Alex Trujillo probó su fe al perdonar al asesino de su hermano y compartir con él en la cárcel
El exnarcotraficante narra a Primera Hora el proceso de transformación que pasó en su encierro penal para liberar las “raíces de amargura” y convertirse en un predicador del evangelio.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Desde su liberación hace una semana, Alexander Capó Carrillo, el excapo conocido como “Alex Trujillo”, ha dicho que aprovechará el tiempo fuera de la cárcel para evangelizar en las comunidades, pero lo que pocos conocen es que ese propósito de vida surgió cuando estando tras barrotes su incipiente fe religiosa tuvo una gran prueba de fuego al enfrentar cara a cara al asesino de su hermano.
Polanski, así se llamaba el hermano mayor del exnarcotraficante, quien murió asesinado a los 21 años. Polanski fue acribillado en un acto de venganza por enemigos de Alex, quien para entonces tenía 17 años, pero llevaba más de 36 meses controlando varios puntos de drogas del área metropolitana.
En entrevista con Primera Hora, Alex reconoció que a raíz de ese trágico evento terminó cegado de maldad y con ansias de venganza, convirtiéndose entonces en un joven sanguinario y uno de los criminales más temidos y buscados por las autoridades entre finales de los 90′ y principios del 2000.
“Polanski era mi hermano mayor, el hijo ejemplar de la casa, el que trabajaba con mi papá desde los 12 años... iba a la universidad, era el cariñoso de la casa con mi mamá (Carmen Carrillo, quien murió mientras estuvo en la cárcel), mi papá (Luis Alberto Capó) y mi abuela. Era el que me daba consejos para que saliera del bajo mundo porque en algún momento iba a perder la vida. Siempre estaba tratando de aconsejarme. Sembraba esas palabras en mi vida y siempre recuerdo que me decía: ‘ese mundo es pasajero, Alex’. Eso es lo que siempre recuerdo de él. Un hermano que siempre trató de salvaguardarme”, rememoró durante una entrevista a distancia desde el hogar de un familiar materno, quien será su custodio hasta enero de 2024, cuando extinguirá su condena en libertad condicionada, con grillete electrónico y horarios restringidos para salir a trabajar.
Tan importante es Polanski en la vida de Alex que recuerda cada detalle del día de su muerte. “Había salido de la barbería para hacerse unos cerquillos... era un jueves e iba a trabajar al negocio con mi papá. Pero antes se paró a en una gomera a llenar la goma de su carro y tuvo ese suceso que falleció”, contó al reconocer que “la muerte de él me llevó a otros extremos de los cuales me arrepiento porque me hicieron otra persona”.
Y es que vengar la muerte de Polanski lo llevó a hacer cosas inimaginables. Además, hizo crecer el negocio de venta de drogas a través de múltiples residenciales entre San Juan y Carolina. También se le atribuye participación en varios asesinatos. Hizo muchos enemigos y huyendo de estos fue que llegó al residencial Nemesio R. Canales, donde estableció control total del área. En esa época también empezaron a buscarlo las autoridades federales e inició una vida en el clandestinaje por seis años, un periodo que sufrió la humillación de ver cómo arrestaron a su papá y lo condenaron a cuatro años de cárcel, por unos crímenes que realmente había cometido él.
Finalmente, el exsicario fue arrestado en diciembre de 2006 en un apartamento del residencial Nuestra Señora de Covadonga, en Trujillo Alto, por un contingente de policías. Alex tenía consigo una Biblia. Y en el lugar también había unos discos de música cristiana, melodías que, aun cuando no era cristiano, escuchaba buscando paz para calmar la tempestuosa ansiedad que le provocaban sus pecados. “Era la única forma que tenía para dormir”, cuenta quien niega haber sido adicto a las drogas o alcohol.
Alex fue sentenciado en el foro federal a 20 años de cárcel por cargos de conspiración para distribuir sustancias controladas como parte de una organización de narcotraficantes, por el uso de un arma de fuego y por portar un arma de fuego cerca de un plantel escolar. A nivel estatal, fue condenado a 35 años por un cargo de asesinato. El acuerdo para declararse culpable incluyó que la condena fuera concurrente con la pena federal.
En cambio, a principio de año el juez federal Gustavo Gelpí le concedió a Alex una reducción de 240 meses a 200 meses de cárcel, según se desprende del expediente electrónico del tribunal federal.
Posteriormente, en febrero de este año, llegó a Puerto Rico para cumplir la condena estatal. De inmediato fue llevado a la cárcel de Bayamón, de donde salió bajo la Junta de Libertad Bajo Palabra el pasado martes, 2 de noviembre.
Frente al asesino de Polanski
Estando en la cárcel, Alex solicitó la intervención semanal de un líder espiritual. Fue así que el pastor Edgardo Aubray, se convirtió poco a poco en su guía religioso. Fue a través de Aubray que reconoció que para poder reiniciar una “nueva vida en Cristo” tenía que perdonarse, pero sobretodo liberar los rencores y “las ataduras” que perturbaban su alma.
“Fueron 15 años en prisión, pero las pase conociéndome a mí mismo, conociendo la palabra del Señor, introspectándome dentro de mí, cambiando cosas que uno siempre debe ir mejorando como persona... como hablo, como pienso”, subrayó quien como parte de su compromiso en libertad supervisada trabajará como voluntario de la Fundación Azriel. Esta es una organización sin fines de lucro con base cristiana fundada en 2015 por el pastor y exreguetonero Héctor Delgado Román, conocido como El Father.
En cambio, su gran prueba como cristiano surgió cuando tuvo que enfrentar cara a cara en una cárcel de Estados Unidos al asesino de Polanski.
“Dios mío, ¿por qué tú me trajiste hasta aquí, Señor?”, narra Alex que cuestionó.
“Sentí como si el mundo se me cayera encima... me sentí hasta débil. Tenía que enfrentar algo que yo sabía que era la voluntad de Dios... todavía estoy impactado porque, obviamente, era enfrentarme con la persona que había matado a mi hermano”, agregó.
Para su sorpresa, el asesino de Polanski -a quien no mencionó por su nombre en ningún momento- no solo estaba en la misma cárcel donde había sido trasladado, sino que vivirían en la misma unidad.
Contó que conociendo lo que acontecía, mandó a llamar al hombre. Las manos le sudaban. Estaba nervioso. Más adelante el sujeto le confesaría que él también sentía temor.
“Cuando lo vi no sentí malos pensamientos, no sentí rencor, no sentí ira, no sentí enojo... recuerdo que comencé a hablarle de mi proceso de entrega al Señor. Le dije que Dios me había perdonado y así también yo tenía que perdonarlo a él... le pedí perdón por si alguna vez traté de quitarle la vida. Cuando terminamos de hablar nos dimos un abrazo que, realmente, fue liberoso para él. Liberó la carga que llevaba encima y a la misma vez yo también”, confesó.
Posteriormente, se hicieron amigos. De hecho, vivieron tres meses en la misma unidad. “Él me buscaba y me sobreguardaba como mi hermano mayor lo hacía. Me daba gozo hablar con él... por las noches orábamos. Los amigos de él le decían si no temía que yo me levantara por las noches y le hiciera algún daño. Pero él les contestaba que sabía que mi conversión era real”, expresó.
Los años pasaron y el sujeto salió de la cárcel. Inicialmente, hubo un intercambio de comunicaciones por correo electrónico, pero con el tiempo no volvieron a hablar.
Actualmente, Alex no sabe del hombre. Pero tiene en agenda buscarlo. “Alguien me testificó que estaba buscando del Señor, que estaba dando esos pasos. Voy a tratar nuevamente de contactarlo”, puntualizó.
Alex reconoce que la experiencia de haber compartido durante meses con el asesino de Polanski fue una prueba de que sus heridas habían sanado y que ya no era el monstruo que impartía miedo en las calles de Puerto Rico.
A partir de ese momento, comprendió que su propósito en la vida es predicar y ministrar. Durante los últimos años lo hizo en la cárcel. Ahora lo quiere transmitir a otras personas en esta nueva etapa en libertad condicionada. Es una manera de retribuir con bien, todo el mal que ocasionó.
“Cuando te das cuenta que haces un daño a la sociedad por las drogas, por el narcotráfico, los crímenes, ahí tú reconoces la necesidad de pedir perdón... cuando conoces a Dios es como un espejo y empiezas a reconocer muchas cosas que están mal en tu vida y la necesidad de pedir perdón. El Señor me ha enseñado a humillarme y a liberar las raíces de amargura”, reflexionó quien tiene previsto escribir un libro con sus memorias, un texto que será enfocado en la “restauración”.
¿Ya no quieres que te digan Alex Trujillo?
“Quiero que digan el que era (Alex Trujillo)... quiero dar a conocer al que era, el que se perdió en el mundo, el que estaba perdido pero que Cristo liberó y restauró... sé que siempre seré recordado como Alex Trujillo, pero también se puede ver la buena obra en mi vida y cómo me libertó de esa cautividad de ser una persona que era una máquina de malos pensamientos y que andaba tras la avaricia y el poder y cómo ahora soy feliz, reconociendo que el verdadero propósito en mi vida es ser yo: Alexander Capó”.