Estados Unidos acelera ingreso de ucraniano desde la frontera de México
La ciudad de Tijuana se ha convertido en un punto de encuentro para los ciudadanos que escapan de la invasión rusa contra el país vecino.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Estados Unidos ha aumentado considerablemente el número de ucranianos admitidos en el país desde la frontera con México, mientras más refugiados que huyen de la invasión rusa siguen la misma ruta tortuosa.
El número de refugiados en un centro recreativo de la ciudad mexicana de Tijuana aumentó a cerca de 1,000 el jueves, dijeron funcionarios locales. Una carpa bajo la cual niños jugaban fútbol apenas hace dos días se encontraba llena de personas entre filas de sillas y literas.
Tijuana se ha convertido de pronto en la última escala de los ucranianos que buscan refugio en Estados Unidos, adonde son atraídos por amigos y familiares dispuestos a recibirlos, convencidos de que Estados Unidos será un refugio más conveniente que Europa.
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En redes sociales se ha pasado rápidamente la voz de que una coalición de voluntarios, principalmente de iglesias eslavas en el oeste de Estados Unidos, está guiando a cientos de refugiados a diario del aeropuerto de Tijuana hasta albergues temporales, donde aguardan de dos a cuatro días para que funcionarios estadounidenses los admitan con permisos condicionales humanitarios. En menos de dos semanas, los voluntarios trabajaron con autoridades estadounidenses y mexicanas para construir una red notablemente eficaz para proveer alimentos, seguridad, transporte y albergue.
El miércoles, funcionarios estadounidenses comenzaron a canalizar a los ucranianos a un cruce peatonal en San Diego que está temporalmente cerrado al público, con la esperanza de procesar allí a 578 personas al día con 24 agentes, dijo Enrique Lucero, director de asuntos migratorios de la ciudad de Tijuana.
Vlad Fedoryshyn, un voluntario con acceso a una lista de espera, dijo el jueves que Estados Unidos procesó a 620 ucranianos en 24 horas, mientras que unos 800 llegan a diario a Tijuana. Los voluntarios dicen que Estados Unidos estaba admitiendo antes a unos pocos cientos de ucranianos cada día.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) no dio cifras cuando se le cuestionó sobre operaciones y planes de los últimos dos días, y sólo dijo que ha ampliado instalaciones en San Diego para atender casos humanitarios.
El jueves, los ucranianos llegaban continuamente y se marchaban del bullicioso centro recreativo jalando grandes maletas con rueditas. Algunos llevaban abrigos de invierno en un clima inusualmente cálido.
Un campamento en Tijuana en el que había cientos de ucranianos cerca del paso fronterizo más transitado con Estados Unidos fue desmantelado. Los refugiados se dispersaron y se fueron al centro recreativo, a iglesias y a hoteles para pasar la espera.
Los voluntarios, que llevan insignias azules y amarillas que representan los colores de la bandera ucraniana, pero no tienen nombre ni líder, empezaron una lista de espera en cuadernos y más tarde cambiaron a una aplicación que suele utilizarse para controlar la asistencia en iglesias. A los ucranianos se les dice que se presenten en un cruce fronterizo cuando su número se acerca, un sistema que los responsables comparan con la espera por una mesa en un restaurante.
“Nos sentimos muy afortunados, bendecidos”, dijo Tatiana Bondarenko, quien viajó por Moldavia, Rumanía, Austria y México antes de llegar el martes a San Diego con su esposo y sus tres hijos, de 8, 12 y 15 años. Su destino final era Sacramento, California, donde vivirá con su madre, a quien no ha visto en 15 años.
Otra familia ucraniana se tomaba fotografías bajo un cartel de la CBP en el puerto de entrada de San Ysidro, en San Diego, el más transitado entre los dos países. Bajo una carpa azul, los voluntarios ofrecían comida mientras los refugiados esperaban a sus familiares o a los buses que los llevarían a una iglesia cercana.
En el aeropuerto de Tijuana, los cansados viajeros que entran al país como turistas en Ciudad de México o Cancún son dirigidos a una sala improvisada en la terminal con un cartel con la frase “Sólo para refugiados ucranianos” escrita con rotulador negro. Es el único lugar para registrarse para entrar en Estados Unidos.
La lista de espera se mantenía el martes en 973 familias o adultos solos.
“Nos dimos cuenta de que teníamos un problema que el gobierno no iba a solucionar, así que lo solucionamos nosotros”, dijo Phil Metzger, pastor de la Iglesia del Calvario, en Chula Vista, un suburbio de San Diego donde unos 75 feligreses acogen a familias ucranianas y otros 100 refugiados duermen en colchones inflables y bancos.
Metzger, cuya labor pastoral lo llevó a Ucrania y a Hungría, dice que el operativo es un “remiendo”, pero que los refugiados prefieren eso a los desbordados países europeos, donde se han asentado ya millones de sus compatriotas.
El gobierno del presidente Joe Biden ha dicho que aceptará hasta 100.000 ucranianos, pero México es la única ruta por donde entran en grandes cantidades. Las citas en los consulados estadounidenses en Europa son escasas, y la reubicación de los refugiados lleva tiempo.
El gobierno estadounidense estableció un tope de 125.000 refugiados en el periodo de 12 meses que finaliza el 30 de septiembre, pero hasta el 31 de marzo había aceptado a apenas 8.758, incluyendo 704 ucranianos. El año anterior, la cuota se limitó a 62.500 personas, pero sólo entraron 11.411, de los cuales 803 eran ucranianos.
El año pasado, el gobierno aceptó a más de 76.000 afganos en aeropuertos estadounidenses por motivos humanitarios tras la salida de sus tropas de Afganistán, pero para los ucranianos no hay previsto nada similar.
El permiso condicional humanitario, que protege temporalmente de la deportación, por lo general se concede por dos años a los afganos y por uno a los ucranianos.
Oksana Dugnyk, de 36 años, dudaba sobre abandonar su casa en Bucha, pero cedió a los deseos de su esposo antes de que los soldados rusos invadieran la ciudad y dejasen tras de sí calles sembradas de cadáveres. La pareja, con tres niños pequeños, estaba preocupada por la violencia en México, pero la sólida presencia de los voluntarios en Tijuana los tranquilizó, y un amigo en Ohio accedió a recibirlos.
“Tenemos comida. Tenemos un lugar donde estar”, dijo Dugnyk un día después de su llegada al centro recreativo de Tijuana, donde cientos durmieron en una cancha de basquetbol. “Esperamos que todo salga bien”.
La llegada de ucranianos se produce mientras el gobierno se prepara para recibir un flujo migratorio mucho mayor a partir del 23 de mayo, cuando finalicen los límites al asilo impuestos por la pandemia. Desde marzo de 2020, Washington ha utilizado la autoridad del Título 42, llamada así por una ley de salud pública de 1944, para suspender el derecho a solicitar asilo consagrado en la legislación estadounidense y en tratados internacionales.
Metzger, el pastor de Chula Vista, señaló que su iglesia no puede continuar por mucho tiempo su ritmo de ayuda a los refugiados las 24 horas, y sospecha que las autoridades de Estados Unidos no adoptarán el sistema de los voluntarios.
“Si haces que algo vaya bien, todo el mundo va a venir”, dijo. “Lo estamos haciendo muy fácil. Estoy seguro de que al final dirán: ‘No, se acabó’”.