Un grupo de mujeres celebró hoy un arresto simbólico del alcalde de Guaynabo, Héctor O´Neill, y urgieron a la ciudadanía a que, de encontrase  con el alcalde cara a cara, procurar su verdadero arresto, en la forma de un arresto civil.

“La regla 12 de procedimiento criminal establece que ciudadanos y ciudadanas individualmente pueden hacer arrestos civiles de tener conocimiento de que una persona ha violado la ley”, dijo Shariana Ferrer Nuñez, parte de la Colectiva Feminista en Construcción, que llevó a cabo la protesta.

Según Ferrer Nuñez, el alcalde ha cometido delitos como agresión sexual y acecho, y realmente hay inacción por parte del gobierno en este caso porque O’Neill continúa en la alcaldía.

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“Estamos trascendiendo la discusión de que el alcalde renuncie y ya. No queremos que quede impune”, agregó.

El alcalde se encuentra en el ojo público desde hace más de un mes cuando trascendió que había transado un caso por hostigamiento sexual contra una policía municipal por el que pagó $450,000. A raíz de eso, el gobernador Ricardo Rosselló le pidió la renuncia y el alcalde es investigado por el Departamento de Justicia en relación a este caso y por la Oficina de Ética Gubernamental evalúa el desembolso de $450,000 para transar el caso supuestamente de fondos privados del alcalde.

“A 38 días del gobernador haberle solicitado su renuncia inmediata, él continúa en su puesto, impune, como si nada hubiera pasado. Decidimos con este 'performance' hacer intervenciones en espacios públicos para educar sobre los arrestos civiles”, sostuvo.

La protesta de hoy se celebró en la playa de El Escambrón para aprovechar la gran asistencia a las playas en estos días de Semana Santa. El grupo realizó una representación o ‘performance’ donde alguien disfrazado de O’Neill era puesto dentro de una reja por el grupo de manifestantes, explicó la portavoz.

Dijo que la protesta artística, que se extendió por unos 20 minutos, tuvo una buena acogida por las personas que estaban en la playa que observaron la manifestación y expresaron su indignación.

“Recuerdo una niña que me miraba asustada pero gritaba ‘feo, feo’, y sacaba la lengua”, contó.