Donald Trump ya no tiene el megáfono de las redes sociales, el poder de la Presidencia ni el apoyo inequívoco de la cúpula del Partido Republicano. Pero una semana después de dejar la Casa Blanca, parece poco probable que el grueso del partido le dé la espalda de cara al juicio político que tiene por delante.

Muchos republicanos se niegan a defender en público el papel de Trump en la toma del Congreso. Pero pocos parecen dispuestos a condenar al expresidente en el “impeachment” que prepara el Senado.

Los republicanos de la Cámara de Representantes que votaron a favor del juicio fueron blanco de fuertes críticas de sus correligionarios, tras lo cual la gran mayoría del bloque republicano del Senado expresó su oposición al juicio político por considerarlo inconstitucional. Solo cinco de los 50 senadores republicanos apoyaron el juicio.

Hace pocos días se especulaba que había posibilidades de que Trump fuese hallado culpable de alentar la insurrección del 6 de enero, que incluyó la toma del Congreso. Pero la votación del martes en el Congreso parece indicar que, por más que Trump ya no sea bien visto en Washington tras esos disturbios, la mayoría de los republicanos no quieren provocar a sus partidarios, que son la mayoría del electorado republicano.

“Los vientos políticos del Partido Republicano soplan en la dirección contraria”, afirmó Ralph Reed, presidente de la Coalición Fe y Libertad y aliado de Trump. “Los republicanos decidieron que, incluso si cometió errores después de las elecciones de noviembre y el 6 de enero, las políticas que promovió y las victorias que se apuntó, desde la designación de jueces hasta la anulación de regulaciones y la reducción de impuestos son demasiado grandes como para abandonarlo en el campo de batalla”.

Trump está lentamente involucrándose de nuevo en la política y su gente le dio a varios aliados el visto bueno para tratar de quedarse con las bancas de los diez representantes que votaron a favor del juicio político.

Trump, por otro lado, sigue enfurecido con el gobernador republicano de Georgia Brian Kem, quien se negó a apoyar sus acusaciones falsas de que hubo fraude en las elecciones de ese estado. Kemp buscará la reelección en el 2022 y Trump ha dicho que el representante Doug Collins podría postularse.

Los pronunciamientos de Trump poco después de dejar la presidencia van en contra de una vieja tradición, por la cual los presidentes salientes dan un paso al costado cuando se van de la Casa Blanca, al menos por un tiempo.

A Trump, sin embargo, le encanta estar en el candelero y pocos esperaban que se hiciese a un lado.

“Volveremos de alguna forma”, dijo a algunos partidarios al irse de la Casa Blanca rumbo a la Florida. Cómo volverá no está claro por ahora.

Trump sigue siendo enormemente popular entre el electorado republicano y tiene una gran cantidad de dinero en sus arcas —más de 50 millones de dólares— que podría usar para impulsar las candidaturas de figuras que traten de quedarse con las bancas de los republicanos que apoyaron el impeachment o que no respaldaron sus fallidos esfuerzos por anular los resultados de las elecciones con la afirmación falsa de que hubo irregularidades en estados como Georgia.

“El presidente me dijo después de las elecciones que va a seguir muy involucrado”, comentó Matt Schlapp, presidente de la Unión Conservadora Americana. “Creo que va a seguir comprometido. Que va a seguir comunicándose. Expresando sus opiniones. Yo, por mi parte, pienso que eso es muy bueno y lo alenté a que lo haga”.

Colaboradores de Trump indicaron que el magnate piensa trabajar para que los republicanos recuperen el control de las dos cámaras legislativas en el 2022. “Pero por ahora nos enfocamos en el impeachment”, expresó el asesor del exmadatario Jason Miller.

Colaboradores de Trump dicen que no piensa lanzar un tercer partido, como insinuó en alguna ocasión, pero que piensa usar su capital político en el Partido Republicano.

El legado de Trump es muy discutido en el seno del Partido Republicano, que trata de restablecer su identidad luego de perder la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso. Tres semanas después de que una turba trumpista tomase el Capitolio, Trump es bastante cuestionado por los dirigentes republicanos de Washington.

“No sé si incitó (la toma) o no, pero fue parte del problema”, declaró el senador Tommy Tuberville, un firme partidario de Trump.

Tuberville no dijo si defenderá a Trump en el juicio, pero dudó que pueda haber consecuencias negativas para los senadores republicanos que voten en contra del expresidente.

“No creo que haya repercusión alguna”, manifestó.

Trump sigue teniendo fuerte apoyo en el Comité Nacional Republicano y en las estructuras partidarias estatales, pero incluso en esos ámbitos hubo en los últimos días dirigentes que osaron criticarlo como nunca lo habían hecho.

El juicio político genera fuertes encontronazos en el CNR.

La Associated Press obtuvo un intercambio de emails en el que Demetra DeMonte, integrante del Comité, propone una resolución exhortando a todos los senadores republicanos a oponerse a lo que describió como “un juicio político que es una farsa inconstitucional, promovida por una mayoría demócrata radical e imprudente”.

Bill Palatucci, otro miembro del Comité, respondió diciendo que el “acto de insurrección (de Trump) fue un ataque a nuestra democracia y merece ser enjuiciado”.