El apagón general ha traído muchos contratiempos a los ciudadanos pero algunos han sabido encontrarle el lado amable a la situación.

Aurora Cedeño, vecina del condominio El Monte, en Hato Rey, contó que su edificio tenía luz debido a la planta eléctrica pero no los apartamentos.

La madre de dos hijos, de 6 y 8 años, decidió irse al penthouse a compartir con los vecinos y contemplar la noche, más oscura de lo acostumbrado para un área metropolitana.

"Ayer nos fuimos al penthouse a ver las estrellas y a compartir con los vecinos", dijo.

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Al dormir, la familia dejó las ventanas abiertas y se acostaron en panties y calzonsillos. "Los niños se adaptaron bien a la situación. Han jugado en el parque. Están felices", contó.

Hoy, al mediodía, estaba buscando hielo pero no encontraban.

Por su parte, Rafael Melendez, de 48 años, vino a una gasolinera de Hato Rey a echarle gasolina al carro pero no por qué estuviera desesperado.

"Estoy tranquilo. Vine porque tenía que echarle gasolina no porque esté 'paniquiao'", dijo Meléndez.

Para el profesor en EDP College  y terapeuta físico, el apagón ha creado una situación similar a un huracán. "Creo que ayer celebrábamos 18 años de (el paso del huracán) Georges pues lo celebramos con un apagón", dijo.

Ayer, la solidaridad también floreció en medio de la adversidad porque ha visto que gente, al igual que él, le han dado agua a los policías que hacen el tránsito.

El educador dio clases hoy porque la institución tenía planta.

Y mientras tanto, seguirá con "estufita de gas hasta que llegue la luz. No podemos hacer nada más".

La emergencia también le recordó el cuento La noche que volvimos a ser gente de José Luis González. "Y es que todo no se puede ver negativo", dijo.

Y así parece que estaba Antonio Rivera, positivo, porque  vino a comprar cigarrillos y la loto, aunque no tuvo suerte porque "no había sistema. Lo juego a la tarde si hay".