El índice de natalidad en Puerto Rico continúa su ritmo descendente y en el recién concluido 2023, se registró en la isla una cifra histórica de solo 17,772 nacimientos vivos, según datos preliminares del Registro Demográfico.

Incluso, cuando se contrastan las cifras de 2023 con las del año anterior de 2022, la diferencia en nacimientos vivos es de 1,391 para una reducción de un 7.3%, lo que se considera “altísimo” entre dos años consecutivos, alertó la demógrafa Judith Rodríguez Figueroa, quien analizó los datos preliminares del Registro Demográfico.

En el año 2000, la cifra de nacimientos vivos fue de 59,460, mientras en 2023, fue de 17,772, para un cambio de 70.2%.

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“Un análisis histórico de la natalidad a partir del año 1888 evidencia que la cifra de nacimientos vivos proyectada de acuerdo con los datos preliminares informados por el Registro Demográfico de Puerto Rico para el año 2023 presenta la cifra más baja alguna vez registrada en nuestra isla”, dijo en entrevista con Primera Hora la experta en el análisis de datos poblacionales.

Rodríguez sostuvo que la tendencia descendente en los niveles de la natalidad comenzó a registrarse en Puerto Rico desde finales del siglo pasado y, conforme han transcurrido los años, se ha hecho más evidente.

La demógrafa explicó que la reducción responde, básicamente, a las variaciones y a la interacción que ocurre entre la natalidad, mortalidad y la migración.

Aunque ha habido una reducción en el éxodo de puertorriqueños, la demógrafa sostuvo que el balance neto migratorio sigue siendo negativo.

“No tenemos gente joven. Para mí el problema es que no hay un nivel de concienciación de la situación demográfica real y cómo ésta impacta la situación económica, social y política del país. No se toman las decisiones que hay que tomar si queremos que este país siga siendo viable y que los puertorriqueños decidan nacer aquí, trabajar aquí, morir aquí y no tener que emigrar”, recalcó la catedrática retirada de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Puerto Rico.

Judith Rodríguez, demógrafa.
Judith Rodríguez, demógrafa. (Pablo Martínez)

La demógrafa acentuó que la continua reducción extraordinaria en la cifra de nacimientos vivos en Puerto Rico en años recientes provoca por sí solo un gran impacto a través de los distintos componentes de la sociedad y requiere que se hagan los ajustes necesarios conforme a una nueva realidad demográfica.

Dijo que las autoridades gubernamentales, los proveedores de servicios de salud privados, así como la familia como institución, tienen que tomar medidas para hacer los ajustes necesarios ante la pérdida poblacional.

Rodríguez explicó que algunas de las consecuencias que se han comenzado a experimentar como resultado del declive en el número de recién nacidos en el país por cerca de 25 años, es el envejecimiento de la población boricua que se proyecta continuará ocurriendo.

“De acuerdo con distintos organismos reconocidos a nivel internacional a Puerto Rico lo posicionan a nivel mundial entre los primeros países con un mayor envejecimiento de la población que es la consecuencia directa de bajos niveles de natalidad”, sostuvo la demógrafa.

La reducción de población joven genera un desequilibrio en la fuerza laboral del país como resultado de una cantidad menor de personas naciendo lo que resultará en menos trabajadores disponibles en el futuro y una escasez de mano de obra. Desde una mirada económica en una población envejecida como la nuestra habrá menos personas en edad laboral para contribuir al sistema económico. Todo esto se traduce en una carga económica mayor para la familia en términos de personas y servicios sociales para el cuidado de los adultos mayores”, abundó.

Dijo también que la falta de equilibrio en la fuerza laboral puede llevar a una disminución en las oportunidades de empleo para los jóvenes, lo que puede afectar su capacidad para interactuar socialmente y establecer independencia económica.

“Los patrones de consumo también se alteran por motivo de que la población vieja exhibe, por lo general, unos distintos a los sectores de menos edad. Por lo tanto, la diversidad de la oferta en el mercado y las oportunidades de socialización en torno a ciertos productos y eventos puede afectarse”, observó Rodríguez.

Resaltó, además, que la prestación de servicios de salud es a su vez impactada por la disminución en la natalidad, como también el desarrollo de viviendas adecuadas ante el panorama de una población envejecida y menos nacimientos.

“En cuanto al campo de la salud es posible que se necesite redirigir recursos y personal médico hacia la atención de enfermedades y condiciones asociadas con la variable edad, como son las enfermedades crónicas y degenerativas que afectan mayormente a las personas de edad avanzada”, dijo la demógrafa.

Igualmente, destacó que el sistema educativo queda impactado por una baja en la natalidad y en Puerto Rico las bajas en las cifras de nacimientos vivos ya han dado muestra de su impacto en las matrículas de nuevos estudiantes para los primeros grados.

“Como el descenso de la natalidad según lo evidencian los datos más recientes no parece aún haberse estabilizado es de esperar por tanto que continúen a corto plazo contrayéndose aún más las matrículas para esos primeros grados”, dijo Rodríguez. Agregó que a mediano plazo esas disminuciones en la natalidad alterarán el resto de las matrículas de todos los subsiguientes niveles incluyendo la educación superior a nivel subgraduado y graduado.

“Cabe señalar que este proceso de reducción de la matrícula a nivel universitario ya ha comenzado no obstante su peor impacto se observará en los años por venir”, auguró.

La experta resaltó, además, que la prestación de servicios de salud es a su vez impactada por la disminución en la natalidad, como también el desarrollo de viviendas adecuadas ante el panorama de una población envejecida y menos nacimientos.
La experta resaltó, además, que la prestación de servicios de salud es a su vez impactada por la disminución en la natalidad, como también el desarrollo de viviendas adecuadas ante el panorama de una población envejecida y menos nacimientos. (Shutterstock)

Dijo, asimismo, que los sistemas de transportación pública también demandarán ajustes por motivos de una baja notable en la natalidad y por ende un envejecimiento cada vez mayor de la población. Sostuvo que la población de 60 años y más en Puerto Rico, conformada por un poco menos de un millón de personas -según el Negociado Federal del Censo y con una representación porcentual de una tercera parte de la población total- demandará los servicios de transportación adaptada conforme a sus condiciones y/o problemas físicos y de salud presentes.

“La interacción social también se verá impactada por las variaciones que, como resultado de la baja en la natalidad y un envejecimiento aún mayor de la población, le ocurrirá a la estructura familiar. El tamaño promedio de las familias se reduce con una baja en las cifras de recién nacidos y por el aumento en la modalidad de vivir solo entre aquellos que optan por no casarse, enviudan o se divorcian. Los roles de los integrantes de las familias cambian y se registra una menor interacción social entre las familias extendidas. Una familia pequeña, por tanto, podrá tener menos oportunidad de compartir experiencias y vivir en comunidad”, argumentó la demógrafa.

En cuanto a las defunciones, Rodríguez detalló que la cifra preliminar registrada en 2023 es de alrededor de 2,012 menos con respecto al 2022. En 2023 se registraron de forma preliminar unas 33,423 defunciones, mientras que, en 2022, hubo 35,425.

“Cabe mencionar que el año pasado 2022, la cifra de fallecimientos fue la más alta registrada en comparación con los registros examinados para varias décadas del siglo pasado. No existe la menor duda que durante el año pasado hubo un exceso marcado de muertes en Puerto Rico asociadas entre otras razones a la pandemia del COVID 19″, indicó la catedrática retirada de la UPR.