“En la calle Loíza vive gente”. Ese el recordatorio que hacen los residentes de esa zona de Santurce a los comercios y consumidores, en su reclamo de respeto y consideración a ellos como comunidad.

Los ruidos, desperdicios fisiológicos frente a las casas, insultos y otros incidentes se han convertido en parte de lo que han tenido que soportar de día y de noche a medida que “la Loíza” ha ido tomando auge.  Durante la noche, ya no sorprende que los consumidores vomiten y orinen frente a las residencias, o que griten mientras caminan.  

Según los residentes, a esto se  suma la congestión vehicular -a veces provocada por el servicio de valet parking en medio de la calle-  la falta de estacionamientos, autos que bloquean las entradas de las casas, el aumento de basura y cajas en medio de las aceras,   y el problema de la seguridad.

“Como comunidad estamos llevando una campaña educativa para crear conciencia en los negocios nuevos y consumidores de que este espacio, además de ser comercial, es residencial. Necesitamos que nos tomen en cuenta en el trato”, expresó Taína Moscoso Arabía, de la Asociación de Residentes Machuchal Revive (ARMaR).

Un mural grande frente a la antigua escuela Pedro G. Goyco fue pintado por ARMaR con fuertes colores violeta, amarillo y anaranjado para dar la bienvenida a la calle Loíza.  Tiene escrito las palabras: diálogo, respeto, seguridad y el lema: “En la calle Loíza vive gente”.

Moscoso Arabía indicó que, como parte de la campaña, los residentes se han movilizado a los locales para dialogar sobre el problema con los dueños,  muchos de los cuales han 

estado receptivos y  les dicen a sus clientes que eviten molestar a la comunidad y que mantengan un volumen de voz razonable.  

Aunque no descarta que el crecimiento comercial tiene un lado positivo en la transformación de la calle Loíza, resalta el “desbalance” que provoca el que los nuevos locales no estén diseñados para la gente que no vive allí. Señaló que, antes  los negocios respondían a las necesidades de la comunidad y ahora no. 

“Antes había sastrerías, zapaterías, ferreterías y laboratorios. Todos han sido sustituidos por los negocios de comida en un periodo muy corto de tiempo. Lo que nos gustaría es que hubiera más control”, mencionó. “La calle Loíza está de moda pero para nosotros los residentes se está volviendo en un dolor de cabeza”.

En un recorrido nocturno, Cristina Sesto relató a este medio que disfruta vivir en la calle Loíza pero le resulta desagradable encontrar constantemente botellas plásticas y basura frente a su residencia. 

Isabel Sánchez comentó a través de las redes sociales que su suegra de 93 años de edad sufre mucho en las noches con los gritos y el ruido de las puertas de los autos. Como ella, hay más personas que utilizan la página de Facebook “La Calle Loíza”, para desahogarse sobre las situaciones que viven, y piden más orden y consideración. 

Al reclamo de civismo se suma el llamado a las agencias gubernamentales que otorgan permisos para que tomen en cuenta los tipos de negocios que permiten establecerse, el servicio que ofrecen, la capacidad de la infraestructura y la poca disponibilidad de espacios para estacionamientos. 

La Junta, un local de comida donde también hay música en vivo, tiene desplegado un pegadizo que le recuerda a sus clientes que deben ser considerados al salir del lugar. El letrero es parte de la campaña que llevan algunos residentes para recordar a los consumidores y otros visitantes que en la calle Loíza vive gente. 

En cuanto a la basura y problemas de seguridad, Moscoso dijo que los residentes han estado en conversación con el Municipio de San Juan y la Policía para establecer estrategias. 

“No es que el Municipio de San Juan no hace su trabajo de recoger la basura, es que se ha multiplicado por tantos locales”, manifestó al tiempo que destacó la necesidad de un programa de reciclaje.