Fueron cientos los crímenes que ocurrieron entre 1967 y 1980 por homicidas como Charles Manson, Jhon Gacy y Angelo Buono. Sin embargo, en Nueva York se hizo conocido un hombre que causó más de 100 muertes durante poco más de una década.

Este es el caso de Richard Cottingham, comúnmente apodado como ‘El asesino del torso’ porque cortaba las extremidades y la cabeza de sus víctimas. Precisamente fue este mismo modus operandi el que permitió a las autoridades capturarlo y llevarlo ante la ley.

Su caso más conocido fue el homicidio de Deedeh Goodarzi, en el año 1979, ya que la hija de la víctima se convirtió en su ‘mejor amiga’ y confidente en la cárcel.

Aunque han pasado más de 40 años, esta historia continúa causando gran impacto entre la sociedad estadounidense sobre cómo Weiss logró que el criminal le tuviera confianza. Es de resaltar que el principal objetivo de Jennifer no era crear una amistad, sino lograr un vínculo con él para conseguir que declarara otros crímenes que no habían sido resueltos hasta ese momento.

Se quedó sin madre a los pocos meses de nacer

Deedeh Goodarzi era una joven de New Jersey, Estados Unidos, que se encontró la muerte a manos de Cottingham, junto con otro hombre cuyo cadáver fue encontrado en el mismo lugar que el de ella y quien nunca fue identificado. De su cuerpo también solo se encontró el torso.

A raíz de la muerte de su madre, Jennifer Weiss fue criada por una familia adoptiva. Sin embargo, cuando creció y se enteró de que sus padres biológicos no eran quienes la criaron, decidió averiguar sobre su pasado. Es por esto que, a la edad de 24 años, llegó a Children’s Home Society, una organización sin fines de lucro que cuidaba niños huérfanos de Nueva Jersey. Allí descubrió que su progenitora fue asesinada.

Con el paso del tiempo, gracias a diferentes medios de comunicación, se hizo público que Richard Cottingham era el criminal conocido como ‘El asesino del torso’, responsable de la muerte de Goodarzi y de otras nueve mujeres. No se imaginaban que había matado a muchas más.

Ante esta situación, Jennifer decidió llevar a cabo un plan para hacer justicia, no solo por su madre, sino también por todas sus víctimas.

“La magnitud de lo que hizo es insondable, pero me hice amiga de Richard por el bien de mi madre y por mi búsqueda. Estoy haciendo esto por las madres que perdieron a sus hijas y a mi propia madre. Y para estas chicas que sus vidas terminaron una noche o un día por Richard jugando a ser Dios. No estaré tranquila hasta que averigüemos quiénes eran. Por eso hago lo que hago”, declaró Jennifer al medio local ‘New Jersey’.

En el año 2010, Cottingham se declaró culpable por la muerte de Nancy Vogel -en 1967- y confesó el homicidio de las adolescentes Jackie Harp, Irene Blase y Denise Falasca -entre 1968 y 1969-. Recientemente, en abril de 2021, el hombre confesó el doble secuestro y asesinato de Lorraine Marie Kelly y Mary Ann Pryor, de 17 años, -en 1974-.

Este último testimonio se dio a raíz de Weiss, quien comenzó a escribirle, se robó su confianza y pudo obtener los macabros detalles de gran parte de los crímenes cometidos por el hombre, quien a día de hoy tiene 75 años, y la sorpresa fue grande cuando se enteró de que Cottingham dice haber matado a 105 personas -de los cuales 30 aún no han sido develados-.

“Una vez que comencé a averiguar detalles sobre el crimen de mi madre, fue cuando abrió la puerta para hablar sobre las otras mujeres que asesinó. Creo que tenemos hasta 75 casos sin resolver”.

El documental de Netflix

Este caso fue uno de los que causó más polémica en Estados Unidos, a tal punto de que la plataforma de streaming Netflix produjo y lanzó un documental llamado ‘Crime Scene: The Times Square Killer’.

Durante el reportaje se menciona que actualmente el hombre cumple una sentencia de prisión de 200 años, pero que esta condena corresponde únicamente a 11 de los 105 asesinatos que Richard mencionó haber cometido.

Finalmente, Jennifer Weiss agregó al medio anteriormente mencionado que en la actualidad la relación continúa porque quiere saber los nombres de las víctimas no identificadas, ya que afirma que son “vidas que nunca se materializaron y creo que debemos recordarlos porque merecen justicia”.