Los investigadores federales que buscan la causa de la colisión en enero entre un avión de pasajeros y un helicóptero del Ejército cerca de Washington, D.C., en la que murieron 67 personas, recomendaron el martes la prohibición de algunos vuelos en helicóptero para mejorar la seguridad.

Un helicóptero militar colisionó con el avión de American Airlines cuando se aproximaba al aeropuerto nacional Ronald Reagan sobre el río Potomac el 29 de enero. Entre las víctimas había 28 miembros de la comunidad del patinaje artístico.

La presidenta de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, Jennifer Homendy, dijo que la junta determinó que la distancia de separación existente entre aviones y helicópteros en el Aeropuerto Nacional Reagan es “insuficiente y plantea un riesgo intolerable para la seguridad de la aviación”.

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“No debería hacer falta una tragedia para exigir una acción inmediata”, dijo.

Según la práctica actual, los helicópteros y los aviones pueden estar a una distancia de hasta 75 pies entre sí durante el aterrizaje, dijo Homendy. Los investigadores han identificado 15,214 casos de aviones que recibieron alertas sobre la proximidad de helicópteros entre octubre de 2021 y diciembre de 2024.

Tras el accidente, la FAA tomó medidas para restringir los vuelos de helicópteros en torno al Aeropuerto Nacional Reagan con el fin de garantizar que aviones y helicópteros dejen de compartir el mismo espacio aéreo. Ahora los vuelos se suspenden temporalmente cuando los helicópteros tienen que pasar por el aeropuerto.

Los investigadores han señalado que el helicóptero pudo haber tenido lecturas inexactas de altitud en los momentos previos al accidente, y que la tripulación pudo no haber escuchado instrucciones clave de los controladores aéreos. La colisión se produjo probablemente a una altitud ligeramente inferior a los 91 metros (300 pies), cuando el avión descendió hacia el helicóptero, que estaba muy por encima del límite de 61 metros (200 pies) para ese lugar.

Es posible que los pilotos del helicóptero se perdieran parte de otra comunicación, cuando la torre dijo que el avión estaba girando hacia otra pista, según explicó Homendy el mes pasado.

Esa noche, el helicóptero realizaba un vuelo de “control” en el que el piloto se sometía a una prueba anual y a una prueba sobre el uso de gafas de visión nocturna, explicó Homendy. Los investigadores creen que la tripulación llevaba gafas de visión nocturna durante todo el vuelo.

El Ejército ha dicho que la tripulación del Black Hawk tenía mucha experiencia y estaba acostumbrada a los concurridos cielos de la capital del país.

A principios de año, en sólo un mes, se produjeron cuatro grandes catástrofes aéreas en Norteamérica, entre ellas la colisión en pleno vuelo sobre el Potomac y, más recientemente, a mediados de febrero, cuando un vuelo de Delta volcó y aterrizó sobre su techo en el aeropuerto Pearson de Toronto, hiriendo a 21 personas.

Estos accidentes y situaciones de riesgo han hecho que algunos se preocupen por la seguridad de los vuelos, a pesar de que los accidentes mortales son raros y el historial de las aerolíneas estadounidenses es notablemente sólido.

El presidente Donald Trump culpó de la colisión en pleno vuelo sobre Washington D.C. a lo que llamó un sistema de control del tráfico aéreo “obsoleto” y prometió reemplazarlo. También culpó al helicóptero por volar demasiado alto.

Las autoridades federales llevan años expresando su preocupación por la escasez de personal y la sobrecarga del sistema de control del tráfico aéreo, especialmente tras una serie de choques entre aviones en aeropuertos estadounidenses. Entre las razones que han aducido para explicar la escasez de personal figuran los salarios poco competitivos, los turnos largos, la formación intensiva y las jubilaciones obligatorias.