Guánica. Sus ojos están rojos y brillosos. Denotan cansancio, pero también mucha angustia y dolor. Su voz se quebranta por momentos. Pero ahí está él, de pie y suplicando al Dios de cualquier religión que le dé fuerzas para continuar ayudando a sus queridos compueblanos.

Una mirada al alcalde de Guánica, Santos Seda, deja en evidencia que ha tenido los días más difíciles de toda su carrera como administrador municipal y el reto más grande como ser humano desde que comenzaron a suscitarse la serie de movimientos telúricos que afectan la zona sur del país, incluyendo un terremoto de 6.4 de magnitud y otras sacudidas fuertes de 5.9 y 5.6 grados.

“La ansiedad es colectiva y ha socavado las emociones de 662 personas que han perdido su hogar”, comenta a Primera Hora el alcalde tratando de contener las lágrimas.

La alcaldía, el centro de gobierno, decenas de comercios y escuelas también han colapsado en su municipio. Pero el derribo más evidente ha sido el de las emociones de su gente, comenta en un tono de frustración e impotencia. El informe de daños ya asciende a $81 millones y podría elevarse mucho más.

Dice que en medio de la inesperada adversidad que azota a su adorado pueblo ha tratado de no perder la fe y que los guaniqueños tampoco la pierdan.

“Ya perdieron algo… así que por lo menos que tengan fe de que estamos vivos y vamos a estar trabajando juntos en todo esto”, dice.

“Papichi”, como llaman de cariño al alcalde, tiene miedo de que ocurra una tragedia si se registra otro terremoto fuerte. Pero también tiene la convicción de que debe mantenerse como un roble para poder seguir manejando la tragedia que enfrenta su municipio.

“No te puedo negar que sí (que tiene miedo) y no puedo negar que me he sentido muy consternado… ha sido una situación que nunca esperaba vivirla…  he visto mucho sufrimiento en mi gente”, dice.

“He visto nuestros niños desesperados, con episodios en el que los veo llorar, vomitar, que no quieren comer y me duele…he visto viejitos llorando en las esquinas… he visto compañeros consternados porque su lugar de trabajo se cayó”, relata.

Dice que para sobrellevar la situación le ha solicitado fuerzas a Dios.

“Miro a mi alrededor y nadie más me la dará…. más allá de cualquier religión y creencia pido fuerzas a Dios”, al agradecer el apoyo de las comunidades de todo Puerto Rico que han llegado hasta Guánica a dar un abrazo solidario y llevar ayuda a los afectados.