“Nunca había visto morir tantas personas de repente... esto es nuevo para mí”

Se escuchaba angustiada. No es para menos. La infectóloga Iris Velázquez tiene jornadas de hasta 10 días trabajando por 14 horas en diversos hospitales del área oeste de la isla tratando de salvar las vidas de las víctimas del último repunte de casos de COVID-19, un oleaje que llegó con más potencia a causa de la variante Delta, la cual resulta más contagiosa y deteriora con mayor rápidez el sistema respiratorio de los pacientes, particularmente de aquellos que no se han vacunado.

Entre los que ha visto en condiciones críticas se encuentran embarazadas, jóvenes adultos, familias completas, progenitores con sus hijos.

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“En el fin de semana hubo un día que se reportaron 13 muertes... seis fueron de nosotros. Esto es muy triste. Esta enfermedad, ahora con la variante Delta, es muy dramática. No hay consenso de que pueda ser más agresiva que la cepa anterior, pero nuestra experiencia en el field es que sí lo es. Tenemos pacientes que se nos van en 24 horas”, expresó.

Acotó que, a diferencia de lo que veía en meses anteriores, ahora está atendiendo a familias completas.

“Hay una transmisión comunitaria brutal en el área pero la mayoría ocurre dentro de las familias. Papás, mamás, hermanos, esposos... los colocamos juntos en la habitación. Hemos tenido muchísimas parejas enfermas. Y los que nos llegan viejitos, si no tienen vacunas, la mayoría no están sobreviviendo. Y eso me parte el alma porque esos viejitos son responsabilidad de su familia. Tan reciente como esta semana murió una señora y al par de días falleció el viejito”, dijo apenada.

Según el último Informe Sobre Vacunación en Puerto Rico que publica la Coalición Científica, el resumen por grupo demográfico indica que en los grupos de 60 años en adelante -donde se estima hay 918,333 personas- se han logrado vacunar 615,830 en la isla.

En este sector de adultos mayores, el más vulnerable a desarrollar una enfermedad severa del COVID-19 y donde más se han registrado fallecimientos durante toda la pandemia, faltan por inocular unas 302,503 personas. En el grupo de 80 años en adelante las personas sin inocular suman 75,531.

“Soy infectóloga desde el 2008 y nunca vi morir tanta gente como en estas semanas. Es terrible. Al principio, los brotes eran en gente joven. Ahora están llegando los viejitos y muchos de ellos no están vacunados y se nos mueren. Te lo digo con mucha pena, se nos mueren”, dijo frustrada la especialista al recordar que el pronóstico para estos pacientes pudiera ser más alentador si estuvieran inoculados.

Aseguró que desde julio se ha visto un incremento en pacientes de coronavirus y acotó que entre el 80% y 90% de los contagiados no tiene completadas las vacunas por razones que van desde miedo hasta teorías de conspiración.

“Pero una vez llegan lo primero que me dicen es: ‘por favor, doctora, quiero vacunarme...vacúneme’. Pero ya es tarde. Ya no se puede. Aquellos que sobreviven tienen que esperar 20 días y si se les dio plasma tienen que esperar tres meses”, acotó.

Velázquez mencionó que el flujo de pacientes es a tal grado que en uno de los hospitales que trabaja se llenó un piso con pacientes de COVID. El área de intensivo también está hasta el tope.

“Ahora mismo en uno de los hospitales si llega alguien con un infarto no hay intensivo disponible. Hay que esperar que alguien fallezca para subirlo. Así está la situación. El gobierno dice que hay camas disponibles y, posiblemente, es cierto. Pero las camas no se atienden solas. No tenemos enfermeras, médicos y terapistas para atender esas áreas. Esta situación hay que verla a través de nuestros ojos”, reafirmó.

El agotamiento del personal, que labora entre 12 a 16 horas diarias, también debe ser motivo de reflexión. Además, han tenido situaciones de contagios entre empleados que, aunque no enferman de gravedad, provocan un vacío de recurso humano en el momento de mayor crisis. El protocolo dicta que si un empleado resulta positivo debe retirarse del área de trabajo hasta que se recupere. Además, deben aislarse a los compañeros que tuvieron contacto con los infectados.

Según Velázquez, la transmisión comunitaria de COVID-19 se está reflejando en la isla, pero de una forma marcada y sostenida en el área oeste.

“En unos pueblos está afectando más que en otros. Por lo que estamos viendo en los números hasta hace dos días te diría que Aguadilla es el epicentro de la situación del COVID-19 en Puerto Rico y lo sabemos porque la tasa de positividad está sobre 20%... lo peligroso de esto es que tenemos a un personal sumamente agotado. Me da mucha pena ver a las enfermeras tan cansadas. No estamos hablando de dos semanas o un mes. Llevamos año y medio en un ambiente bien intenso. Y por lo que estoy viendo en el día a día nos queda pandemia por buen tiempo. No le veo salida”, dijo Velázquez.

Según informó por comunicado de prensa el Departamento de Salud entre el 15 y el 21 de agosto 67 personas fallecieron a causa de COVID-19. De estos, 56 fueron personas no vacunadas. Mientras 11 de las personas fallecidas, a pesar de estar vacunadas con al menos un dosis de la vacuna, también, padecían de diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales, entre otras, que complicaron la severidad de la enfermedad.

Por su parte, la Principal Oficial Médico del DS, Iris Cardona, explicó que hasta el 21 de junio de 2021, el riesgo de contagio para las personas no vacunadas fue de un 6.9 veces mayor que entre los completamente vacunados.

“Ahora con la variante Delta, nuestra preocupación sigue siendo el grupo de personas que no están vacunadas. Hemos continuado nuestros esfuerzos de vacunación y llevando el mensaje adecuado y correcto, porque las vacunas continúan brindando protección. Así lo demuestran las recientes estadísticas; las vacunas ayudaron a prevenir 16,505 contagios, 1,307 hospitalizaciones y 367 defunciones”, aseguró Cardona.