Trump ante una amenaza como nunca antes
Ahora no tiene ahora el beneficio de tomar distancia con las esferas que lo rodean.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Washington— El presidente Donald Trump se enfrenta a una amenaza política como nunca antes. La amenaza ha evolucionado rápidamente desde una denuncia de un informante a una investigación que podría conducir a su destitución.
Desde que Donald Trump se convirtió en una figura política nacional, lo han acompañado las investigaciones y la controversia.
Hasta ahora han sido escalonadas, prolongadas y a menudo inconclusas, y ante su conducta muchos estadounidenses han reaccionado escandalizados, cansados o paralizados. Con cada señalamiento contra él, Trump ha perfeccionado el arte de la evasión, aparentemente ganando fuerza, intimidando y menospreciando a quienes se han atrevido a enfrentarlo.
Sin embargo, ahora Trump se enfrenta a la denuncia de un informante. Muchas de las pruebas ya están a la vista de la ciudadanía.
En el centro de la cuestión está una llamada telefónica en la que Trump le pidió al presidente de Ucrania que ayudara a investigar a su rival demócrata, Joe Biden. La detallada carta del denunciante alega que la Casa Blanca trató de encubrir la llamada, y posiblemente otras más.
A diferencia de la investigación de dos años del fiscal especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en las elecciones que llevaron a Trump a la Casa Blanca, la cual se centró en una serie de personas allegadas a Trump y no siempre en el propio presidente, Trump no tiene ahora el beneficio de tomar distancia con las esferas que lo rodean.
Con el informe de Mueller, al final hubo mucho humo, pero no hubo una prueba contundente.
Ahora, en cambio, las palabras y acciones de Trump están en el centro de una investigación que harán los demócratas en la Cámara de Representantes.
"El informe de Mueller siempre fue ‘Manafort esto’ y ‘su hijo aquello’. Hubo una sucesión de participantes", dijo el historiador presidencial Douglas Brinkley, refiriéndose al exdirector del equipo de campaña de Trump, Paul Manafort, y a Donald Trump Jr. En cambio, "esto es sólo Donald Trump y una conversación perturbadora con otro líder mundial".
Esta nueva realidad tomó por sorpresa a Trump y a sus asesores, según personas cercanas al presidente.
Una cosa que no ha cambiado, al menos no por el momento, es la clara división entre los partidarios sobre las acciones de Trump, tanto en Washington como en todo el país.
Según una encuesta de NPR/PBS NewsHour/Marist realizada el miércoles, el 49% de los estadounidenses aprueba que la Cámara de Representantes inicie una investigación de juicio político contra Trump. Entre los demócratas, el 88% aprueba la investigación, mientras que el 93% de los republicanos la desaprueba.
Mark Updegrove, historiador presidencial y director de la Fundación LBJ en Austin, Texas, dijo que ese persistente apoyo de los legisladores republicanos es lo que distingue actualmente a Trump de Richard Nixon, quien dimitió en medio de la investigación sobre el caso de Watergate, después de que su propio partido empezó a abandonar al mandatario republicano.
"La gran diferencia entre este caso y el de Watergate es que entonces tanto republicanos como demócratas estaban profundamente preocupados por el hecho de que el presidente estuviera involucrado en actos delictivos", dijo Updegrove. "Fue un esfuerzo bipartidista y ciertamente no tienes nada de eso ahora", añadió.
Sin embargo, es muy temprano, comparado con Watergate. Por el momento ya hay pequeños indicios de que algunos republicanos están tratando de mantener cierta distancia del presidente. Algunos legisladores republicanos huyeron de Washington para un receso de otoño, alegando que aún no habían leído la denuncia del informante. Otros dijeron que estaban dispuestos a saber más sobre el tema.
La influencia de Trump sobre el Partido Republicano hace casi imposible prever un escenario en el que el Senado, controlado por los republicanos, lo condene en caso de que sea indiciado por la Cámara de Representantes, dirigida por los demócratas.
El presidente es muy consciente de que su partido es el único que puede protegerlo. En medio de la tormenta de la última semana, tuiteó a los republicanos: "Manténganse juntos, jueguen su juego y luchen duro, republicanos".
Más tarde borró el tuit.