De niño Ángel Rosa jugaba a ser el alcalde
La política siempre fue una pasión. (Vídeo)

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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La política siempre fue una pasión. Tanto, que de niño Ángel Rosa jugaba a ser el alcalde del pueblo.
De adulto se enamora de la política como ciencia, y practicarla como arte es una meta que persigue ahora porque quiere hacerle al país una aportación más tangible que la teoría que esboza en el aula universitaria o la que hasta hace poco predicó en los micrófonos de la radio como analista.
“Después de tres años en diversas estaciones, le he visto la cara a la política partidista”, declara el aspirante a senador por acumulación del Partido Popular Democrático como si asintiera que se enfrenta a un reto mayúsculo porque se le acaba el periodo de criticar y ahora tiene que buscarles soluciones a los problemas de Puerto Rico.
“¿Otro abogado más?...”, le preguntó casi con desdén el ex rector del Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico Alejandro Ruiz, antes de ofrecerle, hace varios años , una beca para que completara una maestría y doctorado en política en una de las principales universidades de los Estados Unidos.
Ángel Rosa se había autoimpuesto estudiar leyes, porque era lo más conveniente, pero el corazón estaba en las ciencias políticas, en la Universidad de Boston y, de regreso, en la cátedra de su alma máter, el RUM.
Al hablar sobre lo más íntimo, el político da los datos imprescindibles: que tiene 41 años, que es soltero, que ha tenido varias novias y ahora no tiene ninguna.
La política partidista lo va dejando sin tiempo libre y él no anticipa que le sobre espacio para el desarrollo de una nueva relación sentimental.
“Soy un puertorriqueño de Mayagüez, Puerto Rico, del barrio Leguizamo”, continúa el flamante líder PPD, quien un día sorprendió a todos al acceder al más exclusivo y respetado grupo de los analistas políticos de la Isla.
Ángel Rosa creció en un campo aislado de la Sultana del Oeste, en un barrio “casi llegando a Las Marías”, pero de chico también se le dio la oportunidad de vivir en un ambiente más cosmopolita, en el que compartió con amiguitos judíos-rusos, latinoamericanos y puertorriqueños.
Sus papás trabajaban en el Centro Nuclear del RUM y aquella iniciativa atrajo a Mayagüez a científicos de distintas países del mundo.
En Átomos para la Paz, el papá de Rosa fungía como técnico del reactor nuclear y su mamá como secretaria.
“Éramos de clase media baja... Mi hermano y yo estudiamos en el Colegio Episcopal San Andrés la elemental y luego no hubo dinero para pagar la escuela intermedia y la superior y seguimos en la escuela pública”, recuerda el aspirante al Senado, quien le debe el primer “gran amor con la política de su vida” al Presidential Class Award de su escuela, que lo llevaría a visitar el Congreso, Casa Blanca y el Tribunal Supremo federal.
¿Conoció el discrimen contra los latinos en Estados Unidos?
Yo no tenía conciencia del discrimen. En la universidad había un ambiente protegido, pero cuando regresé a la Isla, me di cuenta de que había discrimen contra los puertorriqueños, más que contra los demás latinoamericanos. (Los profesores) nos comentaban: ‘Ustedes no son latinoamericanos de verdad, ustedes no entienden al pueblo americano. Puerto Rico es un experimento de los Estados Unidos’.
En Boston, Rosa no hace vida comunitaria con otros puertorriqueños, pero sí recuerda a una empleada de la cafetería de su universidad, Eneida, que le enseñó que allá la diáspora boricua es más boricua que nadie.
Ella le llevaba “fiambreritas” puertorriqueñas y él no olvida cómo se regustaba con ellas.
Desde entonces, a Rosa no se le quitan los deseos de saborear la comida típica.
“Chinchorroneaba” cada vez que podía y que las que más le gustan –confiesa– son las alcapurrias.
¿Sabe cocinar?
Rosa vive solo y se defiende en la cocina con lo que su mamá le enseñó antes que se marchara a Boston.
¿Hace todos los quehaceres de la casa?
El líder del PPD responde que sí, pero que la ropa de vestir se la lava la mamá. “Ella –dice– es bien exigente y no permite que yo lleve la ropa al laundry”.
Cambiar el micrófono por la política activa ha sido realizar un sueño, pero ha habido uno que otro tropiezo.
A Rosa le han criticado el que supuestamente haya utilizado los micrófonos que dejó para adelantar la causa popular, lo que él rechaza.
¿Qué le pasó con el periodista de WKAQ Rubén Sánchez, quien dijo que usted hacía falsas representaciones en esa estación?
No sé, ni tampoco me interesa averiguar eso... Quienes digan eso, (que representaba al PPD en el programa) es que no me escuchaban bien. Yo decía lo que a mí me parecía que tenía que decir y hasta tuve problemas con los populares”, respondió tras señalar que Sánchez nunca tuvo un problema, ni él le expresó que tuviera alguna diferencia con él.