Washington. El actor Matthew McConaughey, nacido en Uvalde, Texas, y él mismo propietario de armas de fuego, acudió este martes a la Casa Blanca para pedir a la clase política que abandone sus diferencias y apruebe cambios reales para frenar las masacres de una vez por todas.

La intervención de McConaughey fue recibida con grandes expectativas en la sala de prensa de la Casa Blanca; pero los periodistas se vieron sorprendidos por el nivel de detalle de sus palabras.

El actor describió, por ejemplo, los pequeños cuerpos de los 19 niños asesinados en la escuela primaria Robb de Uvalde y el nivel de destrucción que provocó el rifle de asalto AR-15, que hizo que los menores solo pudieran ser identificados con pruebas de ADN o con prendas que reconocían sus padres.

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McConaughey, que estuvo la semana pasada en Uvalde reuniéndose con las familias, contó la historia de Maite Rodríguez, de 10 años y que quería ser bióloga marina cuando fuera mayor.

Maite llevaba unas deportivas de la marca Converse y de color verde con un corazón que había dibujado sobre los dedos de su pie derecho porque representaban su amor por la naturaleza”, narró el actor y, a continuación, señaló los zapatos que descansaban sobre el regazo de su esposa Camila Alves, entre los asistentes.

“Los llevaba todos los días. Unas deportivas Converse con un corazón en los dedos derechos. Esas son las mismas deportivas Converse, en sus pies, que resultaron ser la única prueba que podía identificar a Maite tras el tiroteo”, terminó McConaughey con la voz cada vez más temblorosa.

Dio un golpe con el puño cerrado al podio que usa la portavoz de la Casa Blanca para dar sus ruedas de prensa y, tras aclararse la garganta, siguió hablando de Maite y de los otros niños asesinados.

Contó la historia de Alithia Ramírez, de 10 años, que soñaba con estudiar arte en París y cuyo dibujo (un autoretrato en el que se ve a un amigo en el cielo) mostró el actor ante las cámaras.

“Su madre me dijo que no le habían hablado nunca antes del cielo, pero de alguna forma ya lo sabía”, narró McConaughey, quien también habló del padre de Ramírez que acaba de conseguir trabajo y, cada noche, le decía a su hija que iba a llevarla a Disney World.

McConaughey habló de Eliahna García, de 9 años y que se estaba preparando para leer un pasaje de la Biblia en una misa el miércoles por la noche; y recordó también a Irma García, una de las dos profesoras asesinadas y cuyo marido murió de un ataque al corazón poco después del tiroteo.

“¿Saben lo que todos los padres nos dijeron a Camila y a mí? Nos dijeron que quieren que los sueños de sus niños perduren. Quieren que los sueños de sus niños continúen, que se logre algo después de que se hayan ido. Quieren que la pérdida de sus vidas importe”, imploró McConaughey.

Esperanza en un cambio real

Pasando del enfado y la tristeza a la esperanza, el actor consideró que existe ahora mismo una “oportunidad única” para aprobar leyes que hagan más difícil a “los malos” hacerse con armas.

Consideró que Estados Unidos está más unido de lo que los políticos reflejan y que la sociedad reclama leyes que permitan la posesión “responsable” de armas, por ejemplo, con revisiones de antecedentes penales o un aumento de la edad de 18 a 21 años para quienes quieren rifles semiautomáticos, capaces de disparar un gran número de balas sin recargar.

“Estas son regulaciones razonables y prácticas”, argumentó McConaughey, quien consideró que quienes poseen armas en Estados Unidos están “hartos” de que “individuos trastornados” abusen de la Segunda Enmienda de la Constitución, que protege el derecho a poseer y portar armas.

El propio McConaughey es propietario de armas de fuego y su postura es la de aumentar los controles a la posesión de armamento, no prohibirlo, una idea que comparten muchos estadounidenses.

Según la Casa Blanca, McConaughey se reunió brevemente este martes con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

El actor también ha mantenido reuniones en los últimos dos días en el Congreso con varios legisladores demócratas y republicanos, incluidos aquellos que están negociando un proyecto de ley para aumentar los controles a las armas y que esperan poder llegar a un acuerdo antes del final de la semana.

La violencia armada es la principal causa de muerte de los menores de 18 años en EE.UU., donde cada año 18,000 niños y adolescentes pierden la vida o resultan heridos por disparos de bala, según la organización Every Town for Gun Safety.