Adolescentes alcohólicos: realidad en Puerto Rico
El problema de salud pública se confirma con el registro de menores en tratamientos y en el último informe de Consulta Juvenil que se realiza para monitorear conductas de riesgo en esta población.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Un 21% de los participantes activos en programas de tratamiento para adolescentes por el uso de sustancias, que se ofrecen a través de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca), tienen complicaciones por el consumo de alcohol, un serio problema de salud pública que quedó evidenciado en el último informe de la Consulta Juvenil 2018-2020 que realizan investigadores de la Universidad de Puerto Rico y la Universiad Central del Caribe.
Según la encuesta, que fue diseñada desde 1990 para monitorear cada dos años la prevalencia del uso de sustancias entre los estudiantes de séptimo a duodécimo grado de la Isla, actualmente casi la mitad de los alumnos en estos grupos (42.9%) ha tomado alguna vez más allá de un sorbo de alcohol y tenían menos de 14 años cuando lo hicieron por primera vez.
Pero lo que llama la atención del doctor Carlos Rodríguez Mateo, administrador de Assmca, es que una tercera parte de los estudiantes (33%) reportó el consumo de alguna bebida en el último año y que el 24.3% admitiera haber ingerido alcohol un mes previo a la encuesta que se llevó a cabo entre 2018 y 2020 con 8,645 alumnos de séptimo a duodécimo grado de 80 escuelas públicas y privadas.
Más significativo fue que casi dos terceras partes de los jóvenes (61.2%) que bebieron durante el mes previo de la encuesta informaron haber tomado cinco o más tragos completos de corrido, lo que se conoce como “racha” o en inglés como “binge drinking”. Esta dinámica se reflejó más entre estudiantes atendidos en las áreas de servicio de Mayagüez, Caguas y Moca.
“Lo del ‘binge drinking’ nos preocupa muchísimo porque esto representa un peligro para la salud de esos jóvenes... si se observa una tendencia en esas conductas hay unos riesgos enormes. Cuando hablamos de adolescentes son personas que están en proceso de formación y pueden empezar a desarrollar daños a nivel de conexiones neuronales”, dijo Rodríguez Mateo.
A estos posibles problemas neurológicos se suman otros que podrán afectar el proceso de aprendizaje y exponen a los adolescentes a conductas vulnerables.
Lo del ‘binge drinking’ nos preocupa muchísimo porque esto representa un peligro para la salud de esos jóvenes... si se observa una tendencia en esas conductas hay unos riesgos enormes
-Carlos Rodríguez Mateo
“No solo se afecta la salud física o emocional de la persona, sino que consumir alcohol, como un patrón, los expone a otros factores de riesgo como: accidentes mortales, incrementan las visitas a salas de emergencia, alteran el desarrollo cerebral y el rendimiento académico disminuye. También asumen comportamiento sexual riesgoso, exponiéndose a embarazos no deseados o a enfermedades de transmisión sexual. Realmente son muchos los riesgos en los que consumen alcohol que en los que no lo hacen”, agregó el administrador.
“Se deshiniben y les afecta el juicio y realizan conductas que, tal vez, sin el efecto de alcohol no estarían cometiendo. Ahí es que pueden aumentar los patrones de violencia, irritabilidad, hostilidad, entre otros”, manifestó por su parte la doctora Mía Muñoz, coordinadora de programas de prevención de la agencia.
De hecho, datos provistos por Assmca a Primera Hora indican que el 21% de los casos atendidos por uso de sustancias están relacionados al alcohol. De un aproximado de 150 casos que se atienden actualmente, 31 son participantes activos que tienen problemas con el alcohol, indica el informe entregado a este diario.
Se detalla que los participantes tienen entre 13 a 17 años de edad y reciben servicios especializados en la División de Niños y Jóvenes y Sus Familias.
Entre estos está la Clínica de Niños y Adolescentes de Río Piedras, que ofrece tratamiento ambulatorio en el Hospital Pediátrico Universitario. Allí, los participantes reciben evaluaciones psiquiátricas comprensivas; terapia individual por sicólogos y trabajadores sociales de tipo congnoscitiva; psicofarmacia; terapia de grupo; intervenciones familiares, entre otras.
Assmca también tienen el programa de TASC Juvenil, una alternativa para jóvenes entre 13 a 17 años, ofensores involucrados en el uso o abuso de drogas o alcohol. El propósito de este programa es desviar al menor ofensor que está involucrado o en riesgo de involucrarse en actividades delictivas relacionadas con el abuso o dependencia de abuso de drogas o alcohol hacia programas de tratamiento. Este servicio se ofrece en alianza con el Sistema de Justicia Juvenil. Otra alternativa es el proyecto “Puerto Rico Youth Family Tree Project”, dirigido a adolescentes de 12 a 18 años con disturbio en uso de sustancias.
¿En Puerto Rico hay niños alcohólicos?, preguntó este diario.
“Para poder cumplir con un diagnóstico que cumpla con todos los criterios o cuando hablamos de un trastorno se indica que es cuando se afecta la funcionalidad de una persona. En el caso de los jóvenes, sí hay quienes se han visto afectados por el consumo de alcohol y han requerido tratamiento”, acotó Muñoz.
Los expertos coinciden que el uso de alcohol en adolescentes es un problema que no se solucionará de forma inmediata, pero es importante buscar alianzas para crear proyectos de impacto y prevención a través de acuerdos colaborativos con organizaciones de base comunitaria, los esfuerzos de la academia y la educación.
Otro factor determinante es la familia. La encuesta juvenil determinó que una cuarta parte de los adolescentes que tuvieron acceso a alcohol indicaron haberlo conseguido de sus padres, seguido por amigos, otros adultos y hermanos.
“Muchos de estos estudiantes son catalogados como niños con deficiencias en el aprendizaje o disturbios emocionales. La gran mayoría de estos, durante los seis a ocho años, dan indicios claves a sus maestros, trabajadores sociales, pediatras, etc., de que están en riesgo de incurrir en conductas disfuncionales, incluyendo el uso de alcohol y otras drogas. Sin embargo, en ocasiones pasan inadvertidos y así llegan a la adolescencia, vulnerables a la adicción en cualquiera de sus múltiples manifestaciones”, se reitera en los hallazgos del informe.
Además, sugiere que los hijos de padres con trastornos por uso de sustancias experimentan la inconsistencia paterna, reciben dobles mensajes, sentimientos ocultos, sienten vergüenza, desconfianza e inseguridad y asumen roles que obstruyen el desarrollo y la expresión de la identidad.
El informe determina que el 24.3% de los alumnos que tienen problemas con alcohol vienen de hogares con historial de consumo de bebidas en la familia.
Esta información es consistente con información provista por la Academia Americana de Psiquiatras de Niños y Adolescentes, www.aacap.org, donde se indica que uno de cada cinco americanos adultos vivió con un alcohólico mientras crecía y que estos niños, “corren mayor riesgo de tener problemas emocionales que los niños cuyos padres no son alcohólicos”. De hecho, destacan que los hijos de personas con problemas de consumo de alcohol tienen una probabilidad cuatro veces mayor que otros niños de convertirse en alcohólicos. Además, indican que la mayoría de estos menores han experimentado cierta forma de abandono o abuso.
“Entre estos niños hay una mayor incidencia de desórdenes emocionales y conductuales si se les compara con otros niños. Se relacionan menos con los pares y se observan problemas de ajuste en su adolescencia... La tasa de ausentismo escolar es más alta entre ellos”, se destaca, por su parte, entre los hallazgos de la Consulta Juvenil en Puerto Rico.
En este sentido, según el administrador de Assmca, es importante que los maestros, padres o adultos relacionados a los menores estén pendientes a cualquier cambio que pudiera apuntar a una conducta de riesgo.
“Si hay un cambio en el rendimiento escolar o en la conducta se tiene que levantar una banderita roja... y si se confirma el uso de alcohol u otra sustancia es importante buscar ayuda. Ante la mera sospecha es importante buscar ayuda”, puntualizó Rodríguez Mateo.
“El reto grande en este asunto es que el alcohol en nuestra cultura es algo común. Es común verlo en las celebraciones, fiestas, cumpleaños, bodas, para relajarse. El alcohol está asociado a muchísimas cosas de nuestro diario vivir. Cuando es algo tan común y hasta bien visto por la sociedad vienen los problemas de efectos en nuestros menores”, expresó.