La empresaria Matilda Sánchez, una egresada de la Universidad de Puerto Rico (UPR), mantiene un contrato de alquiler con opción de compra de un edificio que la institución heredó a la entrada del Jardín Botánico, en Río Piedras.

Su pago mensual es de $700. Lo obtuvo tras acudir a un proceso al que identificó como una especie de subasta. Para ganarla, cumplió con muchos requisitos. Pero, al final de cuentas, reconoció que someterse a este proceso representó su “promesa de volver a comenzar” y emprender como empresaria.

A la verdad que fue una bendición. No hubiéramos podido hacerlo de otra forma”, destacó.

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En primera instancia, la mujer, conocida como Maite en la comunidad Venezuela, señaló que sin esta oportunidad se le hubiese complicado el establecer su cerrajería The Key Lock and Safe.

“De otra forma, no hubiéramos probablemente cualificado para un préstamo para el edificio y hubiera habido más costos. Porque, si te vas al banco, pues, entonces tienes tasaciones, otros gastos”, expuso.

A Sánchez también le satisface poder aportar al fondo de becas para los estudiantes de la UPR, en donde estudió un bachillerato en informática y una maestría en finanzas.
A Sánchez también le satisface poder aportar al fondo de becas para los estudiantes de la UPR, en donde estudió un bachillerato en informática y una maestría en finanzas. (David Villafañe)

Añadió que “el tener ese contrato de opción de compra no me reserva el poder adquisitivo. O sea, que no me daña el crédito, no me reservan de ese crédito. A veces yo necesito comprar herramientas, inventario para los proyectos que hago, y entonces, pues, si hubiese sido una hipoteca, por ejemplo, mi poder adquisitivo está ajustado a esa deuda”.

Pero, lo que le parece “fantástico” a la empresaria es que los cinco años en los que estará pagando $700 mensuales, sus pagos le serán abonados a la suma total en el que se le venderá el edificio.

Sánchez comentó que esos cinco años que pautó en el alquiler con opción de compra se le vencen en mayo de 2025. No quiso adelantar la suma acordada para terminar la transacción y convertirse en dueña de la propiedad. Pero, aseguró que los ahorros que ha tenido bajo este acuerdo con la UPR, los contratos que consigue para dar servicios y alquilando la mitad del edificio al negocio Doctor Gomas le ayudarán a adquirir la propiedad en efectivo.

La empresaria comentó que tuvo conocimiento del edificio a través del propietario de la gomera. Comentó que, de inmediato, fue a la Administración Central de la UPR a buscar detalles.

“Hablé con ellos y ellos me orientaron”, sostuvo.

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Sánchez comentó que la hicieron buscar “bastantes documentos, pero mucho de ellos no tenían costo y se encontraban en los portales del gobierno”. Se trataba de sus últimas cinco planillas de contribución sobre ingresos, certificaciones de que no tiene deuda en el gobierno y hasta su certificado de buena conducta.

No obstante, señaló que la UPR le ayudó a afinar su plan de negocio, lo que le ha ayudado a tener éxito.

Yo encontré que me dieron bienvenida. Me trataron muy bien. Vieron mis necesidades, me orientaron sobre cuál sería lo más recomendable, tomaron su tiempo. Sí fueron exigente y perseverante en la documentación que uno presenta. Pero, esa ayuda que me proveyó universidad, mínimo me certificó que yo iba por el camino correcto”, afirmó.

La empresaria indicó que en el proceso para adquirir el edificio bajo contrato con la UPR gastó $5,000. Además, tuvo que obtener un seguro de responsabilidad pública que eximiera a la institución de cualquier incidente en el edificio, que dijo tiene un costo de sobre $1,000.

También tuvo que hacerse cargo de las mejoras del edificio, que estuvo sin uso por alrededor de cuatro años. Estas mejoras incluyeron verificar que la pintura no tuviese plomo y el edificio no tuviese asbesto, sellar el techo y arreglar los pisos, entre otras cosas.

Otro aspecto del cual la UPR es exigente es en conocer si transfiere mensualmente sus partidas del Impuesto de Venta y Uso al Departamento de Hacienda, así como si cumple con todas las regulaciones.

Pero, lo más que le satisface a Sánchez es que, “ahora mismo, gracias al beneficio que nos extendió la Universidad, de esas facilidades viven siete familias. Entre la gomera y yo, que estoy en la cerrajería, ahí tenemos siete compañeros de trabajo que están día a día trabajando. Aportamos a la comunidad, porque presentamos productos y soluciones, precisamente, para el barrio Venezuela y Río Piedras, que tiene su nivel económico y sus necesidades particulares, que no lo va a tener, por ejemplo, una cerrajería que venga de Plaza Las Américas”.

Los establecimientos atienden las necesidades cercanas a los residentes del barrio Venezuela y Río Piedras.
Los establecimientos atienden las necesidades cercanas a los residentes del barrio Venezuela y Río Piedras. (David Villafañe)

A Sánchez también le satisface poder aportar al fondo de becas para los estudiantes de la UPR, en donde estudió un bachillerato en informática y una maestría en finanzas.

“Entiendo que estos programas de beca es el futuro de Puerto Rico”, dijo.

Tras contar su historia, Sánchez se unió al llamado para que la ciudadanía reporte a la UPR los edificios, fincas, casas o apartamentos que estén abandonados o no se sepa si tienen herederos. Es que expuso que, con más propiedades, la Universidad puede ayudar a más personas que quieren emprender.

“Yo entiendo que esto es un incentivo, es una forma de desarrollar nuestro mercado, nuestras profesiones. La Universidad lo está haciendo de una forma humana, es una forma que se identifica con las necesidades de las personas”, concluyó Sánchez.