Donald Trump ganó las elecciones primarias presidenciales de New Hampshire el martes, con lo que afianza su control sobre la candidatura presidencial republicana y aumenta las probabilidades de una revancha este año contra el presidente Joe Biden.

El resultado fue un revés para la exembajadora ante la ONU Nikki Haley, quien invirtió mucho tiempo y recursos financieros en ganar el estado, pero terminó en segundo sitio. Era la última aspirante de renombre en la contienda después de que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, dio fin a su precandidatura presidencial durante el fin de semana, lo que le permitió a Haley hacer campaña como única alternativa a Trump. Haley intensificó sus críticas al expresidente, cuestionando su agudeza mental y presentándose como una candidata unificadora que marcaría el comienzo de un cambio generacional.

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Sus palabras no tuvieron suficiente eco entre los votantes. Trump puede presumir ahora de ser el primer precandidato presidencial republicano que gana las contiendas en Iowa y Nueva Hampshire desde que ambos estados empezaron a encabezar el calendario electoral en 1976, un signo sorprendente de la rapidez con que los republicanos han cerrado filas para convertirlo en su candidato por tercera vez consecutiva.

Al conquistar victorias sencillas en ambos estados, Trump está demostrando la capacidad de unir las facciones del Partido Republicano. Ha conseguido el apoyo de los conservadores evangélicos que son influyentes en Iowa y de los votantes más moderados de Nueva Hampshire, una fuerza que espera volver a mostrar cuando las primarias se trasladen rápidamente al resto de Estados Unidos.

Haley no pudo aprovechar la tendencia política más moderada de Nueva Hampshire. Ahora, su camino para convertirse en la candidata del Partido Republicano es cada vez más estrecho. No participará en una contienda que otorgue delegados hasta las primarias de Carolina del Sur programadas para el 24 de febrero. Como exgobernadora del estado, espera que un sólido desempeño en la entidad pueda impulsarla hasta las primarias del Supermartes del 5 de marzo. Pero en un estado profundamente conservador donde Trump es sumamente popular, esas ambiciones podrían ser difíciles de lograr y una derrota en su estado natal podría resultar políticamente devastadora.

Haley prometió el martes por la noche que no abandonará la contienda y que seguirá adelante rumbo a Carolina del Sur.

“New Hampshire es la primera de la nación; no es la última de la nación”, señaló. “Esta contienda está lejos de terminar. Quedan decenas de estados por recorrer”.

Alrededor de la mitad de los votantes en las primarias republicanas de Nueva Hampshire dijeron que están muy o algo preocupados de que Trump sea muy extremo para ganar las elecciones presidenciales, de acuerdo con AP VoteCast, una encuesta de los votantes del estado. Sólo un tercio dijo lo mismo sobre Haley.

Por su parte, el presidente Joe Biden ganó las primarias demócratas en el estado gracias a que los votantes escribieron su nombre en las boletas, luego de que el partido del estado siguiera adelante con su propia contienda. Biden no estaba en la papeleta, pero sus aliados lo ayudaron a derrotar a una serie de aspirantes poco conocidos.