un niño empieza a hablar de la muerte como algo positivo, eso es una señal. Cuando vemos distanciamiento entre amigos, eso es otra alerta. Todo cambio drástico de conducta nos debe acercar a ese menor para explorar qué piensa, qué ha sucedido, cómo se siente”, recomendó Allende.
Explicó que algunas de las razones que llevan a niños y adolescentes a tener problemas súbitos de salud mental, según los casos que se atienden en la Línea PAS, son: la pérdida de un familiar, la separación de padres, la muerte de alguna mascota, el bullying en la escuela, maltrato en el hogar e, incluso, la pérdida del primer amor.
“Cuando un niño pierde a una mascota, por ejemplo, siente mucha tristeza porque veía a ese animalito como un miembro más del hogar, un amiguito... y cuando un joven pierde ese primer amor, entra en un periodo de duelo, como el que experimentan los adultos cuando se separan de alguna pareja. Por eso estas situaciones hay que cogerlas en serio y es importante que ese niño o adolescente reciba apoyo en su entorno”, explicó Monserrate.
La doctora puntualizó que, una vez se recibe la llamada de auxilio de una persona con comportamiento suicida, se refiere el caso para que el menor llegue a una sala de emergencia.
“Se trabaja primero a nivel físico en una sala estabilizadora y allá evalúan a la persona y la tienen bajo observación. Probablemente, se haga alguna recomendación de hospitalización parcial o completa”, manifestó.
Con manos llenas los psiquiatras
Para el psiquiatra de niños y adolescentes Dimas Tirado Morales hay muchos factores que influyen en el incremento de intervenciones con menores de edad que presentan algún trastorno de salud mental.
“No es ajeno que es algo que está ocurriendo en el resto del mundo. Sabemos que la Asociación Americana de Psiquiatras de Niños y Adolescentes, así como la Asociación Puertorriqueña de Psiquiatras de Niños y Adolescentes (APPNA) hicieron un llamado para declarar como una emergencia nacional los problemas de salud mental en los niños puertorriqueños”, explicó el médico.
Sostuvo que, en el caso de la isla, la situación se agravó por los traumas que trajo en la población pediátrica la pandemia y otros factores catastróficos, como los terremotos y el azote de huracanes.
“Son desafíos a los que también se suma la crisis económica que enfrenta Puerto Rico hace una década. Todos estos eventos han sido traumáticos para los niños y adolescentes, especialmente porque se ha interrumpido la asistencia a la escuela. Eso ha sido nefasto para muchos menores que encuentran en la escuela un lugar de seguridad, paz y un lugar en el que reciben alimentos -para muchos los únicos que tienen en el día”, explicó Tirado Morales.
Acentuó que los problemas agudizan considerando el rezago académico que presentan los alumnos y que se manifiestan en muchas ocasiones en problemas de conducta y de autoestima.
“Esto lleva a algunos niños a pensar que no habrá solución que no sea desaparecer o hacer intentos suicidas”, agregó.
Dijo que en los más pequeños los síntomas de que algo extraño ocurre incluyen dolor de cabeza, malestar estomacal o cambios en el sueño o apetito. “Como no saben expresar lo que sienten, se manifiestan en síntomas físicos”, explicó.
Mientras, en los adolescentes las banderas se levantan cuando hay comportamientos erráticos como consumo de drogas o alcohol o relaciones sexuales prematuras, entre otras. En el caso de las féminas, hay una influencia grande en cómo perciben lo que consumen en las redes sociales. “Las adolescentes ven afectada su autoestima porque entienden que hay ciertas formas de cómo debería ser su cuerpo... esto lo vemos mucho en Instagram”, destacó el psiquiatra.
“Lo importante es que busquen ayuda inmediatamente. Ahora tenemos muchos sicólogos en las escuelas y a través de ese canal nos llegan referidos. También deben consultar con sus pediatras, que son los médicos primarios de los niños, para canalizar la ayuda inmediata. Sabemos que, actualmente, somos como 50 psiquiatras en Puerto Rico y de estos solo 10 a 15 aceptan pacientes nuevos. Aparte de que las citas están para cinco o seis meses y hasta quizás un año. Y eso es otro problema a atender con urgencia”, expresó Tirado Morales.
“A nivel sistémico hay que crear política pública e invertir en la salud mental. Tenemos que crear alianzas y aunar esfuerzos para atender esta crisis”, subrayó el salubrista.
La presidenta de la APPNA, la doctora Karen Martínez, hizo un llamado el año pasado a las autoridades locales a fin de que mediante un estado nacional de emergencia en la salud mental pediátrica se pudieran aumentar los fondos estatales y federales para garantizar diagnósticos y tratamientos en la población afectada.
Asimismo, el grupo médico especializado propuso fortalecer los esfuerzos emergentes para reducir el riesgo de suicidio en niños y adolescentes a través de programas de prevención en escuelas, atención primaria y entornos comunitarios.
“Abordar los desafíos constantes de las necesidades de atención aguda de niños y adolescentes, incluida la escasez de camas y el alojamiento en salas de emergencia, ampliado el acceso a programas de reducción de la dependencia de pacientes hospitalizados, unidades de estabilización de corta estancia y equipos de respuesta basados en la comunidad”, destaca el comunicado emitido por la APPNA.
Precisamente, la falta de facilidades de tratamiento psiquiátrico a niños y adolescentes es uno de los desafíos principales que hay en Puerto Rico, puntualizó por su parte el psiquiatra Eric Martínez, director de la unidad de salud mental del Hospital San Jorge, único en la isla en atender hospitalizaciones parciales e completas a menores entre 5 y 12 años de edad.
“Hay cuatro instituciones hospitalarias que aceptan admisiones, pero son para adolescentes. Nosotros atendemos tanto niños como adolescentes, pero somos el único persé que atendemos a la población de niños pequeños”, dijo Martínez.
Otras facilidades que atienden a adolescentes con clínicas de hospitalización parcial o intensiva son San Juan Capestrano, el Hospital Panamericano y el Hospital Metropolitano (Cabo Rojo). Este es último es el único en la región suroeste que ofrece servicios para adolescentes. Mientras, la única unidad pública especializada en psiquiatría para menores de edad -el Centro de Salud Mental de Bayamón-, cerró sus puertas en 2020.
En el Hospital San Jorge tienen 34 camas disponibles para admisiones, pero el censo promedio de ocupación fluctúa en 30.
“Prácticamente, estamos llenos a capacidad. Tengo 14 camas para los menores de 12 años y el resto para adolescentes. Realmente, no damos abasto”, abundó Martínez.
Coincidió con Tirado Morales en que la educación virtual limitó el desarrollo de muchos niños y ahora se están viendo las consecuencias.
“Huracán María, temblores, pandemia... esto ha sido una cosa detrás de la otra para estos niños que son una generación que se está criando con unas deficiencias por no haber compartido socialmente en las escuelas. Y de ahí surge también un problema académico. De otra parte, tenemos a los padres de estos niños que también sufrieron sus traumas porque tuvieron que cuidar a estos menores 24/7 y algunos sin recursos. Esto fue un problema de grandes proporciones y los efectos los estamos viendo ahora en niños y adolescentes con problemas emocionales”, afirmó Martínez.
Depresión y problemas de conducta, ligados a dificultad de aprendizaje son, en su mayoría, los referidos que se reciben en el Hospital San Jorge, en San Juan.
“Algo bien común que estamos viendo es que muchos de estos niños llegan referidos de las escuelas. Son estudiantes que tiene problemas de conducta, agresividad o depresión. Son muchachos que enfrentan a sus maestros y los amenazan. O son menores que pelean con otros o le dicen cosas que caen en acoso. Entonces las maestras lo detectan y lo refieren a trabajadores sociales o psicólogos escolares y es ahí cuando llegan a nosotros”, expresó.
Expuso que, en efecto, se están recibiendo casos de menores con ideación suicida, aunque no todos lo intentan.
“Son niños que en medio de una pelea o situación dicen que se quieren morir. Muchas veces se lo dicen a un amiguito y ese amiguito se lo dice a la maestra. Esos muchachos terminan aquí y cuando indagamos nos dicen: ‘no, yo no me quiero morir... lo dije porque estaba enfogona’o’. Pero el mero hecho de decirlo es un problema, porque por ahí hay algo cuajándose que hay que atender”, declaró Martínez al explicar que el suicidio es infrecuente en los menores de edad, pero la mera intención hay que atenderla con premura “porque no sabemos si tenemos al frente a ese 1% que sí lo hará”.
Indicó que la edad pico de los niños que empiezan a presentar problemas de salud mental que requieren atención inmediata fluctúa entre los 8 a 9 años, lo que coincide con los primeros signos de la pubertad.
“Aunque tenemos a otros más pequeños que presentan situaciones por tener déficit de atención o los que tienen autismo leve a moderado, por ejemplo”, abundó sobre los pacientes que reciben en el hospital que cuenta con un centro de evaluación al que se puede ir sin cita previa y que opera de lunes a viernes de 9:00 a.m. a 10:00 p.m.
La integración de los padres, madres y el resto de componente familiar del hogar en el tratamiento es esencial para el progreso de los pacientes.
“El problema es que no les gusta meterse. Creo que hay algo de sentimiento de culpa, pero aquí no bregamos con culpas. La responsabilidad puede ser multifactorial, pero es importante hacer un tratamiento integrado para que funcione. El problema es que, si no hay compromiso de los padres, tampoco lo habrá de los niños o adolescentes y son muchos los que abandonan el tratamiento por eso. Luego los vemos otra vez en el hospital y decimos: ‘espérate, ¿qué pasó aquí? Y es que no fueron a las citas de seguimiento, no se tomaron los medicamentos, entre otros factores”, sostuvo al agregar que una persona con pensamientos suicidas requiere un mínimo de tres años de tratamiento continuo.