Sonia Sotomayor se confiesa en su autobiografía
Dice en un libro inusualmente personal que siente un arrepentimiento ocasional por no haber tenido hijos, ya sea por nacimiento o adoptados.
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Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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La larga lucha de Sonia Sotomayor contra la diabetes y el temor de morir prematuramente jugaron un papel importante en su decisión de no tener hijos, confesó la primera persona de ascendencia latinoamericana en formar parte de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos en sus memorias de próxima publicación.
Sotomayor, de 58 años de edad, dice en un libro inusualmente personal que siente un arrepentimiento ocasional por no haber tenido hijos, ya sea por nacimiento o adoptados. La autobiografía, "My Beloved World" (Mi mundo adorado), será publicada por Alfred A. Knopf y estará lista en enero. Una copia previa fue enviada por el editor a The Associated Press.
En la obra, Sotomayor también defiende la llamada Acción Afirmativa, un programa que garantiza la igualdad de oportunidades a todos sin distinción de raza, sexo, edad, religión u orientación sexual, y que permitió que ella fuese admitida en la Universidad de Princeton y a la Facultad de Leyes de Yale.
La magistrada dijo que este programa gubernamental es necesario porque apoya a los estudiantes en desventaja para que puedan alcanzar el éxito. Sotomayor creció en una familia del sur del Bronx que ni siquiera tenía cuenta bancaria.
Los padres de Sotomayor, ambos nacidos en Puerto Rico, se conocieron en Nueva York a finales de la Segunda Guerra Mundial y ella nació en 1954.
Su niñez estuvo llena de tensiones, tanto por la diabetes, que le diagnosticaron antes de que cumpliera ocho años, como por la lucha constante de su padre contra el alcoholismo. Su padre murió cuando Sotomayor tenía nueve años.
La jueza reconoce que entró por una puerta especial, reservada para una minoría de estudiantes, pero escribe que sus logros en Princeton hablan por sí mismos, como el haber recibido el premio más importante otorgado a estudiantes en su último año, su puesto en la sociedad de honor Fi Beta Kappa y su graduación con los máximos honores.
Sotomayor recibió un avance de casi 1,2 millones de dólares por el libro, el cual Knopf publicará simultáneamente en inglés y español. En el libro no se habla de los más de tres años desde que Sotomayor fue nombrada magistrada de la Suprema Corte, ni los previos 17 años que pasó como jueza federal de distrito, o de apelaciones.
En cambio, relata su ascenso desde un barrio donde rara vez se hablaba inglés hasta empezó a fungir como jueza federal en 1992.
Incluye, asimismo, un encuentro especialmente doloroso con las drogas en la descripción de su querido primo Nelson, quien al final murió de sida que, según ella, contrajo a través de una aguja contaminada.
Sotomayor cuenta que cuando trabajaba como fiscal, un día llevó a Nelson a un lugar que, él confesó posteriormente, utilizaba la gente para drogarse, en el Bronx, y lo esperó en el coche mientras él se inyectaba heroína.
La historia de ascenso desde la pobreza es, en muchos sentidos, similar a la que contó su compañero en la Corte Suprema, el juez Clarence Thomas, en el libro "My Grandfather's Son" ("El hijo de mi abuelo"). Ambos crecieron con pocas comodidades y regularmente fueron víctimas de los prejuicios.
Sin embargo, mientras Thomas se ha vuelto un fuerte opositor de la Acción Afirmativa —alegando que se sintió estigmatizado por la preferencia racial que también le ayudó a entrar a la Universidad de Yale— Sotomayor dice que tuvo la oportunidad de unirse a la élite y la aprovechó.
La magistrada reconoce que su herencia hispana ha jugado un papel en su ascenso a la Suprema Corte, en la que es la primera latina y la tercera mujer en convertirse en magistrada. Ella ha dicho que nunca ha dejado que los insultos contra sus raíces o la discriminación con base en su género la hagan menos.