El cambio climático golpea a los pescadores del sureste
En plena cuaresma, las pescaderías de Manunabo, Patillas, Arroyo, Santa Isabel y Juana Díaz están cerradas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Guayama. Aunque las condiciones del tiempo han mejorado un poco en los últimos días, las corrientes marinas, lluvias y el viento fuerte y constante obligan a muchos pescadores a tirar chinchorros y cordeles en la orilla, limitando sus salidas a alta mar para llevar el sustento a sus hogares.
“Este ha sido uno de los años que más brisa ha soplado. Antes del huracán María había viento, pero se salía a pescar y el viento siempre se mantenía entre 15 a 18 nudos. No subía, a menos que hubiera un mal tiempo, pero ahora sube a cerca de 25 a 30 nudos y es continuo. En la semana un día o tres, son buenos, pero luego el tiempo se pone malo. La naturaleza ha cambiado mucho de María para acá. Eso reduce la pesca, hay pesca, pero es menos”, subrayó el presidente de la Federación de Pescadores Comerciales de Puerto Rico, Miguel Ortiz Serrano.
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“En estos días hubo una mejoría. Los muchachos han salido a pescar y pescaron bastante, pero hoy el viento subió. Iban a salir y no pudieron. Vamos a ver qué pasa”, expresó el también presidente de la Villa Pesquera Punta Pozuelo, en Guayama, y miembro de la Junta Asesora de Pesca del DRNA.
Ortiz Serrano sostuvo que en esta cuaresma la pesca en Puerto Rico, “está como en un 70%” de su capacidad. “Hay muchas villas pesqueras cerradas en el sur, como las de Patillas, Maunabo, Arroyo, Santa Isabel y Juana Díaz. Las únicas que están operando son Salinas y Guayama, y la demanda es bien fuerte y a veces no damos abasto”, expresó en entrevista con Primera Hora desde la pescadería en Pozuelo.
“En cuaresma es cuando más frecuentemente salen al mar por la demanda de pesca, pero si las condiciones no lo permiten se aguantan. Algunos, como yo, salimos a la bahía de noche cuando las aguas son más tranquilas. Aunque hay un poco de brisa uno puede pescar, pero es por chinchorro y cordel, y la pesca es mucho menor”, abundó Ortiz Serrano, quien proviene de una familia de generaciones de pescadores guayameses.
También dijo que muchos pescadores están desmotivados porque las, “prometidas ayudas federales post María no han llegado como se supone que lleguen y solo algunos han recibido algo, de un programa del Departamento de la Vivienda federal, pero son bien pocos”. Agregó que no pasan de 15.
“Piden demasiados requisitos, cinco puntos de crédito, título de propiedad y número de catastro, cuando muchos pescadores no tienen casa, viven con sus padres o familiares. Hace un año que yo apliqué y me siguen pidiendo requisitos”, sostuvo Ortiz Serrano.
Denunció también que a algunos pescadores el DRNA les retiene las licencias o se las deniega, después de haber pagado los derechos. Actualmente, una licencia de principiante tiene un costo $10 y la de un pescador comercial cuesta $40 por un período de cuatro años. Esto es sin contar los permisos especiales por especie, como la langosta, carrucho y el juey que son de entre $15 a $20 y los de pesca incidental $7, entre otros.
“Hay una demanda ahora bien grande porque la gente consume mucho pescado en cuaresma”, dijo Ortiz Serrano, mostrando en los congeladores especies como dorado, boquicolorao, pez pluma, balajú, peto, chapín y arrayao. “También, tenemos pulpo del País, carrucho no, porque la situación del carrucho en este momento está delicada. No hay bancos, lo buscamos en Naguabo, Fajardo y Cabo Rojo, y lo traemos aquí, pero está bien carito y no se está cogiendo mucho”, indicó.
“He recorrido varias partes de Puerto Rico hasta donde he podido llegar, la pesca en Puerto Rico no está muy buena que digamos. Hay situaciones como las condiciones del tiempo que no son favorables para los pescadores salir al mar a pescar y por esa razón, hay pescado en unos lugares y en otros no, porque las condiciones del tiempo no lo permiten”, sostuvo el líder de los pescadores comerciales.
“Soy pescador desde los siete años, prácticamente desde que salí del cascarón. Mi familia toda es descendiente de pescadores. Me crié en este barrio Pozuelo de Guayama que es un islote y hay un puentecito que conecta la comunidad. Yo recogía sal en una marea que había aquí y ya no existe. Tumbaba cocos, trabajaba una finca con mi papá que tenía de ajonjolí, yuca, gandules y de todo eso nosotros vivíamos. Mis tíos tiraban chinchorros, pescaban en toda esta área y vivían de la pesca y opté por ser pescador también. Me gustaba y me gusta tanto que todavía sigo siendo pescador”, compartió Ortiz Serrano.
Relató que se fue un tiempo a los Estados Unidos y hace 20 años regresó. “Volví a ser pescador porque esas son mis raíces. Estoy aquí dispuesto a seguir luchando por los pescadores porque esto me gusta y lo llevo en la sangre. No creo que nada me pueda hacer cambiar, solo la muerte porque esa la tenemos todos segura. Pero seguimos para adelante, bregando contra viento y marea”, aseveró.
Dijo que muchas de las vedas de temporada están establecidas por las normas de la NOAA para proteger algunas especies que “consumimos y utilizamos para venta”, como la sama, el mero cabrilla y los chillos, aparte del carey que ha estado en veda desde hace muchos años.
“En el mero cabrilla nosotros votamos en la Junta Asesora de Pesca a favor de una veda porque había la necesidad de que se procrearan. El mero cabrilla abunda aquí en el banco del área sur y la veda es desde diciembre hasta febrero 28. Me hablaron para mover 15 días la veda porque están desovando casi en marzo. Les dije que no habría ningún problema si es por el mismo período de tiempo y si es para proteger la especie porque los pescadores dependen mucho del mero cabrilla también”, indicó el Presidente de la Federación.
Explicó que el chillo tiene veda desde octubre hasta diciembre. Ahora en abril, detalló que comienza la veda del sama “y tenemos dos meses de veda, que para nosotros termina el 31 de mayo, pero en agua federal termina en junio, donde tiene tres meses de veda”. Agregó que esas tres especies son comestibles y tienen que ser protegidas para que puedan procrearse.
“El carrucho tiene como tres o cuatro requisitos de veda porque tiene la veda desde agosto hasta octubre 31, tiene la restricción del tamaño y la restricción del casco (caracol) porque mientras vayas en el camino lo puedes picar en el bote pero tienes que devolver el casco al agua. Es una de las especies que más se ha visto afectada tanto por la contaminación como por el cambio climático”, dijo para agregar que el juey común también tiene una restricción de tamaño de dos pulgadas.
Además, explicó que el pez boquicolorao tiene requisito de tamaño (cinco pulgadas) y el chapín (siete pulgadas). “Son cinco especies de chapín y dos tienen restricciones de las pulgadas. La colirrubia de 10.5 pulgadas en adelante la puedes coger. Lo demás se puede coger todo el año y el arrayao, que aquí se puede coger, pero a nivel federal tiene veda”, detalló Ortiz Serrano.
De la pescadería que encabeza en Pozuelo dijo que el Departamento de Agricultura les ha puesto trabas al contrato de alquiler del local que mantiene por 20 años. “Suben la renta y las condiciones que imponen no son favorables para los pescadores que administran villas pesqueras. Este es otro golpe más a los que nos dedicamos a vivir de la pesca en Puerto Rico”, reclamó el pescador guayamense.