Hace rato que la mayoría de la ciudadanía vive apretá. Quienes tienen trabajo han visto cómo el salario cada vez les rinde menos. Muy poca gente tiene la suerte de “Chabelo”, un alcalde que se aumenta el sueldo de $1,500 en $1,500.

Isabelo Molina, primer ejecutivo de Vega Alta, se ha encargado de que el municipio no tenga déficit, y eso, más que una felicitación de la oficina de la contralora, le ha ganado un sueldito de $8,000 porque los gastos “son grandes”. Tú sabes, “cuando trabajas como alcalde, los gastos son mayores”.

Tan grandes que de $5,000 pasó a $6,500 y de $6,500 a $8,000. Unos aumentos discretitos, como podrá notarse.

Llamativo es que en la campaña electoral del 2004 renunció a su salario de $5,000 para vivir exclusivamente de la pensión. Pero, ya con la silla de la alcaldía asegurada, se dio cuenta de que el dinero no le daba y, no solamente retomó su salario, sino que se lo aumentó a $6,500.

Chabelo sabe que en un momento como este aumentos como el suyo caen como bomba, pero él está tranquilo porque “siempre habrá un grupo que lo vea antipático”.

A él no le parece inapropiado ni censurable. Nada que ver. Solamente antipático, y no para él, sino para un grupo.

El aumentito de Chabelo recuerda al del alcalde de Canóvanas, José “Chemo” Soto, quien se aumentó su suelo a $9,000 a principios de año. En el caso del cazador del chupacabras, lo hizo para demostrarle al gobernador que estaba molesto.

En ambos casos, y aunque ellos lo han negado, se ha dicho que el aumento es para que la pensión de su retiro sea más jugosita.

“Realmente uno trata en la medida que sea posible de tener un salario razonable”, intentó justificar Chabelo.

¿Razonable? ¿Razonable un salario de $8,000 en un municipio con una tasa de desempleo que en enero estaba en el 13.5 por ciento? ¡Ay, Chabelo!

Dijo, además, que en su caso el aumento era para poder equiparar la pensión que iba a tener, “que va a ser mísera”.

Sí, bien mísera que es una pensión de $2,700.

El alcalde tiene suerte. La suerte de ser alcalde. Siente y padece lo mismo que el ciudadano de a pie, pero tiene recursos municipales para cambiar su realidad en plazos de $1,500.

Lo bueno –para quien se pueda indignar con el salario de Chabelo– es que él piensa que se puede ajustar a un nivel de vida distinto. Lo malo es que eso será cuando se retire.