¿Debe haber una edad límite para dejar de conducir?
Más de una tercera parte de licencias vigentes en Puerto Rico corresponden a personas de entre 60 y más de 100 años de edad.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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¿Envejecer es una razón para dejar de conducir?
La pregunta para establecer si debe haber una edad límite para conducir en Puerto Rico es controversial y se ha planteado por años, particularmente, cuando ocurren incidentes graves o fatales en choques que involucran a adultos mayores de 60 años o más como los que han trascendido en semanas recientes.
La realidad es que en la isla existe una edad mínima -16 años- para adquirir la licencia de aprendizaje y conducir, pero no hay una edad específica en la que se deba dejar de guiar. De hecho, de las 2,022,531 licencias vigentes que hay actualmente en Puerto Rico, más de una tercera parte, el 34.8% (703,365) corresponden a personas de 60 años o más, según datos entregados a Primera Hora por el Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP).
Además, contrario a las percepciones, los adultos mayores no son la principal amenaza de choques en la carretera. Según se desprende de las estadísticas del Negociado de la Policía, de los 271 choques fatales ocurridos en el 2022, el 20.3% (55) se evidenciaron entre personas de 20 a 29 años; seguido por el grupo de 30 a 39 años con un 17.8% (48); y el de 40 a 49 años con 13.3% (36).
“Cuando analizas los datos la mayoría de esos choques entre jóvenes adultos de 20 a 39 años se dieron entre conductores y motociclistas. Pero si vas a las estadísticas de gente con más edad tenemos que para el 2022 murieron 60 personas de 60 años o más, y en ese grupo fueron los de 70 a 79 años los que más fallecieron con un 10.8% (29) de los casos. Pero un dato importante es que, si te fijas en los renglones, aquí la mayoría fueron peatones y no conductores”, determinó el teniente Elvis Zeno, director auxiliar del Negociado de Patrullas de Carretera.
Zeno explicó que la mayoría de los choques graves o fatales- donde por obligación se hacen pruebas de alcohol en sangre a los implicados- ocurren entre la población más joven y el denominador común en estos casos son el exceso de velocidad o guiar en estado de embriaguez.
En cambio, cuando se investigan los casos que involucran a personas de 60 años en adelante, se suman otros factores como percances de salud e, incluso, suicidios.
“Tenemos varios casos identificados y los tenemos aparte porque entendemos que fue por muerte natural. Se trata de casos en que se van descartando las causas y que en el proceso de entrevista a familiares nos indican que eran personas que padecían, por ejemplo, del corazón. Recientemente, tuvimos el caso de este señor que había sido dado de alta recientemente, estaba delicadito de salud y tuvo un accidente en el que murió. Obviamente tenemos que esperar que llegue el protocolo de autopsia para determinar que realmente fue por muerte natural o no, pero nos da un indicio. En cambio, estamos viendo un patrón en el que también hay personas que se quieren privar la vida. Aunque esto es algo que lo estamos viendo en personas de 40 años en adelante, también hemos tenido adultos mayores. Esos casos son más difíciles de probar, pero los hemos tenido. Recuerdo ahora mismo el de esta mujer mayor que estaba en un establecimiento en Dorado y dijo: ‘me voy a a matar’. Se fue en su vehículo a alta velocidad y se estrelló contra un árbol y, lamentablemente, perdió la vida. Son personas que optan por quitarse la vida con su vehículo”, sostuvo Zeno.
Pero, los ejemplos mencionados no son situaciones que se limiten únicamente a las personas de mayor edad.
De hecho, en Mayagüez llamó la atención el caso de un joven de 18 años que perdió el control del vehículo que manejaba impacatando varios objetos fijos. A raíz de lo ocurrido, un pasajero de 17 años falleció y otras dos jovencitas de 15 y 20 años resultaron heridas. La investigación señaló que el adolescente que conducía el carro - y resultó herido- se desmayó por un bajón de azúcar, pues era diabético.
Para el director estatal de AARP (Puerto Rico), José Acarón, el tema de control al otorgar licencias de conducir debe analizarse, más allá de la edad, desde un punto salubrista y poniendo en contexto el reto demográfico que hay en la isla, la cual está enmarcada en una población que cada año es más vieja.
Recientemente trascendió que Puerto Rico ocupa el séptimo lugar en el mundo con el mayor porcentaje de personas de 65 años o mas, según un informe del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
De hecho, El Nuevo Día resaltó que un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ubica a la isla como el país en el segundo lugar con el nivel de envejecimiento más avanzado de Latinoamérica y el Caribe, destacando que el 27% de la población tiene 60 años o más.
De otra parte, el año pasado un estudio de AARP reveló que a nivel global la población de 50 años o mas aporta casi una tercera parte del Producto Interno Bruto (PIB) al ejercer sus roles como trabajdores, empresarios, cuidadores y voluntarios, entre otros.
Con todos estos escenarios -añadiendo que Puerto Rico carece de un sistema de transportación pública robusto y que no hay seguridad para los peatones con calles accesibles y de fácil movilidad- es evidente que hay una cantidad considerable en la calle de conductores que son adultos mayores.
Datos recopilados por DTOP indican que, de los 703,365 adultos mayores con licencias vigentes, hay 370,620 del grupo demográfico de 60 a 69 años; unas 237,851 entre las personas de 70 a 79 años; otras 86,388 que tienen entre 80 a 89 años; y 8,415 que tienen entre 90 a 99 años.
Llama la atención que la agencia tiene registrado a 91 personas con licencias vigentes que tienen 100 o más años. Cabe señalar que de las fatalidades registradas entre enero y el 20 de julio de 2023 y adjudicadas a choques de tránsito, solo hay dos casos de 90 años o más, y se trata de dos pasajeras. Mientras, no se registran muertes de personas de 90 años o más en los choques fatales del 2022.
“Cuando observas lo que está ocurriendo es un asunto de necesidad y falta de recursos porque no hay transportación pública o aceras seguras. Aquí la cultura del carro es muy fuerte y nos obliga a casi todos a tener un auto. Pero más allá de eso, la parte del manejo no puede limitarse por edad. Envejecer no es razón para dejar de conducir. Esto es un problema que se tiene que atender desde un punto salubrista. Hay personas que no están capacitadas médicamente para guiar y solo tienen 30 o 40 años. Decirle a una persona que tiene que dejar de guiar por razón de edad, sin tener otra justificación válida, puede ser una decisión caótica porque muchas de estas personas no tienen ayudas o tienen, por ejemplo, otra forma de ir a sus citas médicas o al supermercado”, opinó Acarón.
Puntualizó que la única forma de atender la situación es que cuando la persona saque o renueve su licencia, entregue un certificado médico que sea completado exclusivamente por el médico primario del conductor.
Actualmente, el DTOP exige un certificado en el que un médico licenciado por el Departamento de Salud debe garantizar que el conductor o conductora tiene las facultades físicas y mentales para manejar un vehículo de motor.
Entre las preguntas que se hacen en el formulario -donde se debe responder con un “sí” o “no”- se incluye saber si el potencial conductor tiene alguna condición o diagnóstico que interfiera con su habilidad de guiar. Entre estas se indaga si la persona tiene alguna amputación parcial o total; si tiene historial médico de diabetes que requiera insulina; si tiene algún diagnóstico clínico de infarto miocardio, angina, insuficiencia coronaria o trombosis, entre otros; si tiene condiciones reumáticas, ortopédicas o respiratorias; si tiene epilepsia o alguna otra que pueda causar pérdida de conocimiento; si tiene historial de condiciones mentales o desórdenes psiquiátricos; si tiene problemas agudos de visión o audición; o si es usuario de sustancias controladas o con diagnóstico de alcoholismo activo.
Pero, ¿cuán confiables y certeros son esos certificados médicos o sus respuestas?
“La verdad es que cuando vas a renovar la licencia y vas al médico que usualmente está cerca de estas oficinas, lo que hacen es llenar papeles y ni hacen exámenes ni saben las condiciones de salud de esa persona porque no las conocen ni a su historial clínico...eso es fraude oficializado. Y ese es un asunto que hay que atender con urgencia. Precisamente, en los próximos días estaremos enviando una carta al secretario de Salud (Carlos Mellado) para que a través de la agencia se dictamine que ese examen médico lo haga únicamente el médico primario. Es la única forma de hacer un ‘screening’ real que nos deje saber si la persona puede manejar o no”, dijo Acarón al agregar que se le enviará una copia de la misiva a la secretaria del DTOP, Eileen Vélez, con quien mantiene comunicación constante.
Hace más de una década se planteó en la palestra pública la posibilidad de someter a un nuevo examen práctico a personas de 65 años o más - lo que conllevaría enmendar la Ley 22 de Tránsito- pero la discusión generó polémicas por tener visos de discriminación por razón de edad y nunca llegó a la Legislatura.
No obstante, hay otras jurisdicciones como California donde cualquiera que protagonice un choque con resultados fatales tiene que volver a tomar el examen de conducir. Y si un conductor de más de 70 años choca dos veces durante un año, tiene que pasar por una serie de pruebas para recuperar su licencia. Mientras, en Illinois después de los 75 años hay que tomar nuevamente el examen práctico.
“Aquí, cualquier planteamiento como estos tendría que pasar por la Legislatura. Actualmente, la Ley 22 lo que nos dice en el artículo 3.06 es que ese conductor debe estar física y mentalmente capacitado para guiar. Y ese proceso descansa en el documento o certificación médica que entrega el individuo pues, básicamente, el formulario hace preguntas que van dirigidas a saber si, en efecto, está capacitado o no para conducir. Aún así, si esta persona llegó a las oficinas y nosotros como funcionarios observamos algún tipo de condición -que sea observable- puedo solicitar otra certificación médica. Pero esto no es limitado a edades. No entramos en ese tipo de issues”, explicó en entrevista con Primera Hora, Mary Fuster, directora ejecutiva de la Directoría de Centros de Servicios al Conductor (CESCO).
La funcionaria alude a que la ley faculta al titular del DTOP a poder requerir hasta dos exámenes físicos adicionales, dos exámenes visuales, así como hasta dos exámenes psiquiátricos del solicitante, cuando a su juicio o la persona designada por este, lo determine necesario.
En el caso de la renovación digital o en línea- un proceso que se realiza hace un par de años en la isla- los requisitos por ley establecen que los conductores deben tener entre 21 a 70 años y no es necesario el requerimiento de examen médico pues se utilizaría el que se entregó cuando la persona sacó por primera vez su licencia de conducir, siempre y cuando esté vigente.
“De 71 años en adelante tienen que recurrir al CESCO y presentar una certificación médica. Es responsabilidad de la persona, si enfrenta una condición física que no tenía, exponerlo en la oficina del médico cuando llena el formulario. Hemos tenido cantidades de personas o familiares entregando la licencia o pasando la llave, como uno dice, porque reconocen que ya no tienen la capacidad de antes para conducir. En esos casos, se les hace el cambio para que continúen utilizando la tarjeta como identificación, aunque no como permiso para conducir. Mi recomendación es que, no importa la edad, ese documento médico sea completado por el médico de cabecera de la persona y así evitar riesgos”, expuso Fuster.