Republicanos acorralan a Twitter por “proteger” a Biden y a su hijo
Desde que los republicanos lograron la mayoría de la Cámara Baja en las elecciones de medio mandato del pasado noviembre, habían prometido investigar a la familia Biden.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Twitter estuvo este miércoles en el punto de mira de un comité parlamentario estadounidense por vetar la difusión de un artículo del New York Post crítico con el entonces candidato a la presidencia, Joe Biden, basado en datos sacados de un ordenador que supuestamente era de su hijo Hunter.
El comité de Vigilancia y Rendición de Cuentas de la Cámara de Representantes sentó en el banquillo a cuatro exejecutivos de la compañía que en octubre de 2020, fecha de la publicación de esa noticia, estaban implicados en su equipo legal o de transparencia.
El presidente de ese comité, el conservador James Comer, señaló que bajo el liderazgo de esos testigos Twitter era una compañía privada que eliminaba las voces que ellos no consideraban “apropiadas”.
El artículo en cuestión se basaba en correos electrónicos y otros materiales digitales recuperados de un portátil atribuido a Hunter Biden, una copia de los cuales fue facilitada al diario por el exalcalde de Nueva York y abogado del exmandatario republicano Donald Trump (2017-2021) Rudy Giuliani.
El hijo de Biden solicitó este mes al Departamento de Justicia que investigara a quienes difundieron su contenido, pero sus abogados han subrayado que eso no equivale a reconocer su pertenencia.
Según el material que contenía, cuando su padre aún era vicepresidente de Estados Unidos bajo el mandato de Barack Obama (2009-2017), Hunter Biden le presentó a un ejecutivo de la firma de gas natural ucraniana Burisma Holdings, que estaba siendo investigada por el entonces fiscal general de Ucrania, Víktor Shokin.
Desde que los republicanos lograron la mayoría de la Cámara Baja en las elecciones de medio mandato del pasado noviembre, habían prometido investigar a la familia Biden por supuestamente aprovecharse de sus lazos políticos para hacer negocios, y la audiencia de este miércoles se enmarca en esos esfuerzos.
Tras la publicación del primero de los artículos de New York Post, Twitter decidió retirar la historia por completo al alegar que violaba su política interna contra la publicación de material digital robado, dado que los contenidos del ordenador se habrían logrado sin el consentimiento de su dueño, pero después dio marcha atrás y permitió que los internautas lo compartieran.
Lo sucedido tuvo lugar dos semanas antes de las presidenciales de 2020, que ganó Biden, y para cuando Twitter rectificó, según Comer, “el daño ya se había hecho”. Se había “deslegitimado” la información contenida en ese ordenador, que en su opinión demostraba que Biden “mintió” a los estadounidenses.
Su entonces máxima responsable legal y de políticas de Twitter, Vijaya Gadde, despedida en octubre por el nuevo propietario de la firma, Elon Musk, sostuvo que la plataforma se limitó en un primer momento a aplicar la política que evitaba hacerse eco de material obtenido a través del pirateo.
“Etiquetar o eliminar tuits que violan los términos de Twitter y suspender o prohibir a los usuarios que incumplen las reglas repetidamente a veces se tacha simplemente de censura, pero es una forma clave en que Twitter y otras empresas cumplen con su responsabilidad de mantener seguros a los usuarios de sus productos”, añadió el exdirector del equipo de Transparencia y Seguridad, Yoel Roth.
Para los republicanos, Twitter cayó en el “juego” del FBI, que apuntó a la posibilidad de que la filtración podría ser parte de una operación rusa de pirateo.
“No es obvio cuál es la respuesta correcta a una sospecha de ciberataque de otro gobierno en una elección presidencial. Pero ya sea yo, Elon Musk u otro futuro legislador, alguien deberá tomar decisiones sobre la gobernanza de los espacios digitales. Esas decisiones no deben tomarse a puerta cerrada”, recalcó Roth, que negó haber recibido presiones por parte del FBI.
El congresista demócrata Jamie Raskin, miembro del comité, criticó a su vez el principio mismo de la investigación en torno a un “falso escándalo: “El punto clave es que fue una decisión de Twitter. En Estados Unidos los medios privados pueden decidir qué publicar como quieran. No entiendo que el Congreso se vea involucrado en este sinsentido cuando tenemos trabajo serio por hacer”.