Washington. A bordo de un vuelo privado cargado de bambú y galletas, fletado como parte de un operativo especial, los tres pandas que vivían en el zoológico de Washington iniciaron este miércoles su regreso a China tras el fin de un acuerdo entre instituciones de los dos países.

Mei Xiang (25 años) y Tian Tian (26 años) llegaron en el año 2000 a la capital estadounidense, donde tuvieron su hijo Xiao Qi Ji (“Pequeño Milagro”), que nació en 2020 tras un proceso de inseminación artificial.

Tras el viaje de estos tres mamíferos, solo cuatro pandas chinos permanecerán en Estados Unidos, en el zoológico de Atlanta (Georgia), que también tienen fecha de salida: los dos más jóvenes partirán a comienzos del próximo año y los dos mayores a finales.

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Los tres pandas gigantes de Washington salieron esta mañana del Zoológico Nacional del Smithsonian a bordo de tres camionetas con destino el Aeropuerto Internacional Dulles, que da cobertura a la capital estadounidense, donde abordaron un avión Boeing 777 adaptado para la ocasión.

Avión decorado y repleto de bambú

El Smithsonian, una de las instituciones culturales referentes de Estados Unidos, detalló en un comunicado algunas curiosidades de este viaje en el que estarán acompañados por el personal del zoológico que ha cuidado a los tres animales, que hasta ahora eran la gran sensación del zoo.

A bordo del avión, decorado con calcomanías personalizadas por la empresa de transportes Fedex, se llevan bambú, galletas, manzanas, zanahorias, batatas, caña de azúcar, peras y calabaza cocida.

La jornada comenzó con los pandas recibiendo el desayuno. Tras esto, cada oso ingresó a su jaula de viaje individual personalizada, a la que se han estado aclimatando durante las últimas semanas.

Las cajas de viaje especializadas están hechas de acero y plexiglás.

Con los pandas dentro, fueron trasladadas a una carretilla elevadora hasta los camiones que los transportaron al aeropuerto, un operativo que presenciaron funcionarios de la embajada de China en Estados Unidos y que fue retransmitido en directo.

El viaje hasta Chengdu, la ciudad donde se encuentra el santuario donde van a residir a partir de ahora, durará unas 19 horas desde Washington e incluirá una breve parada para recargar combustible en Anchorage, Alaska.

A su llegada a Chengdu, los nuevos cuidadores de los pandas del Centro de Investigación y Conservación del Panda Gigante de China los recibirán y los llevarán al Campus ShenShuPing en Wolong, donde permanecerán en cuarentena durante aproximadamente 30 días.

El equipo de Estados Unidos seguirá y permanecerá con los pandas durante unos días mientras se aclimatan a su nuevo hogar.

El pequeño Xiao Qi Ji ingresará al programa de cría de pandas gigantes cuando alcance la madurez sexual entre los 6 y 7 años.

“Éste es un momento de regocijo porque éste es un paso más en 50 años de un programa exitoso para la conservación del panda gigante y, esperemos, el comienzo de otros 50 años”, dijo la directora del zoológico, Brandie Smith.

“Seguimos comprometidos con este programa y ansiamos celebrar con todos ustedes cuando los pandas retornen a Washington DC”, afirmó. Todavía no hay ningún acuerdo que vaya a permitirlo.

La diplomacia panda

El acuerdo entre el Smithsonian y China estipulaba que Mei Xiang y Tian Tian deben marchar al centro de conservación de Chengdú al ser ya demasiado mayores. Xiao Qi Ji lo hace, pese a ser estadounidense, porque está en edad de reproducción.

A diferencia de ocasiones previas en las que se solía ampliar o renovar el programa de préstamos de pandas chinos a zoológicos estadounidenses, por ahora no hay planes para que cuando salgan los últimos animales de esta especie vengan otros a ocupar su lugar.

Símbolo patrio del gigante asiático, China ha utilizado a los pandas a lo largo de su historia como señal de paz, armonía y buena voluntad. Por eso, ya desde la dinastía Tang (siglo VII) los osos panda fueron usados para estrechar lazos con países como Japón.

En la década de 1950 el presidente Mao Zedong hizo lo propio con la entonces Unión Soviética y en plena guerra fría, en 1972, decidió regalar dos pandas a Estados Unidos, tras una visita del presidente Richard Nixon.

La “diplomacia panda” en los años ochenta-noventa con Deng Xiaoping tomó tintes económicos ya que vio que los alquileres de pandas a largo plazo podían ser un negocio.

Este interés, apuntan los expertos, ha disminuido en los últimos años por la buena salud de la economía china y por el deseo de proteger a su símbolo nacional.