Luego de una agotadora espera de muchas horas, a eso de las 10:20 de la mañana se abrió la puerta del local donde está instalada la oficina de Programa Nueva Energía, salió un funcionario, y anunció la mala noticias que ya anticipaban las decenas de personas que esperaban en un estrecho pasillo como mejor podían. Se habían agotado los turnos para poder adquirir uno de los codiciados vales para la instalación de un sistema de energía solar.

La puerta de la oficina se cerró, y a un lado y otro de la misma quedaron guardias de seguridad y policías que habían llegado al lugar ante el temor de que, como había ocurrido el día antes, según los testimonios de varios entrevistados, se caldearan los ánimos.

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Para las decenas de personas que se quedaron allí esperando, fue un balde de agua fría en la ya bastante fresca y lluviosa mañana. Para muchos de ellos, que en su mayoría eran personas de avanzada edad, no pocos con bastones y andadores, se esfumó la posibilidad de ver un alivio en su factura de luz y al mismo tiempo, contar con un suministro de energía más confiable.

La frustración era aún mayor para algunos porque, según sus propios testimonios, habían llegado a esta oficina del Departamento de la Vivienda en un centro comercial del área de Cupey temprano hoy, siguiendo las instrucciones que decían que comenzarían a atender al público a las 8:00 a.m. del 31 de enero, pero se encontraron que se habían repartido turnos desde el día antes, en una fila que había comenzado, cuando menos, desde la mañana del martes.

Con apenas 100 vales disponibles para entregar por oficina, poco antes de ver desvanecerse sus esperanzas habían intentado desesperadamente, y en vano, lograr un vale a través de la línea telefónica o el portal en internet habilitados para esos fines, donde se repartirían 1,000 y 4,000 vales, respectivamente. Sin embargo, ni uno de los presentes allí pudo conseguir que le respondieran en la línea telefónica o acceder al portal de internet. De hecho, comentaban con frustración que apenas unos escasos minutos luego de las 8:00 a.m., ya parecían haberse agotado todos los vales que el programa repartiría por teléfono e internet, y solo quedaban los pocos que se repartirían en las diferentes oficinas de Vivienda.

“Dieron los 100 turnos anteriormente ayer. Esto es un engaño a la población completa. Uno ni durmió ayer. Gente que vino desde ayer y no ha dormido, y ahora, no, ya se acabó. No, eso no es así. Lo engañaron a uno, al pueblo completo”, condenó don Epifanio Chan Sánchez, un hombre de avanzada edad que se quedó esperando en la fila, a pasos de la puerta.

“Todos los papeles míos están allá adentro. Na’ más me dijeron traiga esto. Y mira, cuando yo llegué ya los 100 turnos estaban dados. Yo llegué temprano, hoy, porque me dijeron antes de las 8:00 a.m. se va a abrir, un 31 de enero”, agregó, al tiempo que otra señora, doña Ramona Cabrera, también de avanzada edad y que se había quedado fuera de los afortunados cien, reclamaba que estaba allí “desde las 6:00 de la tarde de ayer”.

“Ellos repartieron los turnos. Ellos tienen la culpa. Ellos fueron los culpables. Y engañaron a to un pueblo aquí”, condenó don Epifanio.

“Los repartieron bien temprano, los números, que ya a las 5:00 de la tarde (del día antes) se terminaron. Y yo me amanecí aquí para ver si lo lograba, ya que no había tenido la oportunidad, pero ya estaban repartidos los boletos”, lamentó doña Ramona. “Pero espero que haya otra oportunidad. Tengo la esperanza en Dios que así sea”.

A lo largo del pasillo, se repetía la misma frustración entre las personas que, de igual forma, pese a sus esfuerzos y largas horas de espera, se quedaron sin conseguir el codiciado vale para la instalación de un sistema de energía solar.

Muchos permanecían allí, a pesar del anuncio, como si esperaran que fuese a ocurrir algo que cambiara la situación a su favor. Algunos permanecían en silencio, mirando hacia la puerta de la oficina, o cabizbajos, o como una señora que se reclinó sobre su andador. Otros hacían más vocales en sus reclamos, dejaban saber su molestia con lo ocurrido. Pero el sentir unánime de quienes habían quedado allí con su esperanza deshecha es que el asunto no se había trabajado de la manera adecuada, dando pie al malestar que estaban experimentando.

Pero desde antes de ese momento tan decepcionante para todas esas personas, ya muchos habían dejado saber su molestia y frustración con el proceso, si bien unos pocos que resultaron beneficiados resaltaron que, al menos el personal del programa que les atendió allí, se comportó amable y cooperador.

“Cuando empezamos a llenar la información, a todo el mundo le está saliendo que no hay boletos disponibles, que no hay turnos disponibles para coger los ‘vouchers’”, sostuvo Gustavo Martín, hijo, quien salió de su trabajo en la noche del martes y desde entonces estaba en la fila acompañando a su padre para que pudiera conseguir un vale.

“Los teléfonos, nadie contesta. Cuando entramos por la página digital, llenamos toda la información, hicimos todo lo correcto, y sale que no y hay turnos disponibles”, agregó, cuando eran apenas las 8:10 a.m.

“Entonces, a los que tienen el turno desde ayer, a esos sí los pasan. Pero a los que seguimos esperando, que hicimos lo correcto, porque en la página dice que era el 31 de enero, a las 8:00 a.m.”, insistió Gustavo Martín, padre, evidentemente molesto.

El dúo sostuvo que desde la noche anterior están allí, sin comer, sin descansar, siguiendo las instrucciones de que se atendería el miércoles en la mañana, solo para encontrarse que “ayer (martes) por la tarde dieron y que 250 números”.

“Todas las instrucciones decían el 31 (de enero) a las 8:00 a.m. Incluso nos dieron un número de teléfono para tratar de hacerlo online y cuando uno llegó, que dieron las 8:00 a.m., ‘no tickets available’. Entonces, yo estoy impedido, ahora mismo tengo la presión por las nubes, me imagino, porque estoy sudando, y estoy aquí desde anoche, trasnochao, pa que venga otro que vino antes de tiempo y le dieron los boletos. ¿Cómo es eso?”, denunció don Gustavo, agregando que se quedaría allí a ver qué sucedería, “porque la verdad yo lo necesito”.

“El que siguió las instrucciones se chavó, y que el que no las siguió, que vino ayer (martes), tiene el turno y está de lo más tranquilito”, agregó Gustavo Martín, hijo. “Y el número de teléfono, la gente está llamando, le sale ocupado, nadie contesta, no funciona, se les tumba. Y cuando entran a la página (cibernética), si no se tumba la página, y no los deja entrar, entonces los deja entrar, metes la información, pero cuando ya terminan el proceso, les sale que no hay boletos disponibles para el turno”.

Aileen González, una residente de Guaynabo que fue de las personas afortunadas que alcanzó vale, comentó que el martes temprano hubo unas personas haciendo unos listados, pero no se validaron, y muchas personas regresaron el miércoles pensando que estaban válidas y perdieron su lugar.

“El que se fue, perdió su lugar, por haberse ido. Los que nos quedamos, pues conseguimos boletos”, comentó, agregando que, a su entender, el asunto se manejó de manera organizada y los empleados del programa “estuvieron todo el tiempo pasando, dando las instrucciones, organizando. Todos teníamos que estar pegaditos, con nuestras sillitas y nuestras cositas, pero bien organizados”.

Lamentó que hubiera personas molestas por no haber alcanzado boletos, pero insistió en que, quienes, como ella, que llegó allí el martes a las 11:00 a.m, permanecieron en el lugar haciendo la fila, obtuvieron su número dentro de los 100 para conseguir el vale.

Pero no todas las personas allí quedaron entre los cien. Algunas, como el caso de Carmen M. Rivera Arroyo, residente de Carolina, que tenía el 129, albergaban una muy remota esperanza de que algunos con número entre los 100 no cumplieran los criterios del programa y pudieran entonces quedar entre los agraciados.

Indicó que, además de acudir personalmente desde el martes a las 6:00 p.m., intentó también por teléfono y por internet, pero sin suerte.

“Estaba tratando de meterme desde las 7:30 a.m., pero me decía que tenía que esperar hasta las 8:00 a.m. Seguí esperando, y a las mismas 8:00 a.m. me metí, y decía que la página no estaba disponible. Seguí, y a las mismas 8:00 a.m., salía ‘boletos agotados’. Es imposible que a las mismas 8:00 a.m. ya 4,000 boletos se hayan acabado, en menos de un minuto”, afirmó. “Y por teléfono, ocupado todo el tiempo. Llamando, y ocupado. Llamando, y ocupado. Y aquí (mostrando en su celular la página de internet), mira, boletos agotados, desde las 8:00 a.m. Esto tenían que hacerlo al revés. En vez de dar 4,000 (boletos por internet), tenían que dar 4,000 a los presenciales, que son los que vienen aquí y se madrugan”

“Para mí, pues es una falta de respeto, porque los que vienen aquí se quedan en el aire. Los que madrugan se quedan en el aire”, insistió Rivera Arroyo.

Para doña Andrea Vélez Olavarría, una persona de edad avanzad que llegó allí desde Carolina a las 4:30 a.m., siguiendo las instrucciones de acudir antes de las 7:00 a.m., la situación era aún más complicada pues, por sus situaciones de salud ni siquiera podía mantenerse en la fila o saber qué estaba ocurriendo.

De hecho, no fue hasta que recibió asistencia del equipo de Primera Hora, que pudo llegar hasta la cerca de la puerta de la oficina y conseguir que una funcionaria del programa la atendiera.

“Mi problema es que yo soy diabética y no tengo visión. Entonces estoy parada aquí, caminando de un lado a otro, pero nadie me orientaba. ¿Qué me voy a hacer? Ahora cuando vengo a tener información me dicen que se acabaron los boletos, que se acabaron los tickets, que ya están todos dados. ¿Todos dados? Pero si yo estoy aquí desde las 4:30 a.m. y no me han dicho nada. Y me han visto sentada allí, como una persona impedida, y como si yo no existiera. Y así habemos varias personas impedidas aquí”, explicó doña, quien tenía que caminar auxiliada de un bastón, y quien su esposo llevó hasta allí, pero que es un hombre también de avanzada edad y que igualmente caminaba con dificultad.

Doña se expresó muy agradecida que la hubiésemos ayudado y acompañado del brazo hasta que consiguiera que le atendiera un funcionario del programa.

“Está muy, muy mal organizado. Se están burlando de nosotros. Se están burlando del pueblo, de las personas mayores, porque nos hacen unas promesas que no cumplen. Y después no vemos en esta encrucijada”, condenó. “Mira a tu alrededor todas esas personas mayores. No es justo. No es justo”.

Cabe resaltar que, pese al mal rato porque no había boletos suficientes para todas las personas que solicitaban, el personal del programa se mantuvo tratando de atender lo mejor posible a las personas, facilitando sillas y botellitas de agua.

También adentro, “en todo momento todos los empleados fueron muy amables”, según el testimonio de David Ortega, quien consiguió un boleto a nombre de su madre.

Explicó que, para conseguirlo, estuvo en fila desde las 9:00 a.m. del martes. Durante todo ese tiempo, comentó, “han pasado cosas estresantes”, incluyendo una situación que calificó de “como un tipo de pelea, una discusión”, poco antes de que, a eso de las 5:00 p.m. del martes, “el señor de Vivienda” salió y repartió números a las personas que estaban allí.

“Esto es para mi mamá. Mi mamá es impedida, y yo hago cualquier cosa por ella. Por eso estoy aquí.”, explicó Ortega. “Ella tiene 84 años. Vive sola, mi papá falleció. Y cada vez que prende la planta de gasolina y está sola, a mí se me sale el corazón. No puedo. Yo le tengo prohibido, pero a veces hay situaciones que no estoy. Sería un alivio que ella tenga todas sus cositas, porque ella tiene un problema respiratorio también, y necesita tener unas máquinas y unas cosas”.

Ortega resaltó además que personal de algunas compañías dedicadas a la instalación de sistemas de energía solar, “han estado aquí (en los alrededores de la oficina de Vivienda) desde que llegamos y han traído comida y han hecho veinte cosas. Y sin exigirte que tú seas de ellos (que firmes contrato con ellos). Y eso, pues, vale. Y tengo que decirlo”.