Luquillo. “La Capital del Sol” es sinónimo de playas y buena gastronomía, máxime de Los Kioskos. Es imán de turistas, tanto locales como internacionales, quienes durante sus vacaciones suelen hacer visitas obligatorias a Luquillo.

Pero, Luquillo es más que diversión de “wikéns”, más que un “spot” turístico y requiere atención para que su gente viva a plenitud. Esto reclaman algunos de sus 17,781 habitantes, número que contabilizó el Buró del Censo de los Estados Unidos de 2020. Sobre todo, piden tener a un alcalde presente.

“Luquillo está patas arriba. El alcalde (Jesús “Jerry” Gerardo Márquez Rodriguez), es alcalde, pero no vive aquí. Ese hombre brilla por su ausencia. Yo no sé por qué siguen votando por ese hombre”, tronó una residente a Primera Hora, quien negó revelar su identidad por temor a represalias por parte del municipio.

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Acorde a un joven de 28 años que conversó con este medio, también bajo anonimato, Luquillo ha sido víctima del desplazamiento y el “sobreturismo”, lo que ha llevado a que se ignoren las necesidades de los locales.

Este “sobreturismo” ha provocado que arrendadores vendan casas para convertirlas en hospederías a corto plazo, desplazando a los locales y obligándolos a buscar, sin frutos, un lugar digno y asequible de vivienda.

“El ‘overtourism’, demasiados turistas, es un negativo. A mí me ha ayudado un poco, especialmente como mesero, por las propinas. Pero, también desplaza…a la gente local. Yo he tenido amistades que están alquilando y se han tenido que mudar, porque los dueños de la casa decidieron, en vez de alquilar otro local, (dicen) ‘vamos a arreglar la casa y alquilarla como Airbnbs’. Pero, esa gente (los arrendadores) ni viven aquí tampoco”, denunció.

“Los Airbnbs son de las cosas más (perjudiciales) que impacta a Luquillo. (Se nos) hace bien difícil vivir localmente. Ahora mismo, yo, con 28 años, no podría conseguir mi propia casa, un apartamento, un alquiler. Tendría que buscar otro trabajo y yo trabajo los siete días (de la semana)”, agregó.

Cuando este diario le cuestionó a una comerciante si tenía alguna inquietud como residente luquillense, inmediatamente comenzó a dictar una larga lista de todo lo que su pueblo necesita: más estacionamiento, iluminación, recogido de desperdicios sólidos y una medida para controlar los altos niveles de música “constante” de personas que se quedan consumiendo de las barras y restaurantes en el casco urbano de noche.

“Aquí en el pueblo no hay iluminación, aquí no recogen (la basura). Los comerciantes somos quienes recogen esta área aquí (la acera), porque aquí no vienen a recoger”, subrayó la mujer quien igualmente habló bajo condición de anonimato por temor a represalias, ya que consideró que “Jerry es un peligro”.

La empresaria mencionó que hay una alta proliferación de gatos, gallinas y gallos en todas partes del pueblo, parques de pelota con alta vegetación y pocas oportunidades para que la juventud se desarrolle deportivamente.

“No hay parques para niños. Si tú quieres que tu hijo esté en un equipo de pelota, tienes que salir (de Luquillo)”, lamentó.

El enfrentamiento más reciente que vivieron los comerciantes contra Márquez Rodríguez, según la empresaria, surgió cuando la administración municipal dijo que retiraría los contenedores de basura de los comercios del casco urbano. Les sugirió colocar las bolsas de basura en la acera para su recogido. Esto atrajo insectos y moscas, recordó la mujer.

“Se formó un revolú, porque nosotros habíamos coordinado una reunión con él y él no las dio después de que recogieron las ‘dumpsters’”, relató.

Luego, se les permitió a los empresarios depositar sus desperdicios en los predios del Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT), pero la llave para acceder al área se le entregó a un solo comerciante. Como resultado, otro negociante retó esta realidad tirando su basura en los zafacones de la Casa Alcaldía. Tras la intervención con la Policía Municipal, se removió el candado que limitaba el acceso para entrar al área en el CDT para que, así, todos pudieran depositar su basura.

“¿Ahora qué pasa? Que nosotros pagamos y ahora todo el mundo hecha la basura allí. Lo que tienen es un desastre”, sostuvo la mujer.

Por otro lado, la comerciante recalcó que “no hay nada de comunicación” entre los comerciantes y el alcalde. Tampoco se les otorga ayudas contributivas, expresó.

“Como (el alcalde) no está, como no camina (por las calles, pues no sabe). ¿Cómo tú te vas a enterar de lo que tiene tu pueblo si tú no caminas?”, cuestionó la mujer quien desea “un cambio” de mando como resultado de las elecciones generales de noviembre.

Otro tema que se denunció fue la actividad criminal del pueblo. La oficina de prensa del Negociado de la Policía de Puerto Rico (NPPR) reportó un asalto y una balacera en julio y agosto, respectivamente, además de los 54 crímenes registrados hasta el 31 de mayo que incluyen dos violaciones, dos robos, 14 agresiones agravadas, cinco escalamientos, 30 apropiaciones ilegales y un vehículo hurtado.

“Luquillo es uno de los pueblos más bellos que tiene la Isla y, ‘hello’, vas a tener (turistas), pero hay que también (atender a la población local)”, recalcó el joven.