Cleveland, Texas, EE.UU.- De pie en el pasillo de una prisión, Richard Chávez Jr. describe su pasado: delincuente violento, ex miembro de una pandilla y el cuarto miembro de su familia en ir a la cárcel. Cuando se le pregunta su futuro, responde: propietario de un servicio de asesoramiento juvenil que acude a donde están los chicos con problemas.

Arqueando una de sus cejas tatuadas, Chávez le da las gracias a un programa innovador aplicado en la correccional de Cleveland, a unos 80 kilómetros (50 millas) al noreste de Houston, por haberle ayudado a reunir los conocimientos necesarios para operar un negocio: desde la formación del carácter y la forma de redactar un plan de negocios hasta la búsqueda de financiamiento.

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El Programa de Emprendimiento en Prisión (PEP) se basa en la filosofía de que enseñar negocios a reclusos como Chávez reducirá la probabilidad de que vuelvan a la cárcel.

El PEP hace hincapié en reformar la conducta, además de trabajar en un objetivo más amplio de reducir la población carcelaria.

Con 1.5 millones de reclusos, Estados Unidos tiene la población carcelaria más grande del mundo, y los costos se han disparado tanto a nivel federal como estatal.

En Texas, cada uno de los 150,000 reclusos en una prisión estatal cuesta alrededor de 18,200 dólares al año.

En Washington, los legisladores buscan formas de reducir los costos de las prisiones, incluyendo el recorte de sentencias federales obligatorias y la creación de programas de incentivos para reclusos modelo. El PEP aborda el problema desde una perspectiva diferente: ¿Qué sucede cuando los reclusos recuperan su libertad?

Desde que comenzó a operar en 2004, más de 1,100 estudiantes se han graduado del PEP. Los graduados han abierto 165 empresas, de las cuales al menos dos están recaudando más de un millón de dólares al año. Dentro de los 90 días de haber sido liberados, casi todos habían encontrado trabajo. Este año, el programa busca expandirse a una prisión cercana a Dallas.

Sin embargo, esta no es la única forma de medir el éxito. Los graduados del PEP tienen una tasa de reincidencia de menos del 7%, en comparación con el 23% de la población reclusa en general en Texas.

Los miembros del programa son seleccionados desde el sistema penitenciario del estado de Texas. Para ser elegibles, deben quedarles al menos de cuatro años de sentencia y no haber sido condenados por un delito sexual. Luego enfrentan una entrevista rigurosa. Si son elegidos, son transferidos a la cárcel de Cleveland.