El cheque le sigue bajando pero la pensión no
La reducción de jornada laboral obligan a Luis y Jorge a hacer malabares todos los meses para pagar la manutención de sus hijos y poder vivir, aunque su quincena quede en cero.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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El más reciente talonario de pago de Luis M. Díaz Natal llegó en cero luego de que le redujeran la jornada laboral a 20 horas semanales en la Secretaría de Recreación y Deportes del Municipio de Ponce.
Las deducciones por concepto de Retiro, Seguro Social, préstamos con AEELA, la pensión alimentaria para tres de sus seis hijos y otras misceláneas consumieron los $315 que estaba supuesto a cobrar.
Esta no es la primera vez que le ocurre, pues en reducciones anteriores aplicadas por la alcaldesa María Meléndez Altieri, también hubo momentos en que no le sobraba un peso.
Díaz Natal, de 45 años, paga $396 para la manutención de sus hijos de 17, 19 y 21 años, quienes son estudiantes. A pesar de que ha enfrentado varios periodos de jornada reducida desde 2009, la pensión alimentaria no bajó, sino que subió.
“La pensión se atrasó porque la mamá de los nenes pidió un dinero más, a pesar de que había caído en reducción de jornada. Pero, pues, se pudo hacer el plan de pago y gracias a Dios he estado bien para ayudarla”, expresó Díaz Natal, quien dijo que su expareja ha sido “flexible” en este proceso.
De los $396, el municipio le paga $304 directamente a la Administración para el Sustento de Menores (Asume). El padre, que lleva 18 años como técnico de deportes en el ayuntamiento ponceño, tiene que conseguir $46 quincenales para abonar al plan de pago.
¿De dónde saca el dinero para eso y para mantenerse?
Pues, del seguro por desempleo, al que ha cualificado dos veces en todo este tiempo –ahora recibe $228- y de lo que pueda conseguir por su cuenta como dirigente de baloncesto.
“Desde el 2009 para acá ha sido un desbarajuste. Se le ha hecho difícil la situación a uno como empleado. Tuve que entregar el carro y me tuve que ir a vivir un tiempo con mi madre. A veces, como ser humano, me siento debilitado, sin fuerzas, pero mis hijos son los que me dan la motivación de seguir hacia adelante, contra las injusticias”, expresó Díaz Natal.
El empleado reconoció, no obstante, que se le hace difícil destinar dinero extra para cubrir otras necesidades de sus hijos, como lo relativo a educación.
Lo mismo le ocurre a Jorge Rivera García, quien se desempeña como inspector en la Oficina de Permisos del Municipio de Ponce.
Rivera García ganaba $1,654 mensuales cuando empezó la reducción de un día quincenal en el 2009. “Jamás y nunca he vuelto a ver ese sueldo”, manifestó.
Cuando le redujeron la jornada a 20 horas hace tres años, su salario bruto bajó a $884. En septiembre del año pasado lo subieron a 30 horas y en julio lo volvieron a bajar a 20.
“En la última quincena, cobré $442, pero me sacaron $103.50 de plan médico, $119.93 de pensión, $55 del préstamo que tengo en Retiro y otras cosas. Cuando vengo a ver, lo que me sobró neto para pasar la quincena fueron $79.82. En la próxima, que no me van a sacar el pago de pensión, cobraría $199.78. Lo que estoy recibiendo neto para pasar el mes es $279.59”, detalló el trabajador de 46 años.
Rivera García vive con su esposa y dos hijos de 14 y 10 años, y tiene un hijo mayor de 15 años al que le paga pensión. El año pasado estuvo en riesgo de perder su casa, tiene todos los préstamos atrasados y el crédito se le dañó. No cualifica para el seguro por desempleo, ni cupones de alimentos.
Durante este tiempo, ni él ni la madre de su hijo mayor han pedido ajuste en la manutención.
“Mi relación con mi exesposa es de cordialidad. Yo estaba subiendo a San Juan a ver al nene, como me habían estipulado, pero tan pronto me anunciaron la reducción de jornada, que vi que se me hacía difícil, dejé de hacerlo. Ella siempre me lo trae una vez al mes, o los abuelos. Le agradezco a Dios y a ella no tener que ir al tribunal a litigar este asunto. Se ha podido bregar. El pagaré se ha quedado igual”, sostuvo.
La esposa de Rivera García también trabaja en la Oficina de Permisos de Ponce y nunca le han bajado la jornada para que el golpe no fuera tan fuerte en este núcleo familiar. No obstante, dijo que ella tiene que atender una condición médica de su mamá y mantener a una hija universitaria, por lo que “hay dos sueldos, pero es como si hubiera uno solo”.
“Es un día a día que vivimos y no es fácil”, comentó Rivera García, quien usa sus conocimientos en mecánica industrial e ingeniería electrónica para hacer reparaciones y trabajos del hogar en su tiempo libre.