Mientras la Asociación de Restaurantes (ASORE) lucha en los tribunales contra el Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO) y el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) por la manera en que se propuso poner en vigor la ley que prohíbe los vasos, platos, cubiertos o sorbetos hechos con plásticos de un solo uso, los consumidores comienzan a sentir en sus bolsillos el impacto de esta medida proambiente.

Es que los productos que los comerciantes consiguen en la actualidad como sustituto, que son clasificados como compostables, biodegradables o reutilizables, superan el precio por hasta cuatro veces a aquellos que son de plástico no reciclables y que ya escasean en el mercado, señalaron el director ejecutivo de ASORE, Gadiel Lebrón, así como el propietario del parador Boquemar y miembro de la Asociación de Comerciantes de Boquerón, Ángel Rodríguez.

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Además, el cambio amenaza la subsistencia de negocios familiares y muy culturales en esta isla tropical, como lo son la venta de limbers y piraguas.

Pero, el problema va más a allá y no está vinculado al compromiso que los entrevistados dijeron tener con cuidar el medio ambiente. Lebrón resumió que “la realidad es que la ley en su origen no atiende el problema en Puerto Rico que se quiera atender con esto, (la acumulación de plásticos en el vertedero). Se está sustituyendo solamente en un sector nada más, que es el sector de los alimentos preparados con la veda del ‘foam’ y el plástico de un solo uso, en el resto se puede seguir utilizando. Así que no hacemos nada. Y, los productos que hay (disponibles), no estamos preparados para trabajar con ellos a nivel de reciclaje y de composta, así que eso hay que trabajarlo primero antes de poner una ley que le aumenta el costo del consumidor y no se hace mucho”.

ASORE prepara un estudio, denominado Proyecciones 2025, que comenzará a medir el impacto económico de esta ley en el precio de los servicios en los restaurantes. El mismo se presentaría hoy, martes.

En la actualidad, la puesta en vigor de la ley está paralizada desde principios de diciembre por el Tribunal de Apelaciones y DACO cambió la fecha para comenzar a emitir multas por utilizar plásticos de un solo uso del pasado 31 de diciembre, fecha en que arrancaba la prohibición, hasta el próximo 1 de julio. Sin embargo, el mercado ya comenzó a moverse hacia los sustitutos, ya que los suplidores solo ofrecen estas nuevas alternativas más ecoamigables a los restaurantes.

La situación ha desembocado en que “hay escasez de productos, por un lado, y los que hay casi cuatriplican los costos. Ese es el problema que estamos enfrentando”, dijo el director de ASORE.

Igual problemática la planteó el dueño del parador Boquemar, en Cabo Rojo.

“Sabemos que lo que viene, la alternativa que hay es más cara y eso va a encarecer un poco más los costos de los productos en los restaurantes y eso lo va a tener que pagar el consumidor, encareciendo los precios. Pero, si no comenzamos a tomar medidas para eliminar o bajar uso de plásticos vamos a tener las consecuencias por seguir contaminando la tierra y nuestro mundo”, precisó Rodríguez.

El impacto

Emmanuel “El Piragüero” Caraballo Quirós, quien tiene su negocio de venta de piraguas en Yauco, dio ejemplos cómo él y su clientela se han impactado con la eliminación del plástico de un solo uso. Lo hizo tras hacer la salvedad de que “nosotros estamos a favor de la protección de medio ambiente”.

Este comerciante comentó que, en su caso, “estamos tratando de aguantar, pero eventualmente tendremos que aumentar el precio”.

Lo que hizo El Piragüero fue disminuir el vaso en el que ofrece su producto. Por ejemplo, antes vendía la piragua pequeña en un vaso plástico de nueve onzas y ahora la venden en un vaso de cartón de ocho onzas por el mismo precio, que son $3.

Comentó todavía tiene vasos plásticos de 12 onzas, a los que vende a $5. Pero, cuando ya no consiga y se vea obligado a comprar de cartón, anticipó que bajará la cantidad a 10 onzas para poder mantener el mismo precio.

Emmanuel Caraballo Quirós, conocido como El Piragüero, sostiene un vaso plástico que le estará prohibido utilizar bajo la nueva regulación.
Emmanuel Caraballo Quirós, conocido como El Piragüero, sostiene un vaso plástico que le estará prohibido utilizar bajo la nueva regulación. (Suministrada)

“Lo que hemos hecho es bajar el tamaño del producto para no impactar el bolsillo del cliente, aunque sigue siendo un impacto al bolsillo porque están pagando lo mismo por menos. Pero, cada vez se nos está haciendo muy difícil conseguir los materiales (vasos y sorbetos que no sean plásticos) y cada vez que vamos lo poco que quedan son los más caros que hay en el mercado”, sostuvo.

Con este cambio, Caraballo Quirós espera absolver el aumento en costos que ha registrado. Es que dijo que antes compraba una caja de 500 sorbetos plásticos a $3, los cuales ya se le dificulta conseguir, y ahora compra una caja de 500 sorbetos de cartón a $20. Dijo que estos le salen caro, ya que otros más económicos se les desmoronaban a los clientes y le reclamaban por un cambio de sorbeto, lo que terminaba siendo más costoso.

“Se deshacen y se pierde el sabor y el poderla disfrutar bien el cliente”, se quejó.

Todo este cambio, dijo El Piragüero, ha llevado a que la experiencia de comerse una piragua piedra la magia. Señaló que la apreciación la ha compartido con otros comerciantes de igual profesión.

Es que aludió a que se ha cambiado “la forma de cómo saborearla”. Comentó que el sorbeto plástico permitía romper el hielo y poder arrastrarlo hasta la boca. Ahora, al comprador “se le hace más difícil usar sorbeto de cartón a la hora de disfrutar de la piragua”.

Otra experiencia que parece que se perdería es la de los típicos limbers.

Joan López, quien vende estas pequeñas y dulces delicias en el residencial Nemesio R. Canales de San Juan, en un negocio que comparte con su madre desde hace varios meses, comentó lo difícil que ya se les hace conseguir vasos plásticos para envasar y congelar el jugo. Dijo que tienen que ir de colmado en colmado a ver si consiguen.

La joven señaló que en una semana logran vender entre $300 a $400.

Aun cuando el negocio parece próspero, reconoció que el problema de los vasos es grande.

“Cuando no haiga (sic), pues se deja de hacer. No hay más alternativa. Nosotros estamos guardando lo que queda y lo que conseguimos para estirar la cosa”, expresó.

López expresó que el negocio no funcionará con vasos compostables o biodegradables, los que ahora se encuentran en el mercado para sustituir el plástico de un solo uso, porque “se ponen mongo” cuando se derrite el hielo saborizado.

Quieren cumplir

Los percances que enfrentan los comerciantes no se deben a una resistencia para cumplir con la ley.

“Sí, quieren cumplir, pero con la consecuencia de que los precios van a subir”, precisó el comerciante caborrojeño.

Lo que Rodríguez también cuestionó es que esta medida no haya llegado acompañada de un esfuerzo de reciclaje.

En el caso de Cabo Rojo, dijo que cada vez son menos los productos que acepta el municipio para reciclar. Habló de que no hay alternativa para el vidrio y el cartón que tanto se producen en estos negocios de servicio al cliente y restaurantes. Señaló que sólo se acepta el aluminio.

“Hay que buscar la manera de volver al reciclaje”, urgió.

Otra situación que enfrentan los comerciantes es que se les ha hecho complicado conseguir alternativas que verdaderamente funcionen para, por ejemplo, colocar sopas y ciertos comestibles, como la lasaña.

Rodríguez comentó que en los restaurantes se ha cambiado, por ejemplo, a utilizar plástico reusable que al final de cuentas también terminaría lanzado al vertedero. Por ello, solicitó la cooperación de la ciudadanía para abaratar costos y evitar generar más basura.

Una de las acciones que recomendó es que los comensales lleven sus propios recipientes para colocar la comida sobrante o hasta que lleven sus propios vasos reusables para obtener sus bebidas.