Trump amenaza con diez años a prisión a quien vandalice monumentos
Calificó a los manifestantes de "anarquistas y otras cosas" antes de salir de la Casa Blanca en dirección a Arizona para visitar la frontera con México.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Washington. El presidente de EE.UU., Donald Trump, amenazó este martes con hasta 10 años de prisión para aquellos que vandalicen monumentos y estatuas históricas mediante la aplicación de leyes federales, también de manera retroactiva.
"He autorizado al Gobierno Federal para que arreste a cualquiera que vandalice o destruya cualquier monumento, estatua u otra propiedad federal en EE.UU. con hasta 10 años de prisión, a través de la Ley de Preservación de Memoriales de Veteranos o cualquier otra legislación que pueda ser pertinente", escribió esta mañana el mandatario en su cuenta de Twitter.
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A lo que añadió que esta acción, que llevará a cabo mediante una orden ejecutiva que dijo que firmará en breve, tendrá un efecto retroactivo, por lo que aquellos que hayan cometido este tipo de acciones con anterioridad serán también castigados.
Esta decisión llega después de que, en el contexto de las protestas raciales de las últimas semanas, numerosas estatuas de personajes históricos hayan sido atacadas.
El principal objetivo de los manifestantes han sido los símbolos confederados -defensores de la esclavitud durante la Guerra de Secesión- que abundan sobre todo en los estados sureños, pero también han sido atacadas estatuas de los conquistadores españoles o de los "padres fundadores" de Estados Unidos.
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Trump calificó hoy a estos manifestantes de "anarquistas y otras cosas" antes de salir de la Casa Blanca en dirección a Arizona para visitar la frontera con México, y dijo que "si los estados no pueden controlarlos", está dispuesto a ayudar.
La gota que colmó el vaso pudo haber sido una acción en la noche del lunes a pocos metros de la Casa Blanca, cuando policías federales evitaron con cargas que un grupo de manifestantes derribara la estatua en la que aparece el expresidente Andrew Jackson (1829-1837) montado en un caballo que se alza sobre sus dos patas traseras, en el Parque Lafayette, situado frente a la entrada principal de la residencia presidencial.
Los manifestantes habían colocado ya cuerdas y cadenas en la estatua ecuestre cuando los policías dispersaron la protesta haciendo uso de gases lacrimógenos.
La estatua de Jackson se erige en el parque Lafayette, que ha sido epicentro de las protestas raciales en Washington por su ubicación, justo enfrente de la residencia del presidente.