Upper Marlboro. La aspirante demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, rescató este jueves al presidente, Joe Biden, como un activo para su campaña electoral un mes después de que este renunciara a su propia candidatura en una exhibición de unidad que deja atrás la tormenta política que sacudió al partido.

La campaña fue prudente al elegir el sitio. Lejos de los estadios que Harris y su flamante vicepresidenciable, el gobernador Tim Walz, han abarrotado en los últimos días en los estados clave de Pensilvania, Míchigan, Arizona, Nevada o Wisconsin.

Con Biden, la ahora vicepresidenta se presentó en un pequeño gimnasio en el condado de Prince George, en Maryland, parte de los suburbios abrumadoramente demócratas de Washington; sin nada en juego en las elecciones del 5 de noviembre.

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Además, al acto, oficialmente de la Casa Blanca para promover una bajada de precios de los medicamentos negociada con las farmacéuticas, acudió una audiencia predominantemente afroamericana, un sector entre el que Biden aún conserva cierta popularidad.

“Podría hablar toda la tarde sobre la persona con la que estoy en este escenario”, afirmó la candidata demócrata tras saltar a la tarima junto a Biden.

“Hay mucho amor en esta sala por nuestro presidente”, aseguró la vicepresidenta, mostrando un gran cariño por Biden, que hace poco menos de un mes le entregó la candidatura demócrata.

Harris dedicó parte de su intervención a elogiar a Biden por su legado, dándole crédito por la herencia gubernamental.

“Creo que ese amor es por muchas, muchas razones; incluyendo que pocos líderes en nuestra nación han hecho más en tantos temas, como la expansión del acceso a la atención médica asequible”, añadió la vicepresidenta mientras el público aclamaba “¡gracias Joe, gracias Joe!”, en evidente sentimiento de despedida.

“Va a ser una presidenta excepcional”

Ambos se alabaron el uno al otro, enorgulleciéndose de haber sido claves para la aprobación de una reforma que permite al Gobierno negociar los abusivos precios de los medicamentos con las farmacéuticas, una gran preocupación entre los ciudadanos mayores en el país.

Cuando le llegó el turno, Biden se dirigió a la base demócrata por primera vez con Harris al lado desde que renunció a la candidatura: “Amigos tengo una socia increíble”, dijo.

“Va a ser una presidenta excepcional”, añadió.

Harris y Biden hicieron así una ostentación de unidad partidista después de que el presidente se viese forzado a renunciar a su candidatura a la reelección presionado por varios líderes del partido, entre ellos la influyente expresidenta de la Cámara Baja Nancy Pelosi.

Los demócratas estaban alarmados por las nefastas encuestas y la amplia percepción pública de que Biden, de 81 años, es demasiado mayor para gobernar un mandato más. Esa campaña de acoso y derribo abrió importantes heridas entre los demócratas, que han sabido sanar en un tiempo récord.

Biden finamente sucumbió a la presión el pasado 21 de julio, semanas después del desastroso debate con su rival republicano, el expresidente Donald Trump.

Harris tomó las riendas de la campaña de inmediato ese mismo domingo 21 y en menos de un mes ha logrado dar la vuelta a unos sondeos que daban a Trump como ganador casi por aclamación y despertar un entusiasmo en la base demócrata, no visto desde los tiempos de Barack Obama.

Biden, por su parte, se había alejado de la campaña durante estas semanas, dedicado solo a funciones ejecutivas, un respiro que le permitió incluso disfrutar de un veraniego día de playa con su familia este pasado sábado en Delaware.