La variante Delta de COVID-19 ha llevado a muchas empresas de Nueva York, la capital económica de EE.UU., a retrasar nuevamente el regreso de sus empleados a las oficinas tras meses señalando septiembre como el momento del regreso a la normalidad.

El 7 de septiembre, la jornada posterior al Día del Trabajo que se celebra este lunes en el país, era la fecha que buena parte del sector empresarial se había fijado como objetivo para el retorno de una mayoría de trabajadores de cuello blanco, pero los datos apuntan a que se quedará muy lejos de la meta.

De los más de un millón de empleados de oficinas en Manhattan, el centro neurálgico de Nueva York, se estima que en agosto sólo estaban acudiendo a sus puestos un 23%, según una encuesta publicada a finales de agosto por The Partnership for New York City, una coalición que reúne a muchos de los grandes negocios con base en la ciudad.

En el mismo sondeo, se estima que para el 30 de septiembre estén de vuelta el 41% de los empleados, muy lejos del 62% que en mayo se proyectaba para esa fecha.

El rápido avance durante el verano de la variante delta, que ha vuelto a hacer crecer los casos de coronavirus en Estados Unidos, ha llevado a numerosas empresas a replantearse sus planes, retrasando al menos hasta octubre los regresos.

Entre ellas figura el fondo de inversión BlackRock, que cuenta con unos 4,000 trabajadores en Nueva York a los que inicialmente sólo requerirá que acudan a su puesto tres días por semana, según informó hoy The Wall Street Journal.

Otras, como los gigantes tecnológicos Google y Amazon, que tienen una importante presencia en la Gran Manzana, ya han dicho que sus empleados no volverán a la oficina hasta enero.

Algunos de los grandes bancos estadounidenses, como Goldman Sachs y JPMorgan Chase, comenzaron a requerir el trabajo presencial en junio y julio, pero su ejemplo no se ha extendido a demasiadas compañías.

Las autoridades neoyorquinas consideran vital la vuelta de los trabajadores de oficinas a Manhattan, de quienes depende la supervivencia de muchos negocios, sobre todo de hostelería, y por ello la Alcaldía hizo volver a sus funcionarios a la oficina el pasado mayo.

El consistorio municipal requiere a sus trabajadores estar vacunados o someterse a pruebas de covid-19 semanales, un sistema que ha animado al sector privado a implementar para evitar los contagios.