El delirio de vivir bajo un toldo azul como techo se refleja en sus miradas, algunas cansadas con el paso de los años. Son seres humanos que, a dos años y nueve meses del azote de los huracanes Irma y María, aun esperan por ayudas gubernamentales que les garantice mayor seguridad en el lugar que llaman hogar.

Comenzó la temporada de huracanes y la angustia se agudiza para aquellos que pernoctan en residencias que todavía lucen devastadas por las inclemencias de los ciclones que en septiembre de 2017 causaron estragos en cientos de miles de hogares de puertorriqueños.

Katherine Martínez, madre de dos niños de 11 y 10 años, es reflejo de este grupo de la población que clama ayuda para que le reparen su casita de madera zinc, ubicada en la calle Los Padres de la Península de Cantera, en San Juan.

Contó que la furia del huracán María destrozó la residencia en la que también vive su madre.

“Se me fueron seis planchas de zinc y se me dañó todo adentro. A la segunda semana vinieron los del toldo y me lo pusieron, pero no tenía zinc… así que buscamos por ahí de las que se había llevado el huracán y esas son las que tengo puestas ahora mismo. Tenían unos boquetitos, pero les pusimos brea y con eso estoy resolviendo”, dijo la mujer ama de casa de 44 años.

Aseguró que luego que le instalaron la lona azul, nunca más recibió la visita de algún funcionario del gobierno estatal o federal. “Aquí no vino ni FEMA (Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias), ni Vivienda ni nada… eso sí, FEMA nos dio $1,500 y con eso pudimos comprar unos mattress y ropa para los nenes. Pero no dio para más nada”, sostuvo.

En Cantera –como en muchos sectores de Puerto Rico– muchos ciudadanos no cualificaron para las ayudas federales por la falta de un título de propiedad. El año pasado, el exsecretario del Departamento de la Vivienda, Fernando Gil Enseñat, dijo a Primera Hora que tras el azote del huracán María unas 200 mil personas de las 1.1 millones que solicitaron asistencia de FEMA confrontaron problemas en el proceso de recuperación de sus hogares o no recibieron ayuda porque no tenían el título de propiedad. Para tratar de minimizar el asunto, el gobierno inicio el programa de Autorización de Títulos bajo fondos CDBG-DR, con el cual se pretende resolver –en un periodo de seis años- el problema de titularidad que enfrentan entre 20 a 30 mil personas con ingresos bajos o moderados en la isla y que se encuentren localizadas en propiedad privada, en terrenos de Vivienda o de alguna instrumentalidad pública, según se detalló.

Adolfo Rivera no ha tenido mejor suerte con su residencia.
Adolfo Rivera no ha tenido mejor suerte con su residencia. (teresa.canino@gfrmedia.com)

“Yo espero que no vengan más huracanes porque sino nos fastidiamos… empezó la temporada y eso me tiene grave. No me siento segura… que vengan a ver la casa, no soy yo solamente. Todos somos pobres y necesitamos esas ayudas para arreglar nuestras casitas”, expresó al agregar que no pretende que le construyan una residencia en cemento, pero sí un hogar habitable.

La historia de Katherine es una que se repite a través de todo el país. Aunque los gobiernos estatal y federal no saben con precisión cuántas familias viven aun bajo un toldo azul como techo de sus hogares, datos de FEMA para su Programa de Asistencia Individual señalan que un total de 1,138,843 hogares fueron afectados por Irma y María. Se estima que, de estas, más de 70,000 residencias quedaron totalmente destruidas a causa de los fenómenos atmosféricos. El año pasado el gobernador renunciante Ricardo Rosselló, así como Gil Enseñat señalaron que en la isla entre 20 a 30 mil personas vivían todavía bajo las lonas provisionales.

En ese grupo también está don Adolfo Rivera Meléndez, un hombre de 70 años que vive en una pequeña estructura de cemento con unas deterioradas planchas de zinc como techo. Todavía queda algo del toldo azul que el personal de FEMA le instaló en 2017. Pero la lona ya no funciona cuando sopla un viento o cae un aguacero.

“Caen unas lloviznitas y tengo que poner las pailas de pintura para recoger el agua… mi temor es que se me pueda dañar otra vez el televisor, la nevera y lo poquito que tengo y me queda”, dijo preocupado quien vive hace 18 años en la calle San Vicente, del sector Cantera.

“Lo que quisiera es ver si alguien pudiera venir a ayudarme… que por lo menos me pongan el zinc”, solicitó quien recibe como ingreso el cheque de seguro social.

El temor también se hizo evidente en el padre de tres adolescentes, Alexis Marrero Colón, quien vive alquilado en una casa del mismo sector y a la que el huracán María arrancó el techo, destrozando todo a su paso y dejando hasta sin ropa a sus hijos.

“Se mete el agua cada vez que llueve y tengo que estar poniendo cubos… las losetas también están deterioradas… uno más (huracán) y me quedo sin techo. Mi temor es por los nenes”, expresó quien vive en el lugar hace 12 años.

Sí, quedan damnificados

Los alcaldes de Loíza, Utuado, Río Grande, Las Marías, Moca y Yabucoa confirmaron en entrevista con Primera Hora que en sus municipios aun hay damnificados viviendo bajo toldos azules. Todos reclamaron que los casos corresponden a personas que están a la espera de ayudas del Departamento de la Vivienda y el programa de Reconstrucción, Reparación o Relocalización (R3) que se sufragarán con más de $3 billones de fondos federales de CDBG-DR.

Según cifras ofrecidas por Vivienda, de las 28,706 solicitudes recibidas para este programa se han declarado elegibles a 6,146. De estas, 108 han sido adjudicadas a alguno de los tres tipos de asistencia que puede ofrecer el Proyecto. Se asegura, además, que de los casos analizados 2,576 han expresado tener toldos azules todavía.

Mientras, portavoces de FEMA indican que luego de los huracanes Irma y María la agencia otorgó al gobierno de Puerto rico 125,000 toldos azules autoinstalables y que los mismos fueron distribuidos por municipios. Por otro lado, a través de la Operación Techo Azul, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos (USACE) instaló 59,469 techos azules temporales. En cambio, ahora, no llevan inventario de cuántos fueron removidos.