¿Por qué los recuperados de COVID tienen que seguir usando mascarilla?
La necesidad de usar máscaras sigue siendo un tema polémico, pues a medida que el gobierno federal redobla su importancia, algunos estados han echado por la borda la precaución.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Washington. Más de 120 millones de estadounidenses se han unido al club más selecto de la Tierra: los inmunizados contra el coronavirus.
En marzo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dieron luz verde a las personas completamente vacunadas para reunirse con otras personas completamente vacunadas, o con personas no vacunadas de bajo riesgo de otro hogar sin máscara y, a principios de este mes, viajar sin ponerse en cuarentena después.
Aunque a medida que hay más informes sobre el aumento de casos estatales y locales, los CDC instan cada vez más a la precaución.
Pero, ¿qué pasa con todas las personas, un número imposible de contar, aunque se estima en millones, que ahora poseen algún grado de inmunidad porque se recuperaron de covid-19?
La agencia recomienda que todos, vacunados, recuperados o no, usen una máscara en público.
No se menciona si las personas que se han recuperado pueden reunirse sin cubrirse la cara como las que están completamente vacunadas.
Y, a pesar de todo, la necesidad de usar máscaras sigue siendo un tema polémico. A medida que el gobierno federal redobla su importancia, algunos estados han echado por la borda la precaución y los cubrebocas.
¡Vencí a covid! ¿No puedo dejar esto atrás?
Las personas que se recuperan del virus disfrutan de cierta inmunidad. Los CDC dicen que la protección dura al menos 90 días después de dar positivo para el virus. Durante ese tiempo, no es necesario ponerse en cuarentena o volver a realizar la prueba si nuevamente están expuestos.
Los casos de reinfección son raros. Si bien los infectados pueden continuar diseminando el virus durante meses, después de recuperarse, la cantidad es lo suficientemente baja como para que sea poco probable que infecte a otros, indicaron los CDC.
Dado eso, algunos han cuestionado si las personas que se han recuperado aún deben cumplir con los mandatos de usar mascarillas. Linsey Marr, profesora de ingeniería de la Virginia Tech University, que estudia la transmisión aérea, apuntó que no existe una justificación científica sólida para cubrirse el rostro entre las personas que han tenido el virus.
Sin embargo, aún no hay respuestas a las preguntas importantes sobre el nivel de inmunidad posterior a la infección que hacen aconsejable seguir usando una máscara, dijeron expertos. Por ejemplo, los científicos aún tienen que determinar si las personas que experimentaron síntomas leves, o ningún síntoma, generaron una respuesta inmune suficiente para protegerlos significativamente de contraer el virus de nuevo.
Además, nadie sabe cuánto dura la inmunidad. Una persona podría reinfectarse y comenzar a propagar el virus sin saberlo, dijo A. Oveta Fuller, profesor asociado de microbiología e inmunología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan.
“No conviene exponer el virus al medio ambiente”, señaló.
¿Qué hace que las vacunas protejan más?
Las vacunas contra covid-19 disponibles en los Estados Unidos brindan un alto grado de protección contra enfermedades, hospitalizaciones y muertes.
Las vacunas de Moderna y Pfizer-BioNTech tienen una efectividad superior al 94% después de dos dosis. El porcentaje es más bajo para la vacuna de Johnson & Johnson: 72% en los EE. UU. Estas vacunas no se pueden comparar exactamente por una variedad de razones. (El martes 13 de abril, la FDA recomendó una pausa en el uso de la vacuna J&J mientras se investigan los informes de un efecto secundario poco común).
Hasta ahora, estudios sugieren que las dosis de Moderna y Pfizer-BioNTech protegen a las personas durante al menos seis meses, pero la investigación está en curso. Estos datos aún no están disponibles para la vacuna de J&J.
La evidencia científica también parece mostrar que la inmunidad inducida por la vacuna es más fuerte que la que genera el cuerpo después de una infección, dijo Fuller. Y las vacunas parecen ofrecer cierta protección contra la variante descubierta en el Reino Unido, que ahora circula ampliamente en los Estados Unidos. Se desconoce si la inmunidad natural puede combatir esta cepa u otras variantes, dijo Jade Fulce, vocera de los CDC.
¿Qué podría explicar estas diferencias? Visualiza el virus como una mano, dijo Fuller. Una infección natural hace que el cuerpo ataque cualquier parte del patógeno, incluyendo las partes prescindibles como la punta de una uña. Pero las vacunas están diseñadas para crear combatientes que reaccionen al “pulgar” del virus, la proteína en punta que lo une a la célula humana.
“Sabemos que el pulgar es fundamental para la infección”, dijo Fuller, “por lo que cualquier inmunidad que haga será más protectora contra la infección que la inmunidad frente a una infección natural”.
La evidencia emergente sugiere que las vacunas también podrían prevenir o limitar la cantidad de replicación del virus en el sistema respiratorio, un efecto que podría reducir aún más la transmisión.
Dicho esto, la inmunidad inducida por vacunas viene con su parte de incógnitas. Las vacunas tienen una alta tasa de eficacia, pero aún no protegen al 100 % contra el virus. Los científicos aún están estudiando si la inmunidad de las vacunas o una infección se desvanecerá con el tiempo.
Dependiendo de cómo se disipe esta protección, las personas con inmunidad inducida por la vacuna podrían volverse vulnerables al virus nuevamente e infectarse sin saberlo, dijo Fuller. Las personas infectadas pueden comenzar a propagar el virus hasta dos días antes de mostrar síntomas, y se estima que el 30 % nunca muestra señales de enfermedad.
“Hemos aprendido mucho” en el año desde que surgió la covid-19, dijo Fuller. “Pero hay muchísimo más que conocer”.
Una máscara te protege a ti mismo, a tu vecino y al mundo.
Cuando una persona infectada con SARS-COV-2 exhala, libera gotitas en el aire que contienen humedad, saliva y posiblemente partículas de virus.
Las máscaras funcionan bloqueando esas gotas para que no caigan dentro o sobre otra persona. Las telas de tejido compacto pueden atrapar gotas más pequeñas que de tejidos más suelto, dijo Richard Sachleben, químico jubilado. Algunas versiones también ayudan al usuario a inhalar menos virus.
Las gotas de diferentes tamaños conllevan diferentes riesgos, dijo Sachleben. Las más grandes son arrastradas al suelo por la gravedad, explicó, pero son más peligrosas porque transportan más virus que las más pequeñas que permanecen en el aire. Afortunadamente, también son más fáciles de bloquear con una máscara.
“Es por eso por lo que una máscara simple es mejor que ninguna”, dijo Sachleben.
Los cubrebocas también ayudan a evitar que se formen más variantes, continuó, porque cuantas menos partículas hay en el aire, menos oportunidades tiene el virus de mutar a una forma que sea más resistente contra las defensas de la humanidad.
Sin embargo, ni siquiera las mejores máscaras son 100 % efectivas para atrapar y bloquear todos los virus, aseguró el doctor Donald Milton, profesor de salud ambiental en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland. Pero, cuando se combinan con otras medidas de salud pública, pueden reducir significativamente la propagación viral.
El uso de una máscara también envía un mensaje sobre lo que la gente debe hacer “para acabar con esta pandemia”, dijo Fuller. Debido a que las cubiertas faciales protegen al público de los gérmenes, también comunica que el que la usa se preocupa por la comunidad, dijo Sachleben.
“Cuando usas una máscara, significa que te preocupas”, dijo Sachleben. “Cuando uso una máscara, eso significa que yo me preocupo por ti”.
KHN (Kaiser Health News) es la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principales programas de KFF. KFF es una organización sin fines de lucro que brinda información sobre temas de salud a la nación.