Estatua en honor a Donald Trump no va… por ahora
No hay dinero para la figura de bronce del presidente de EE.UU.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
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Para algunos legisladores la mera mención parecería un chiste y otros lo consideran “ridículo”, pero la realidad es que desde 2008 hay una tradición -mediante orden administrativa de los presidentes de Cámara y Senado- de inmortalizar con una estatua en el llamado Paseo de los Presidentes a todo mandatario de Estados Unidos que visite la Isla.
Precisamente, el pasado miércoles 3 de octubre se cumplió un año de la fugaz visita de unas horas que hizo el presidente Trump al País, devastado por el huracán María y lanzó papel toalla a un grupo de damnificados. El líder estadounidense minimizó desde entonces las cifras de muertos y se desvinculó de la lentitud en las ayudas oficiales para socorrer a las víctimas.
Los presidentes de las Cámaras Legislativas expresaron que la precaria situación fiscal del gobierno no permite en estos momentos destinar fondos para la efigie, pero tampoco descartaron que pueda ser erigida en otro momento.
Mientras, el laureado escritor Luis Rafael Sánchez sentenció en una reciente columna en El Nuevo Día que a pesar de “los despliegues habituales de irrespetuosidad” del presidente Trump hacia los puertorriqueños, “aun así a la vuelta de la esquina está la estatua que inmortalizará la visita a Puerto Rico del cuadragésimo quinto presidente de la nación norteamericana”.
“La menor de las antillas mayores, cuya población la enriquece un grupo enorme de afrodescendientes, le erigirá una estatua al paladín del racismo. La menor de las antillas mayores , cuya población la enriquece gente formidable proveniente de toda Hispanoamérica, le erigirá una estatua al abanderado de la anti-inmigración”, cuestionó Luis Rafael Sánchez en la columna.
Primera Hora auscultó el sentir de los líderes legislativos, así como de senadores y representantes de mayoría y minoría.
El presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, indicó que “no hay presupuestado ni asignado nada por el estilo en este momento. Yo no simpatizo tampoco mucho con Trump, y no creo que haya mucho puertorriqueño que simpatice con él, pero hay una ley (orden administrativa) que exige que todo presidente que haya visitado Puerto Rico se le reconozca de esa manera, pero no está en planes ahora mismo”.
Añadió que “no vislumbro que eso esté en agenda”.
El presidente de la Cámara de Representantes, Carlos “Johnny” Méndez, por su parte, también dijo que no hay presupuesto, pero de acuerdo con la orden administrativa a Trump le tocaría una estatua en la Casa de las Leyes.
“Es presidente y estuvo en Puerto Rico, le correspondería, pero hay que ver si tenemos el presupuesto para sufragarla”, indicó el líder cameral.
¿Pero, se merece Trump una estatua con el trato que le ha dado a Puerto Rico?
“Hay que ver si tenemos el presupuesto y yo no creo que lo tengamos”, respondió Méndez.
Al expresidente del Senado y portavoz de la minoría popular, Eduardo Bhatia le “parece ridículo” que haya una orden administrativa que diga que se tiene que erigir una estatua por cada presidente estadounidense que haya visitado la Isla.
“Ese no debe ser el criterio, el criterio debe ser que lo honremos como puertorriqueños y a ese (Trump) no hay nada que honrarle”, sostuvo Bhatia.
“(Risas) ¿Hay alguien que lo está proponiendo? o ¿es un chiste de mal gusto?… No puede ser…, ¡ah!, pero estamos hablando de afuera (del Paseo de los Presidentes)”, soltó el representante independista, Denis Márquez Lebrón.
“Para empezar, ninguno de los que está allí debería estar allí ni en Puerto Rico, porque es un homenaje al colonialismo y al imperialismo, eso de entrada. Es reconocer en este País, rendirle homenaje a la opresión, a más de 117 o 119 años de colonialismo en Puerto Rico. Me parece una barbaridad todas las (estatuas) que están allí, pero ya la de Donald Trump sería el colmo de los colmos, de la sumisión, de la entrega, de la barbarie y del colonialismo en Puerto Rico. Realmente, es un chiste de mal gusto si a alguien se le ocurre establecer esa estatua”, expresó el legislador del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP).
De primera intención, el representante novoprogresista Víctor Parés Otero, de soltó que Trump llegó a ser presidente “porque la democracia americana así lo permitió, pero ha sido un presidente que ha atacado a la comunidad latina en Estados Unidos”. Dijo que “hay otros lugares, si se le tiene que hacer homenaje, que no sea el Capitolio”.
No obstante, indicó que más allá de Donald Trump, el presidente de Estados Unidos es la figura más poderosa del mundo y Puerto Rico tiene una relación estrecha con Estados Unidos.
“Si estamos viéndolo como la figura de presidente de Estados Unidos, no como Donald Trump, creo que (la estatua) podría verse con buenos ojos”, sostuvo.
“La figura de Trump, en su estilo como persona, siempre está escribiendo en Twitter, a veces escribe cosas un poco hirientes o comentarios fuera de lugar, pero obviamente él es el presidente y viéndolo de esa manera, creo que sería viable que se pueda construir esa estatua. Él vino a Puerto Rico y esa realidad no se puede escapar de nadie”, añadió el legislador novoprogresista.
“Creo que sería perpetuar una falta de respeto al País. Él es un presidente y yo respeto su posición, pero en este momento no estamos para estar erigiendo estatuas. Creo que hay que invertir esos recursos en aspectos que sean más directos en servicios a la gente que bastante falta hacen”, opinó por su parte, el representante popular, Jesús Manuel Ortiz.
“Creo que el País no va a entender lo que significa (la efigie) porque (Trump) no ha sido una persona solidaria con el País. Lo que el gobierno federal ha hecho por Puerto Rico es lo que está llamado a hacer por obligación y sus expresiones públicas no han denotado ni un poco de sensibilidad. Sería demostrar poco respeto a lo que realmente son las necesidades del País”, sostuvo Ortiz.
Añadió que Puerto Rico“necesita más servicios y menos estatuas”.
Otro legislador novoprogresista, Jorge Navarro Suárez, dijo que si se sigue la tradición “se le tendría que hacer una estatua” a Trump.
“Tendríamos que esperar a cuál sería el procedimiento en Superintendencia del Capitolio, que es la que se encarga, pero lo que si no estoy de acuerdo es de la forma y manera en que ha tratado a los puertorriqueños y cómo se ha expresado sobre Puerto Rico, sobre la política actual y sobre otros issues que él ha estado opinando que entendemos que no van a tono con la realidades puertorriqueñas”, expresó Navarro Suárez.
¿Aun así, usted entiende que es merecedor de una estatua, a pesar de que ha humillado a los puertorriqueños?
“Eso tendría que estar en discusión. Todavía sigue su mandato, eso se hace después que sale de la presidencia. Él va a reelección, si sale o no sale, tendríamos que ver si es merecedor o no… Yo dudo que se la hagan, él siendo presidente con todas las polémicas que ha tenido, no tan solo con Puerto Rico, sino con los latinos y con otras clases sociales en Estados Unidos. Ha sido bien vocal utilizando el Twitter, a veces hablando despectivamente de los latinos y Puerto Rico y dudo que se la hagan en su cuatrienio”, sostuvo el representante de la Palma.
Iniciativa copiada de Filadelfia
La idea de reconocer con estatuas frente al Capitolio a los presidentes de Estados Unidos que visiten a Puerto Rico surgió en 2008 por el entonces presidente del Senado, Kenneth McClintock Hernández.
“Hay una tradición desde que yo era presidente del Senado y José Aponte (quien presidía la Cámara en 2008), la acogió. Comisionamos entonces las primeras siete estatuas”, narró McClintock Hernández a Primera Hora.
Actualmente, son nueve las estatuas en bronce que yacen en el llamado Paseo de los Presidentes en el lado sur de la Casa de las Leyes.
McClintock recordó que las primeras fueron develadas en 2008 en la Rotonda del Capitolio, pero se guardaron en un almacén porque la construcción del Paseo iba a demorar. Luego, en 2010, durante la presidencia de Thomas Rivera Schatz en el Senado y Jenniffer González en la Cámara, las estatuas se colocaron en el Paseo.
La última que se comisionó fue la del presidente Barack Obama el 14 de junio de 2011.
McClintock reconoció que hay una situación fiscal diferente, pero sostuvo que una estatua de Trump en el Capitolio puertorriqueño, “es posible”.
“Me imagino que cuando haya los recursos y se pueda montar, será al estilo de las que hay ahora de bronce, con un 10% a un 20% más (grande) que el tamaño real de la persona y sin pedestal. La idea es que uno pueda tocarlas y abrazarlas. Es para que se pueda interactuar con las estatuas”, dijo el expresidente del Senado.
McClintock indicó que la idea la copió del edificio de la Independencia (Constitution Center) en Filadelfia, donde hay un salón con estatuas en bronce de los signatarios de la Constitución de Estados Unidos.
“Hay razones para querer y para no querer a los presidentes, la idea es meramente para conmemorar un hito histórico de que como presidentes vinieron a Puerto Rico por la razón que fuera”, sostuvo el exsenador estadista.
Explicó que las órdenes administrativas de la Legislatura no son leyes, pero son mandatorias hasta tanto se deroguen y se tienen que cumplir en los cuerpos legislativos.
El Walkway of the Presidents fue inaugurado en 2010 a un costo de $987,000, con las figuras de Gerald R. Ford cargando en su mano una pipa; John F. Kennedy, con el gabán abierto; Dwight D. Eisenhower saludando; Harry S. Truman, con la mano en el bolsillo; Franklin D. Roosevelt, en su silla de ruedas y acompañado de un perro; Herbert Hoover, con un sombrero en la mano; y Theodore Roosevelt con una mano apoyada en su costado derecho.
Posteriormente, en 2012, se develaron las estatuas de Lyndon B. Johnson y de Barack Obama.
Se estima que una de estas figuras en bronce cuesta alrededor de $25 mil.
El Paseo en Puerto Rico, que es visitado por turistas que se retratan con las estatuas, ha sido objeto de varios actos de vandalismo y de protesta.
En 2016, vándalos pusieron pintura roja en la cara a cuatro estatuas, les colocaron pañales desechables, les cubrieron los rostros y les colocaron bolsas de basura negras a mitad del cuerpo. Además, se escribió en el piso con aerosol rojo la palabra asesinos.
En 2017 cuatro estatuas fueron rociadas con pintura morada, a la de Kennedy le escribieron PR Libre y en 2012, a la estatua de Roosevelt le robaron los espejuelos y la cadena que los sujetaba.