Contentos de escuchar el timbre sonar un año escolar más
La escuela Escuela John W. Harris, en Arecibo, y la Herminia Rivera, en Bayamón, pudieron prevalecer ante amenazas de cierre.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Estudiantes de la escuela elemental John W. Harris, en Arecibo, se mostraron contentos al escuchar el timbre sonar un año escolar más.
Esta comunidad escolar fue una de varias escuelas de la Región Educativa de Arecibo que puedo prevalecer ante la amenaza de cierres de planteles escolares que realizó el Departamento de Educación.
“Queremos darles las gracias una vez más a la secretaria Julia Keleher, quien desde el momento que nos cedió para hablarle y mostrarle todos los ofrecimientos de la escuela, todo el tiempo nos escuchó y nos dio la oportunidad de dejar la escuela abierta. Al igual, gracias a la Asociación de Maestros que nos apoyó y a nuestro director, Bernardo Pérez por su esfuerzo”, destacó Johanna De Jesús, líder y portavoz de los padres de la comunidad escolar, sobre la escuela que sigue activa en admitir nueva matrícula que aún permanece en 220 estudiantes.
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¿Todo estaba listo y preparado para recibir a los chicos en cuestión de infraestructura?
“Exactamente. Porque nos dieron las herramientas como pintura y nosotros un grupo de padres llegamos a la escuela, pintamos, limpiamos y la dejamos preparada para cuando llegaran los estudiantes a nuestra escuela ese primer día”, destacó de la escuela que fue reevaluada dado que entre otras facilidades “contamos con servicio para chicos de Educación Especial y autismo de Kínder a Quinto grado”.
Se acabó la pestilencia en la Herminia Rivera
De otro lado, en estos primeros días de reintegrarse a dar clases en la escuela elemental Herminia Rivera en Bayamón, un maestro informó a EL NORTE que la pesadilla con las bombas del pozo séptico de la escuela y la trampa de grasa del comedor escolar habían terminado al inicio de este semestre escolar.
El problema de dicha escuela fue reseñado por EL NORTE el pasado mes de abril luego de que maestros, estudiantes y personal escolar enfrentaban, desde hace tres años, una amenaza constante a su salud por el hedor que provocaba el desbordamiento de aguas usadas.