La primera semana de enero de este año, Terry Greear, entrenador de una escuela de Estados Unidos, de 42 años, atlético y sano, dio positivo al coronavirus, sufrió con severidad la enfermedad y hoy, sin sentirse al 100%, decide contar su historia y dejar un mensaje a las personas desde su sufrida experiencia: “vacúnense”.

En esos días esperaba varios sucesos: la llegada de los Tampa Bay Buccaneers al Super Bowl, celebrar un aniversario más de bodas y que se permita la vacuna para las personas de 40 años. Sin embargo, antes de esos eventos un día se sintió mal y empezó a hacer fiebre. Al día siguiente se hizo una prueba de COVID-19 y resultó positivo, según narró CNN.

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Dada su edad y su buen estado físico, su esposa Stephanie creyó que todo transcurriría sin contratiempos y le subió el ánimo con un “te vas a poner bien”. Estimaban que, en el peor de los casos, “estaría enfermo entre siete a diez días”.

Pero su condición fue empeorando. Solo unos días después se desmayó, sus dedos se volvieron azules y fue llevado de urgencia a un hospital. Más tarde fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos.

Su esposa mantuvo el temple, pese a todo. Cada llamada que recibía elevaban su tensión, hasta que llegó la peor noticia, la mañana del 24 de enero: su esposo iba a ser intubado y puesto en coma inducido.

Ahora Terry confiesa que antes de ser intubado en su mente había espacio para sus dos hijos, Matthew (16 años) y Ryan (12), y su mujer, Stephanie. Luego, todo ha sido nulo o borroso, los acontecimientos posteriores los conoce a través del triste recuerdo de su esposa.

“Fue la peor llamada que he recibido en mi vida. No podía creer lo que había pasado. Pregunté a los médicos y a las enfermeras si podía oírme. Ella (la doctora) dijo: ‘Ve a hablar con él. Puede que te oiga. No lo sabemos’”, recuerda Stephanie. “Le pedí a Dios que lo salvara”, agrega.

El cuarto donde estuvo internado Terry fue decorado por su esposa con fotos de familiares y de amigos. Su oficina en la escuela fue llenada de mensajes de aliento por estudiantes y otros compañeros de trabajo y hasta se confeccionaron camisetas en su honor.

“Cada vez que volvía en sí, o me despertaba, veía fotos, y la primera foto que veía era este corazón que dice ‘Te queremos’”. Eso me daba un poco de alivio. Saber que no están físicamente allí, pero que puedo verlos”, recordó Terry.

Lenta recuperación

Terry estuvo hospitalizado 72 días, en ese tiempo perdió 22 kilos, sus pulmones colapsaron dos veces y tuvo que utilizar un respirador, una sonda de alimentación y una máquina de bypass pulmonar. Sin embargo, venció al coronavirus.

Su cuerpo estaba tan débil que no podía hacer tareas tan básicas como ponerse un calcetín. Tuvo que ingresar a un programa intensivo de rehabilitación y “aprendió” nuevamente a vestirse, lavar los platos, caminar y entrar y salir del coche.

En casa dependía de un tanque de oxígeno y de un andador y cada situación, por mínima que pareciera, era agotadora y debía siempre descansar y comprobar sus niveles de oxígeno.

Un mensaje desde la experiencia

Y poco a poco fue dejando todo lo triste atrás. El andador se lo regaló a su abuela y ya no utiliza un tanque de oxígeno. Quiere participar en una carrera 5K en noviembre y se tiene fe, aunque por el momento no se siente al 100%.

Quiere recuperar el tiempo perdido y celebró una fiesta en casa para revivir el momento en que los Buccaneers ganaron el Super Bowl, aunque su aniversario de bodas esperará unos días más hasta que se sienta mejor.

Pero quiere, eso sí, dejar un mensaje que no puede esperar y puede ayudar a todo aquel que quiere escuchar: “vacúnense”.

“Por favor, considere vacunarse para protegerse a sí mismo y a los que amas (...) No quiero que la familia de nadie más tenga que pasar por lo que pasó mi familia. La mujer o el marido de nadie tiene que decir a sus hijos que mamá o papá pueden no volver a casa”, finalizó Terry en un mensaje publicado en Facebook.