Insurrección en el Capitolio: otro evento traumático para la niñez de Estados Unidos
Maestros discutieron en clase lo sucedido y algunos alumnos resaltaron la diferencia en el trato de la policía entre la turba de partidarios de Trump y las manifestaciones de Black Lives Matter.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Un maestro de Alabama mostró fotografías de la insurrección en el Congreso sin hacer comentarios y les pidió a sus alumnos que escribiesen poemas sobre el tema. Un instructor de Minnesota respondió a comparaciones con lo que sucedió después de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco. Un profesor de educación cívica de Connecticut exhortó a sus estudiantes a que se esforzasen por mejorar el país.
Profesores de estudios sociales de toda la nación hicieron a un lado lo que tenían agendado y trataron de ayudar a sus alumnos a que le encontrasen sentido a la violenta toma del Capitolio por parte de partidarios de Donald Trump.
Sus enfoques variaron. Algunos maestros prefirieron no hacer comparaciones con otros eventos históricos recientes. Muchos se manejaron con extrema cautela debido a la variedad de puntos de vista que hay en sus comunidades.
Pero todos los maestros dijeron que se esforzaron por escuchar las inquietudes de sus alumnos y en tratar de generar esperanzas para un año escolar marcado por las protestas contra las injusticias raciales, la pandemia del coronavirus y el malestar asociado con la enseñanza a distancia.
“En casi todas mis clases, los alumnos plantearon el tema antes de que yo pudiese hacerlo”, expresó Karley Reising, profesora de estudios sociales en la secundaria Robert E. Fitch High School de Groton, Connecticut. “Sobre todo los del último año tenían dificultades para comprender lo que lo sucedido representa para el futuro del país. Fue algo muy conmovedor”.
Reising y otros profesores dijeron que procuraron resaltar la importancia de participar en la sociedad y combatir la sensación de que la violencia es la única forma de superar las divisiones políticas actuales.
“Fue el día más importante de mi vida como profesor”, dijo Michael Neagle tras dar su última clase al día siguiente de la insurrección en la Lowell High School de Massachusetts. “No queremos que los chicos se desentiendan de todo y digan ‘así son las cosas. Nadie se lleva bien. La política...’. La apatía del votante es peligrosa”.
Luego de ver lo sucedido por televisión, Neagle, profesor de historia mundial y estudios cívicos, se pasó buena parte de la noche intercambiando emails con el jefe de su departamento y planeando lecciones acerca de lo que acontecía.
“No ocurre muy a menudo que me quedo hasta las tres de la mañana despierto preparando las clases”, dijo Neagle. “Pero hay que aprovechar la ocasión” para impartir lecciones importantes.
Mark Westpfahl, de South St. Paul, Minnesota, dejó de lado la clase sobre tratados entre estados que pensaba dar y llevó consigo diarios con titulares alusivos a una “insurrección” para explicar a sus estudiantes de sexto grado —de diez y 11 años— lo sucedido a través de la Internet. A pocos kilómetros del sitio donde hubo violentos enfrentamientos tras la muerte de Floyd, los estudiantes preguntaban acerca de la respuesta de la policía.
“De eso vamos a hablar el lunes: De la correlación entre estos dos eventos. ¿Cuál fue la respuesta en cada uno de ellos? ¿Qué tan presentes estuvieron los medios de prensa?”.
Con un clima político tan delicado, dijo Westpfahl, “te preguntas, ‘¿me escuchas porque esto te parece fascinante e interesante o porque quieres cuestionar todo lo que digo y hago?’”.
En Alabama, un estado muy conservador, Blake Busbin, maestro de décimo grado, dijo que él también pensó en el impacto que su presentación y el lenguaje usado tendrían en sus estudiantes y en la comunidad. Indicó que fue “muy cuidadoso con el lenguaje empleado, pensando bien cada palabra”.
Busbin, quien enseña en la Auburn High School, hizo que sus estudiantes viesen por televisión lo que sucedía en Washington. Cuenta que estaba terminando la secundaria cuando se produjeron los ataques del 11 de septiembre del 2001 y que el director de su escuela prohibió ver las noticias. Eso, afirma, lo privó de ver un evento histórico.
Al día siguiente de la toma del Capitolio, se levantó bien temprano y reunió 25 fotografías de lo acontecido, que mostró por diez o 15 segundos cada una a sus alumnos sin hacer comentarios. Luego les pidió que escribiesen poemas sobre el asunto. Quería que fuese un día de reflexión.
“Mi estrategia, como les dije a los estudiantes, fue hacer como un asador”, manifestó. “Antes de poner la carne en la parrilla, hay que sazonarla y marinarla por un rato”.
Los estudiantes entregaron sus poemas sin identificarse, los cuales no fueron leídos en la clase. Busbin dice que esto le permitió comprender lo que pensaban sus alumnos y lo ayudará a preparar mejor sus clases en el futuro.
Los poemas, expresó, revelan un deseo de un gobierno más armonioso, de cooperación entre los partidos y la esperanza de que las cosas pueden mejorar.
“Ha sido un año duro. Fallecieron parientes de algunos estudiantes y ellos mismos se contagiaron”, dijo Busbin. “Mi temor es que ya no nos conmueva nada después de todo lo que pasamos”.
En una clase de David McMullen en la Great Path Academy de Manchester, Connecticut, un estudiante habló de las denuncias infundadas de que había sido una operación con “bandera falsa” (perpetrada por otros, no por trumpistas). Otro estudiante intervino y dijo que, incluso de haber sido así, el presidente y sus partidarios habían alentado a la turba.
“Hoy quisimos hablar de lo sucedido y escribir algunas cosas porque, como les digo a mis estudiantes, ellos son las principales fuentes del futuro”, señaló.
McMullen y otros profesores dijeron que muchos estudiantes se mostraron muy afectados por la presencia de banderas de la Confederación y dijeron que habían percibido una doble moral en la respuesta de la policía, comparada con la que hubo durante las protestas del movimiento Black Lives Matter contra las injusticias raciales.
Conor Murphy, quien enseña en Nueva York, recordó el 11/9, cuando dictaba una clase de historia nacional y vio estrellarse el segundo avión contra las Torres Gemelas.
“Un reto que tenemos es transmitir la gravedad” de lo sucedido, dijo Murphy, quien añadió que “nunca tuve que hablar de algo tan profundo como esto”.