Panel de expertos de la FDA recomienda una vacuna de refuerzo de Johnson & Johnson
La decisión, de manera unánime, es para que sea a personas de 18 años o más, al menos dos meses luego de la primera vacunación.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
PUBLICIDAD
Los asesores de salud de los Estados Unidos respaldaron este viernes la administración de refuerzo de la vacuna de COVID-19 fabricada por la manufacturera Johnson & Johnson (J&J), señalando la creciente preocupación que estadounidenses que recibieron el fármaco de una sola dosis no están igualmente protegidos que aquellos que recibieron aquellos de dosis doble.
Los asesores de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) sopesaron la propuesta de J&J de un horario de refuerzo flexible. La compañía indicó que la dosis adicional añadiría protección de importancia dos meses después de la vacunación inicial, pero que podría funcionar mejor si se espera hasta seis meses después.
Relacionadas
El panel asesor de la FDA votó de manera unánime que el refuerzo debería ofrecerse al menos dos meses después de la vacunación, pero no sugirieron un tiempo en específico. Los mismos asesores citaron pruebas crecientes que indicaron que los recipientes de la vacuna de J&J son más vulnerables al contagio que personas que recibieron los fármacos competidores de Pfizer y Moderna, además que la mayoría recibió su dosis hace varios meses.
Aunque la reunión del viernes forma parte de una evaluación en curso de las vacunas de refuerzo, muchos de los expertos dijeron que tiene más sentido pensar en la vacuna de J&J como una vacuna de dos dosis.
“Creo que esta, francamente, siempre fue una vacuna de dos dosis”, dijo el Dr. Paul Offit, asesor de la FDA, del Hospital Infantil de Filadelfia. “Sería difícil recomendar esto como una vacuna de una sola dosis en este momento”.
El gobierno dijo que las tres vacunas estadounidenses siguen ofreciendo una fuerte protección contra la hospitalización y la muerte por COVID-19, y que la prioridad es poner las primeras vacunas a los 66 millones de estadounidenses elegibles, pero no vacunados que están en mayor riesgo. Sin embargo, la vacuna de J&J ha mostrado sistemáticamente una menor eficacia en una serie de estudios, mientras que las infecciones “de última hora” se convierten en una mayor preocupación debido a la variante delta del coronavirus.
“Con la segunda dosis, creo que la vacuna se equipara a las demás en términos de eficacia”, afirmó la Dra. Archana Chatterjee, de la Universidad Rosalind Franklin.
La FDA no está obligada por la votación, pero su decisión final podría ayudar a ampliar la campaña nacional de refuerzo.
Las dosis de refuerzo de la vacuna de Pfizer comenzaron el mes pasado para las personas con alto riesgo de contraer COVID-19 al menos seis meses después de su última vacuna, y el panel asesor ha recomendado el mismo enfoque para los receptores de Moderna. Por el contrario, el panel respaldó el viernes los refuerzos para cualquier persona que haya recibido la vacuna de J&J, que está autorizada para personas de 18 años o más.
La FDA utilizará las recomendaciones de sus asesores para decidir si autoriza los refuerzos tanto para J&J como para Moderna, después de lo cual otra agencia gubernamental decidirá quién debe arremangarse.
Además, los expertos analizaron los datos preliminares de un estudio gubernamental “mix and match” que sugiere que los receptores de J&J pueden tener una respuesta inmunitaria mucho más fuerte si reciben un refuerzo de Moderna o Pfizer en lugar de una segunda dosis de J&J.
La vacuna de una sola dosis de J&J se fabrica con una tecnología diferente a la de las vacunas de dos dosis de Pfizer y Moderna.
La mayoría de los 188 millones de estadounidenses que están totalmente vacunados contra la COVID-19 han recibido las opciones de Pfizer o Moderna, mientras que los receptores de J&J sólo representan unos 15 millones.
El viernes, los ejecutivos de J&J presentaron un refuerzo como una forma de fortalecer una vacuna robusta que, según ellos, ha conservado su poder de protección durante ocho meses. Pero los científicos de la FDA pusieron en duda esta afirmación.
“Hay datos que sugieren que la eficacia de esta vacuna es en realidad menos robusta que la presentada por la compañía”, dijo el Dr. Peter Marks, máximo responsable de vacunas de la FDA. “Y eso es un hallazgo preocupante sobre todo porque se ha visto en comunidades minoritarias potencialmente y otras”.
En cuanto a la vacuna de refuerzo, J&J presentó los resultados de un amplio estudio en el que se comprobó que la administración de una segunda dosis tan sólo dos meses después de la primera aumentaba la protección contra la COVID-19 sintomática al 94%, frente al 70%, en los receptores estadounidenses. La administración de esa dosis de refuerzo seis meses después provocó un aumento aún mayor de los anticuerpos que combaten el virus.
Sin embargo, en su propia revisión, los científicos de la FDA señalaron una serie de deficiencias en los estudios de refuerzo de J&J, entre las que se incluía sólo una pequeña porción de casos relacionados con la variante delta, que es, con mucho, la cepa dominante en los EE.UU.
Los revisores también advirtieron que J&J sólo había realizado un seguimiento de los receptores del refuerzo durante poco más de un mes después de la segunda dosis, lo que dificultaba la extracción de conclusiones sobre la durabilidad de la protección.
Por último, el personal de la FDA subrayó que no había tenido tiempo de confirmar de forma independiente los resultados de J&J, que se presentaron poco antes de la reunión.
Los revisores de la FDA no encontraron nuevos problemas de seguridad después de una segunda dosis de J&J, pero de nuevo advirtieron sobre el pequeño número de pacientes estudiados y el corto período de seguimiento.
La vacuna de J&J era muy esperada por su formulación de una sola vez. Sin embargo, su lanzamiento a principios de este año se vio afectado por una serie de problemas, como los de fabricación y algunos efectos secundarios raros pero graves, como un trastorno de los coágulos sanguíneos y una reacción neurológica denominada síndrome de Guillain-Barré. En ambos casos, los organismos reguladores decidieron que los beneficios de la inyección superaban los riesgos.