La temporada de carnaval que se celebra cada año en Nueva Orleans alcanzó el martes su punto álgido, con miles de asistentes en el Barrio Francés y recorriendo kilómetros de calles desfilando para celebrar el Mardi Gras (Martes Gordo) en toda la ciudad, que este año ha estado marcado por la violencia de la delincuencia y la agitación política.

En algunas partes de la ciudad, las celebraciones comenzaron antes del amanecer. Los equipos televisivos captaron imágenes de la pandilla Skull and Bones del North Side (participantes disfrazados de esqueletos) dispersándose por la zona de Treme para animar a la gente a participar en el festival.

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A medida que salía el sol, asomado por entre los claros del cielo nublado, los observadores del desfile ya reclamaban sus lugares a lo largo del recorrido de la avenida St. Charles. El olor a barbacoa se extendía por el corazón financiero.

Los participantes no se dejaron intimidar por la violencia que empañó el deslumbrante desfile celebrado el fin de semana.

Los disparos que se produjeron durante un desfile el domingo por la noche causaron la muerte de un adolescente y dejaron heridas a otras cuatro personas, entre ellas una niña de 4 años.

La policía detuvo inmediatamente a Mansour Mbodj, de 21 años, por portación ilegal de un arma, y luego actualizó la acusación a homicidio en segundo grado.

El lunes, las autoridades destacaron que los disparos habían sido un hecho aislado. “Es desalentador, pero no me va a impedir venir”, explicó Roz Walker, de 55 años. Ella y su amiga Tracy Dunbar son residentes de Baton Rouge y se encontraban entre la multitud que esperaba los desfiles del Club Zulu de Beneficencia y Placer Social y de la Organización Rex. Llevan décadas visitando Nueva Orleans durante el Mardi Gras.

“En los más de 40 años que llevamos viniendo a Mardi Gras nunca nos hemos visto envueltos en ningún tipo de situación”, afirmó.