Fiscales estadounidenses dijeron el miércoles que están discutiendo un posible acuerdo de culpabilidad con el narcotraficante mexicano Ismael “El Mayo” Zambada, quien fue arrestado el verano pasado y cuyo hijo podría testificar en su contra si va a juicio.

El fiscal federal adjunto Francisco Navarro informó que las conversaciones con Zambada, líder del poderoso cártel mexicano de Sinaloa, no han dado fruto hasta ahora, pero que los fiscales quieren seguir intentándolo. El juez ha fijado una vista para el 22 de abril.

El abogado principal de Zambada, Frank Perez, declinó hacer comentarios sobre las conversaciones.

Es común que fiscales y abogados defensores exploren si pueden llegar a un acuerdo, y las conversaciones no necesariamente llegan a algún lado.

Zambada fue un participante atento y activo durante la audiencia del miércoles, que se centró en si quería que Perez continuara representándolo, incluso mientras también representaba a un posible testigo del gobierno en el caso: el hijo de Zambada, Vicente Zambada.

El padre dijo a través de un intérprete judicial que no quería otro abogado. “Lo quiero a él, aunque esto podría ser un conflicto si él me representa a mí y a mi hijo”.

El joven Zambada también estaba acusado y llegó a un acuerdo de culpabilidad en las prolongadas y extensas acusaciones estadounidenses contra figuras del cártel de Sinaloa. Testificó para el gobierno en el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el tristemente célebre y ahora encarcelado cofundador del cártel.

Trabajando junto a Guzmán, Ismael Zambada mantuvo un perfil más bajo y se le consideraba más concentrado en el negocio del contrabando que en los extremos de brutalidad, actuando como estratega y negociador que se ocupaba de las operaciones diarias, dicen las autoridades.

En el juicio de Guzmán, Vicente Zambada relató cómo su padre y Guzmán dirigían juntos el cártel. En un momento dado, describió a políticos mexicanos corruptos que preguntaban si la organización podría ayudarles a transportar 100 toneladas de cocaína en un petrolero.

Zambada hijo dijo a un jurado en el mismo tribunal federal de Brooklyn donde se está procesando a su padre que querían saber si su papá y El Chapo podían proporcionar esa cantidad de coca. En otro momento, Vicente Zambada recordó haber escuchado a un líder de un grupo narcotraficante rival decir que quería matar a Ismael Zambada y a Guzmán para vengar un atentado fallido.

Los fiscales dijeron en un documento judicial el mes pasado que el hijo podría ser llamado a testificar contra su padre, lo que podría representar un conflicto de intereses para Perez. Por ejemplo, no podría interrogar al hijo debido a la lealtad que debe a ambos clientes.

Los abogados defensores a veces tienen posibles conflictos de interés con respecto a un cliente, y los tribunales federales han delineado los pasos que los jueces deben tomar para abordar tales situaciones. Entre ellos está tener un abogado independiente que asesore a los acusados mientras consideran qué hacer sobre el posible conflicto. Zambada tuvo uno en la audiencia del miércoles.

Zambada dijo que se dio cuenta de que podría haber problemas si Perez lo representa a él y a su hijo: “por ejemplo, que tendrá que ocultarme información que obtuvo de Vicente”.

El juez federal de distrito, Brian Cogan, finalmente acordó que Perez podría continuar en el caso, señalando que Ismael Zambada también tiene otros abogados que podrían manejar cualquier parte del proceso relacionada con su hijo.

Las autoridades buscaron al Zambada mayor durante años antes de su sorprendente arresto en julio en un aeropuerto cerca de El Paso, Texas, después de llegar en un avión privado con uno de los hijos de Guzmán, Joaquín Guzmán López. Éste también era buscado por las autoridades estadounidenses.

Zambada ha dicho que fue secuestrado en México y llevado a Estados Unidos por Guzmán López, cuyo abogado niega esas afirmaciones. Joaquín Guzmán López y su hermano Ovidio están en negociaciones de culpabilidad con el gobierno de Estados Unidos, dijeron sus abogados este mes en un tribunal de Chicago.

Tras los arrestos de julio y las alegaciones de secuestro de Zambada, estallaron combates cruentos en México entre una facción del cártel leal a él y otra vinculada a los “Chapitos”, los hijos de Guzmán. La cadena de eventos también tensó las relaciones entre México y Estados Unidos.

Primero, el presidente de México en ese momento, Andrés Manuel López Obrador, y la actual presidenta Claudia Sheinbaum, atribuyeron parte de la culpa de la violencia a Washington, diciendo que los arrestos en Estados Unidos desataron problemas.

El saliente embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, respondió que era “incomprensible” sugerir que las guerras de cárteles eran culpa de Washington. Posteriormente, afirmó que el gobierno mexicano había dejado de cooperar con Washington en la lucha contra los cárteles y estaba haciendo la vista gorda ante la violencia y la corrupción policial.

La Secretaría de Relaciones Exteriores de México reaccionó expresando “sorpresa” en una nota formal a la embajada de Estados Unidos sobre la declaración del enviado.