Cuentan las horas para que llegue apoyo, principalmente del gobierno, pero la ayuda no llega... no como la necesitan.

Ayer fue uno de esos días en los que esperaban un contingente de agencias en el residencial que los ayudarían a dar los primeros pasos para superar la crisis por la que atraviesan; una más en la secuela de episodios de violencia que se suscitan en esa  comunidad de San Juan periódicamente; pero así mismo se quedaron: esperando. 

La convocatoria la hizo desde el viernes pasado, la representante popular por el Distrito 3 de San Juan, Sonia Pacheco, pero  muchos brillaron por su ausencia.

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“Los voy a tirar al medio y no me importa, aunque se molesten conmigo... Yo le respondo a mi gente y no al gobierno”, dijo la legisladora, quien criticó negativamente a la Administración de Vivienda Pública (AVP) por no enviar algún funcionario a la actividad.

“La ayudante del administrador Gabriel López, me dijo simplemente que tenía muchas cosas y que se le había hecho muy difícil coordinar los servicios (para Monte Hatillo) en el día de hoy (ayer). No me pudo llamar viernes, ni sábado, ni domingo, ni lunes”, indicó  Pacheco.

La representante popular arremetió contra  la AVP señalando, “que sí está cuando hay que sancionar a alguien en el residencial para quitarles las cisternas a la gente en medio del racionamiento de agua, pero no cuando tiene que explicar por qué hay 140 apartamentos vacíos y tanta gente que los necesita”.

“Aquí Vivienda Pública no ha venido para nada y es a quien le corresponde estar aquí”, dijo molesta.

La legisladora cameral  tronó incluso contra el Departamento de Educación (DE), porque la aprobación de las terapias para los niños y  niñas de educación especial se están  tardando.

Pacheco hizo un llamamiento el viernes -a través de Primera Hora-  para que ayer acudieran a Monte Hatillo el mayor número de sicólogos posibles porque su interés es la niñez.

Los menores son los que más se asustan, sobre todo, con los tiroteos que se dan allí.

Algunos lo confiesan, otros no,  porque hasta cierto punto un niño o  niña  que reside en Monte Hatillo se acostumbra a cierto grado de estrés cuando la violencia vuelve a golpear  a su comunidad.

“Ya a mí no me gusta salir tanto... desde la muerte de mi hermano el 30 de julio. A él lo mataron durmiendo”, dice un niño, quien ha experimentado las secuelas del crimen en lo que más duele: la vida perdida de un ser querido.

“La nena, que tiene nueve años, cuando escucha los tiroteos se pone a gritar…  Cuando escuchamos los tiros, yo me meto con ella y con mi otro nietecito en el pasillo. Allí es más seguro porque no hay ventanas y  nos protege la pared del cuarto y la pared del pasillo”, relata una abuela que reside en Monte Hatillo y  que prefiere que no se publique  su nombre para poder hablar sin miedo.

Estos días el ambiente está  tranquilo en el caserío porque después de los tiroteos de la semana pasada hay una vigilancia policial constante.

“Pero, ¿qué va a pasar cuando se vayan?”, pregunta la abuela, preocupada de que el Gobierno se vuelva a desentender de lo que pasa en los residenciales públicos de la 65 de Infantería; que es lo que ha pasado siempre, según el testimonio de la mayoría de los residentes.

“Ellos saben que hay una guerra”, dice acerca de la   niñez de Monte Hatillo, Fiara Soler, otra residente del complejo de vivienda pública.

Fiara no deja  bajar del apartamento solas, ni siquiera que se asomen al balcón, a su hija de 8 años ni a su sobrina de 12 años.

Con las patrullas de la Policía que están apostadas en el complejo residencial se siente más tranquila y dice que es preferible no poder dormir por el ruido del helicóptero policial que  escuchar los tiros de los delincuentes.

¿Qué solución le ves a toda esta violencia?

 “Tiene que haber de todo… Hasta los mismos impuestos hacen que la gente que antes tenía oportunidad de tener un trabajo,  no lo tengan y cojan la opción de irse por la parte más fácil… La droga es lo que mueve”, dijo.

Marianela Figueroa dijo que uno de sus nietos está operado del corazón y cuando escucha el tiroteo entre caseríos, “llora y se pone muy nervioso”.

“Ellos –los que se disparan- deberían dialogar para acabar con esto… Todo se puede”, afirma esperanzada en que un día haya paz duradera entre vecinos.

Reciben ayuda sicológica

 Familias Capaces, Inc. fue el único grupo que se apareció ayer y ofreció un servicio que parece ser el más adecuado para esa comunidad: servicios sicológicos en el propio residencial.

“El estrés es un condición cotidiana en estas circunstancias. Aquí las familias viven una situación de trauma eterno”, diagnosticó la directora ejecutiva de la entidad, Aysha Concepción Lizardi.

Familias Capaces, Inc. se ha especializado precisamente en brindarles ayuda a los residentes de vivienda pública, mediante el auspicio privado o del gobierno.

“Los servicios tienen que ser continuos y accesibles en estos casos”, dijo Concepción Lizardi, subrayando las dos palabras.

En casos como el de Monte Hatillo y los caseríos Monte Park y Jardines de Berwind hay que atender a las familias completas y darles  apoyo y adiestramiento también a los líderes comunitarios.

Berwind y Monte Park deben encausar la búsqueda de soluciones a los problemas que aquejan a los vecinos.

Con la violencia misma quizás no se pueda trabajar, pero sí con estrategias para prevenirla.

La Administración de Servicios de Salud Mental y contra la Adicción (ASSMCA) envió ayer a una representante a Monte Hatillo.

También el líder recreativo de este residencial, Luis Manuel Colón, estuvo representando en la actividad a la Administración de Recreación y Deportes.

Los niños y niñas jugaron con los inflables y disfrutaron de una tarde en paz, como debiera ser siempre.