Algunos demócratas ven con cierta aprensión el regreso de Hillary Clinton a la política con sus explosivas declaraciones en las que dijo que la aspirante a la nominación presidencial demócrata Tulsi Gabbard era “un instrumento de Rusia” y se burló de las relaciones de Donald Trump con líderes extranjeros.

Sus comentarios tuvieron fuerte repercusión y generaron críticas incluso de sus propios correligionarios demócratas.

Bernie Sanders, su rival en las primarias del 2016 y quien se postula de nuevo, dijo en Twitter que “la gente puede no estar de acuerdo sobre algo... pero es inaceptable que alguien insinúe que Tulsi es una herramienta al servicio de intereses extranjeros”.

Larry Cohen, prominente integrante del Comité Nacional Demócrata y quien apoya a Sanders, opinó en una entrevista que las declaraciones de Clinton pueden terminar perjudicando al candidato que consiga la nominación.

Cohen sostuvo que Clinton, una exprimera dama que fue senadora y secretaria de estado, “dedicó su vida al Partido Demócrata y merece ser escuchada”, pero como veterana de la política debería “apoyar las posturas del partido y no dividir desde adentro”.

Su choque con Gabbard y otros comentarios recientes indican que, a los 71 años, Clinton sigue siendo una figura controversial. Sus colaboradores, no obstante, aseguran que no tiene intenciones ulteriores.

“Es fácil buscarle segundas intenciones a todo lo que dice. Pero está de gira promoviendo un libro y siente que puede decir lo que quiera”, afirmó su portavoz Nick Merrill. “Así de simple. Dice la verdad”.

El resultado de sus comentarios puede ser frustrante para quienes tratan de acceder a un cargo que Clinton perdió en dos oportunidades. Cory Booker, uno de los aspirantes a la nominación demócrata, dijo el lunes que “hay que enfocarse en ganar esta elección... en hablar de los temas importantes y no de cosas que, para mí, no son relevantes”.

No hay un libreto a seguir para los excandidatos a la presidencia, ni para los expresidentes.

John Kerry (demócrata) y John McCain (republican) retomaron calladamente sus funciones como senadores. Al Gore (exvicepresidente demócrata) pasó a ser un firme promotor de medidas para combatir el cambio climático. Sarah Pailin, quien fue compañera de fórmula de McCaine, tuvo una presencia activa en los medios de prensa conservadores y ayudó a movilizar la base que llevó a Trump a la presidencia.

Clinton, sin embargo, está “en una categoría aparte”, expresó Karen Finney, una de sus principales colaboradoras de la campaña del 2016.

Clinton, la primera mujer postulada a la presidencia por uno de los partidos grandes y quien sacó 3 millones de votos más que Trump, sigue siendo popular entre los demócratas, a pesar de que se le echa en cara haber perdido estados vitales del centro del país en el 2016. También es uno de los blancos preferidos de los republicanos.

El revuelo actual comenzó hace una semana, cuando Clinton dijo en un podcast que los rusos “están preparando (a Gabbard) para que se postule como candidata por un tercer partido”.

Clinton no ofreció prueba alguna de que Moscú esté apoyando a Gabbard, aunque medios estatales rusos y algunos portales de extrema derecha han apoyado su campaña.

Gabbard respondió diciendo que Clinton era “la reina de los belicistas... una personificación de la podredumbre que afecta al Partido Demócrata desde hace tanto tiempo”.

Trump también se hizo sentir. “Todo aquél que se oponga a ella es un agente ruso”, declaró en la Casa Blanca el lunes. “Esta gente está enferma. Algo no funciona con ellos”.

Cohen subrayó que, a pesar de las críticas, Clinton puede ayudar a los demócratas a conseguir la presidencia en el 2020. El propio Booker la describió como una “extraordinaria estadista”.

Merrill indicó que Clinton conversa seguido con varios aspirantes a la nominación demócrata y Finney pronostica que “será parte de la campaña del 2020”.

Y si bien los republicanos siguen tirándole dardos, hay algunos que piensan que esos ataques no funcionarán tan bien como en el pasado.

“Todas las cosas que ella pronosticó en el 2016 se hicieron realidad”, expresó el estratega demócrata Rick Tyler. “Tiene mucho peso. Es un factor a favor, no en contra, de los demócratas”.