Washington.- Las grandes ciudades de Estados Unidos vivieron ayer una nueva noche de protestas tras los últimos casos de ciudadanos afroamericanos muertos a manos de la Policía en circunstancias por aclarar.

Nueva York, Chicago, Miami, Washington DC y Ferguson (Misuri) registraron las marchas más numerosas, con cortes de carreteras y algunos arrestos, pero de tono pacífico y sin altercados.

Con mayor o menor intensidad, la protesta en las calles de las principales ciudades de Estados Unidos se mantiene viva desde el 24 de noviembre, cuando el policía Darren Wilson quedó libre sin cargos tras matar a tiros en agosto al joven negro Michael Brown, que iba desarmado.

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Tras la calma de Acción de Gracias, la gran fiesta familiar de Estados Unidos en la que se registran los mayores desplazamientos del año, las manifestaciones volvieron con fuerza este miércoles tras conocerse la decisión de otro gran jurado de no imputar a otro policía blanco en un caso similar.

Eric Garner, de 43 años y asmático, murió el pasado 17 de julio por asfixia después de que un policía vestido de civil, Daniel Pantaleo, le colocara el brazo alrededor del cuello y ejecutara una llave de estrangulamiento, acto que fue grabado por un transeúnte en vídeo.

En este contexto, el jueves se conoció otro nuevo caso: un agente mató el martes con dos tiros en el torso a un afroamericano desarmado tras un forcejeo entre ambos en Phoenix (Arizona), donde también se han registrado protestas.

Según la versión policial, Rumain Brisbon estaba vendiendo drogas en un coche cuando el policía le pidió que levantara las manos, orden a la que el sospechoso no accedió.

Brisbon corrió hacia un edificio de apartamentos, donde ambos comenzaron un forcejeo durante el cual el sospechoso metió las manos en los bolsillos del pantalón, lo que, según el relato de la Policía, hizo pensar al agente que tenía un arma.

El policía, identificado sólo como un hombre blanco de 30 años, le disparó dos tiros en el torso que provocaron la muerte del sospechoso, de 34 años.

Tanto el presidente del Gobierno, Barack Obama, como su secretario de Justicia, Eric Holder, han comparecido públicamente en la última semana para dejar claro que la Administración está comprometida en mejorar la confianza entre agentes y minorías en el país.

El departamento de Justicia investiga si hubo violación de derechos civiles en los casos de Michael Brown y Eric Garner, al tiempo que prepara nuevas directrices policiales para poner fin a la discriminación racial en las prácticas de los agentes.