Papá relata la desgarradora muerte de su hija en la masacre de Texas
Javier Cazares trataba de contener las lágrimas mientras reflexionaba sobre cuánto tiempo estuvo Jacklyn en el salón con el agresor.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Uvalde, Texas. Jacklyn Cazares no había cumplido 10 años aún, pero ya era una niña “explosiva” y obstinada que siempre buscaba ayudar a la gente necesitada, de acuerdo con su padre. Jacklyn y su prima segunda Annabelle Rodríguez eran muy buenas amigas junto con otras tres compañeras en la Escuela Primaria Robb.
“Ahora todas están muertas”, dijo Javier Cazares. “Todas sus mejores amigas también fueron asesinadas”.
Las niñas estaban entre los 19 estudiantes que fallecieron el martes cuando un joven de 18 años se atrincheró en un aula de 4to grado en la escuela de la localidad de Uvalde, en el suroeste de Texas, y empezó a disparar. Sus familias sólo pueden aferrarse a los recuerdos, y entre sí.
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Jacklyn habría cumplido 10 años el 10 de junio. A pesar de su corta edad, era tenaz y compasiva en partes iguales.
“Tenía voz propia”, comentó su padre. “No le gustaban los bravucones, no le gustaba que molestaran a los niños. Estaba llena de amor. Tenía un gran corazón”.
“Era todo un personaje, una pequeña fiera”, añadió.
Cazares llevó a su hija a la escuela el martes; tenía una ceremonia de entrega de premios esa mañana. Unos 90 minutos después, la familia recibió una llamada: Un tirador activo estaba en la escuela.
“Conduje como alma que lleva el diablo”, comentó. “Mi bebé estaba en peligro”.
“Había más de 100 personas esperando, era un caos”, comentó sobre la escena en la escuela. Se impacientó con la respuesta de la policía e incluso planteó la idea de entrar en la escuela por su cuenta con varios otros transeúntes.
Cazares dijo que su sobrina siguió una ambulancia al hospital y vio que llevaban a Jacklyn a bordo. Toda la familia pronto se le unió y presionó a los empleados del hospital para que les dieran información durante casi tres horas. Suplicaron, lloraron y les enseñaron fotografías de su hija. Finalmente un pastor, un agente de la policía y un médico se reunieron con ellos.
“Mi esposa hizo la pregunta: ‘¿Está viva o murió?’”, relató Cazares. “Ellos respondieron: ‘No, ha muerto’”.
Cazares trataba de contener las lágrimas mientras reflexionaba sobre cuánto tiempo estuvo su hija en el aula con el agresor antes de que falleciera. Lo consuela creer que en sus últimos momentos, Jacklyn estaba haciendo lo que era natural para ella: ayudar a sus compañeros.
“Nos reconforta el corazón que ella sea una de las que fue valiente y trató de ayudar todo lo que pudo”, comentó.
Ryan Ramírez también se apresuró a llegar a la primaria Robb cuando se enteró del tiroteo, esperando encontrar a su hija Alithia y llevarla a casa, reportó KTRK-TV. Pero Alithia también fue una de las víctimas.
En el perfil de Facebook de Ramírez hay una foto, que ahora se ha dado a conocer en todo el mundo, en la que aparece la pequeña vistiendo una camiseta de varios colores en la que anunciaba que había dejado de ser “de un solo dígito” tras cumplir 10 años. La misma fotografía fue publicada de nuevo el miércoles sin un mensaje, pero Alithia tenía unas alas de ángel.
El dolor sólo aumentó el jueves luego de que se confirmó que el esposo de una de las profesoras asesinadas, Irma García, había fallecido.
La funeraria Rushing-Estes-Knowles Mortuary confirmó la muerte de Joe García, pero no divulgó la causa o cuándo había fallecido. La pareja tenía cuatro hijos.
“Por favor recen por nuestra familia; Dios, ten piedad de nosotros; esto no es fácil”, tuiteó John Martinez, un sobrino de la pareja, sobre la muerte de Joe García.
Irma García, de 48 años, llevaba 23 años dando clases, de acuerdo con su obituario, y cinco de ellos los impartió junto a Eva Mireles, quien también perdió la vida en el tiroteo.
En una publicación en el sito web de la escuela al inicio del año escolar para presentarse a sus alumnos, Irma García escribió que le gustaban las parrilladas, escuchar música y hacer paseos a la localidad cercana de Concan.
Mireles también publicó en el sitio al inicio de las clases, señalando que había estado enseñando desde hacía 17 años. Mencionó a su “familia solidaria, divertida y amorosa”.
“¡Bienvenidos al 4to grado! ¡Tenemos un año fantástico por delante!”, escribió.
Dos de las pequeñas víctimas habían querido faltar a clases el martes.
El nieto de Carmelo Quiroz, Jayce Luevanos, de 10 años, había suplicado ir con su abuela el martes cuando ésta acompañó a la clase de preescolar de su bisnieta al zoológico de San Antonio. Pero, contó Quiroz, la familia le dijo a Jayce que no tenía sentido faltar a la escuela tan cerca del final del año. Además, a Jayce le gustaba la escuela.
“Es por eso que a mi esposa le duele tanto, porque él quería ir a San Antonio”, comentó Quiroz al medio USA Today. “Estaba muy triste porque no pudo ir. Quizás si hubiera ido, estaría aquí”.
Otra víctima que tampoco quería ir a la escuela ese día era la prima de Jayce, Jailah Nicole Silguero, de 10 años. La madre de Jailah, Veronica Luevanos, contó entre lágrimas a la cadena Univisión que la pequeña parecía presentir que algo malo iba a pasar.
La amiga de Jailah, Nevaeh Alyssa Bravo, también perdió la vida, y su tía comentó que el primer nombre es “Heaven” (Cielo) escrito al revés. En una publicación de Facebook, Yvonne White dijo que Nevaeh y Jailah eran “Nuestros Ángeles”.
Dos hombres que respondieron al tiroteo encontraron a sus propios hijos entre las víctimas.
Felix Rubio, agente del Departamento de Policía del condado de Uvalde, y su esposa habían estado en la escuela el martes por la mañana para celebrar con su hija, Alexandria “Lexi” Aniyah, de 10 años de edad, debido a que la estudiante de 4to grado estaba en el cuadro de honor tras obtener buenas notas, y también recibió un premio de buena ciudadana.
En una publicación de Facebook, Kimberly Rubio escribió: “Le dijimos que la amábamos y que la recogeríamos después de clases. No teníamos ni idea de que esto era una despedida”.
El asistente médico Ángel Garza también acudió rápidamente a la escuela e inmediatamente encontró a una niña cubierta de sangre entre los niños aterrorizados que salían del edificio.
“No estoy herida. Le disparó a mi mejor amiga”, dijo la niña a Garza cuando éste ofreció ayudarla. “No está respirando. Estaba tratando de llamar a la policía”.
Su amiga era Amerie Jo Garza, la hijastra de Ángel Garza.
Amerie era una niña feliz que estaba en el cuadro de honor y le encantaba pintar, dibujar y trabajar con arcilla. “Era muy creativa”, comentó su abuela Dora Mendoza. “Era mi bebé. Siempre que veía flores las dibujaba”.
La funeraria Hillcrest Memorial, que está frente a la escuela, empezó a publicar algunos obituarios de las víctimas. Estaba ayudando a las familias de las víctimas ofreciendo sus servicios gratuitamente. Se crearon páginas en GoFundMe para muchas de las víctimas, incluida una en nombre de todas las víctimas que ha recaudado más de 3 millones de dólares.